En aquel tiempo, dijo uno del público a Jesús: –Maestro, dile a mi hermano que reparta conmigo la herencia.
El le contestó: –Hombre, ¿quién me ha nombrado juez o árbitro entre vosotros ?
Y dijo a la gente: –Mirad: guardaos de toda clase de codicia. Pues aunque uno ande sobrado, su vida no depende de sus bienes.
Y les propuso una parábola: –Un hombre rico tuvo una
gran cosecha. Y empezó a echar cálculos: ¿Qué haré? No tengo donde almacenar la
cosecha. Y se dijo: Haré lo siguiente: derribaré los graneros y construiré
otros más grandes, y almacenaré allí todo el grano y el resto de mi cosecha. Y
entonces me diré a mí mismo: «Hombre, tienes bienes acumulados para muchos
años: túmbate, come, bebe y date buena vida».
Así será el que amasa riquezas para sí y no es rico ante Dios