Jesús compara el Reino de los cielos con un campo de trigo para darnos a entender que dentro de nosotros se ha sembrado algo pequeño y escondido, que sin embargo tieneuna fuerza vital que no puede suprimirse.
A pesar de los obstáculos, la semilla se desarrollará y el fruto madurará.
Este fruto será bueno sólo si se cultiva el terreno de la vida según la voluntad divina.
Por eso, en la parábola de la cizaña, Jesús advierte que, después de la siembra del dueño, "mientras todos dormían", aparece "su enemigo", que siembra la cizaña. Esto significa que tenemos que estar preparados para custodiar la gracia recibida desde el día del bautismo, alimentando la fe en el Señor, que impide que el mal eche raíces.
San Agustín, comentando esta parábola, observa que "primero muchos son cizaña y luego se convierten en grano bueno". Y agrega: "si éstos, cuando son malos, no fueran tolerados con paciencia, no lograrían el laudable cambio". Benedicto XVI, 17 de julio de 2011.
No hay comentarios:
Publicar un comentario