lunes, 12 de septiembre de 2016

Santo Rosario


En 1963, el Papa Juan XXIII tuvo una audiencia privada donde recibió a Rada Kruschev y a su esposo… Rada era la hija de Nikita Kruschev, primer ministro de Rusia… durante su reunión, el Papa le pidió a Rada que le dijera el nombre de sus hijos… después, a pesar de que él sabía que Rada era atea, le regaló un Rosario… el Papa le explicó que se notaba el amor inmenso que ella sentía por sus hijos… y que el Rosario, para los católicos, representa la maravillosa relación entre una Madre y su Hijo… mientras se reza, se van recordando los momentos tristes y alegres de su vida a través de los Misterios… ellos son, le dijo el Papa, la mejor Madre y el mejor Hijo de todos los tiempos: la Virgen María y Jesucristo… Rada Kruschev lloró de la emoción…
Hoy comenzamos un nuevo día y una nueva semana… y que mejor forma de hacerlo que de la mano de la Madre y de su Hijo…
Hoy meditamos los Misterios Gozosos…
Dios te salve, María;
llena eres de gracia;
el Señor es contigo;
bendita tú eres entre todas las mujeres,
y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios,
ruega por nosotros, pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte.
Amén.

Si no sabes rezar el Rosario o quieres más información sobre esta hermosa devoción, puedes accesar: http://www.tengoseddeti.org/article-category/santo-rosario/
Tengo sed de Ti.

Jon Sobrino: "El principio de la misericordia es bajar de la cruz a los pueblos crucificados"


Hoy, en su cuarto día de conferencias, el II Congreso Mundial de Biblia y Mística, ha contado con destacados ponentes. Anselm Grün, Jon Sobrino e Inés Serrano Fernández enriquecieron el tema de la misericordia con sus propias aportaciones.
Anselm Grün es monje benedictino alemán, Doctor en teología. Reside en el Monasterio de Münsterschwarzach (Alemania). Es reconocido mundialmente por sus escritos sobre espiritualidad, siendo autor de más de 300 libros relativos al tema. Más de 14 millones de copias de sus libros han sido vendidas y traducidas a una treintena de idiomas.
El Dr. Grün, bajo el tema de la "La misericordia sana" ofreció su aporte original integrando espiritualidad y psicología de una manera dinámica y sanadora, a través del desarrollo de la misericordia en el evangelio como camino de sanación.
Desarrolló los siguientes puntos: Jesús, fundamento principio y fin de toda sanación espiritual, el buen samaritano como ejemplo de misericordia sanadora y modelo de Dios Padre, importancia de la sanación personal para acompañar la sanación del otro, la importancia de la misericordia consigo mismo para compadecer a los demás y culminó su conferencia mistagógica con una oración.
La segunda conferencia estuvo a cargo del sacerdote Jesuita Jon Sobrino. El se formó en España, Alemania y Estados Unidos, donde cursó estudios de ingeniería. Ingresó en la Compañía de Jesús en 1956. Es profesor de Teología y director del Centro Monseñor Romero de la Universidad Centroamericana de San Salvador. Es miembro del Consejo Editorial de Concilium.
Desarrolló su ponencia "El Principio de la Misericordia. Bajar de la cruz a los pueblos crucificados". En ella, trató sobre aspectos de la misericordia del Padre, principalmente la imagen de Dios Padre y de un Padre que es Dios, aludiendo a la parábola del hijo pródigo y aludió al gozo del Padre.
El P. Sobrino enfatizó el primer momento de la misericordia refiriéndose al Libro de Éxodo cuando el Padre se revela a Moisés como el que es Misericordioso y busca liberar a su pueblo. Actualizó este ejemplo de dos maneras, preguntando cómo podríamos bajar de la cruz a los que sufren y proponiendo una parábola comparando el bajar de la cruz a los crucificados con el empujar una carreta, es decir, actualizar la imagen de una iglesia misericordiosa.
La Dra. Inés Serrano Fernández, Psicoterapeuta, introdujo el tema "El Valor terapéutico del Perdón". Habló del qué, cómo y porqué del perdón; de los conceptos fundamentales a tener en cuenta en una terapia de perdón y cómo con la ayuda de la misericordia de Dios se logra la sanación terapéutica. Explicó el perdón como proceso de sanación mental y psicológica y el efecto del perdón en la salud, proporcionando datos valiosos y procesos específicos refiriéndose a reconocidos autores.
La mesa redonda "La misericordia en la acción social de la Iglesia" con aportaciones del Lic. Sebastian Mora Rosado, Secretario General de Cáritas, Lic. Javier Menéndez Ros, Director de Ayuda a la Iglesia necesitada y Lic. Carla Gil, presidenta de Manos Unidas. Los aportes de los participantes enriquecieron notablemente las facetas de la misericordia vistas anteriormente desde su experiencia en las organizaciones caritativas que presiden.
El día concluyó con las comunicaciones: "Acción misericordiosa". El Dr. Esteban Monjas Ayuso, propuso la Misericordia de Dios en "El Quijote" y por último el Dr. Javier Marín Marín, "Vínculo entre la acción educativa y la misericordia".
(Universidad de la Mística)

Ni en Israel he encontrado tanta fe

Lectura del santo Evangelio según san Lucas 7, 1-10
En aquel tiempo, cuando Jesús terminó de exponer todas sus enseñanzas al pueblo, entró en Cafarnaún.
Un centurión tenía enfermo, a punto de morir, a un criado a quien estimaba mucho. Al oír hablar de Jesús, el centurión le envió unos ancianos de los judíos, rogándole que viniese a curar a su criado. Ellos, presentándose a Jesús, le rogaban encarecidamente:
«Merece que se lo concedas, porque tiene afecto a nuestro gente y nos ha construido la sinagoga».
Jesús se puso en camino con ellos. No estaba lejos de la casa, cuando el centurión le envió unos amigos a decirle:
«Señor, no te molestes; porque no soy digno de que entres bajo mi techo; por eso tampoco me creí digno de venir a ti personalmente. Dilo de palabra, y mi criado quedará sano. Porque también yo soy un hombre sometido a una autoridad y con soldados a mis órdenes; y le digo a uno: "Ve", y va; al otro: "Ven", y viene; y a mi criado: "Haz esto", y lo hace».
Al oír esto, Jesús se admiró de él y, volviéndose a la gente que lo seguía, dijo:
-«Os digo que ni en Israel he encontrado tanta fe».
Y al volver a casa, los enviados encontraron al siervo sano.
Palabra del Señor.

Dios nos espera con los brazos abiertos, con su gracia podemos renacer: el Papa en el Ángelus


Queridos hermanos y hermanos, ¡buenos días!
La liturgia de hoy nos propone el capítulo 15 del Evangelio de Lucas, considerado el capítulo de la misericordia, que contiene tres parábolas con las cuales Jesús responde a las murmuraciones de los escribas y de los fariseos. Ellos critican su comportamiento y dicen: “Este hombre recibe a los pecadores y come con ellos” (v. 2). Con estos tres relatos Jesús quiere hacer entender que Dios Padre es el primero en tener una actitud acogedora y misericordiosa hacia los pecadores. Dios tiene esta actitud. En la primera parábola Dios es presentado como un pastor que deja las noventa y nueve ovejas para ir a la búsqueda de aquella perdida. En la segunda, es comparado con una mujer que perdió una moneda y la busca hasta que la encuentra. En la tercera parábola Dios es imaginado como un padre que acoge al hijo que se había alejado; la figura del padre desvela el corazón de Dios, de Dios misericordioso manifestado en Jesús.
Un elemento común de estas parábolas es aquel expresado por los verbos que significan alegrarse juntos, festejar. No se habla de estar de luto. Se goza, se festeja. El pastor llama a amigos y vecinos y les dice: "Alégrense conmigo, porque encontré la oveja que se me había perdido" (v.6); la mujer llama a las amigas y a las vecinas diciendo: "Alégrense conmigo, porque encontré la moneda que se me había perdido" (v. 9); el padre dice al otro hijo: “Es justo que haya fiesta y alegría, porque tu hermano estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido encontrado" (v.32). En las primeras dos parábolas el acento está puesto en la alegría tan incontenible que es necesario compartirla con “amigos y vecinos”. En la tercera parábola, el acento se pone en la fiesta que parte del corazón del padre misericordioso y se expande a toda su casa. ¡Esta fiesta de Dios por aquellos que regresan a Él arrepentidos se entona como nunca con el Año Jubilar que estamos viviendo, como dice el mismo término “Jubileo”! Es decir, júbilo.
 Con estas tres parábolas, Jesús nos presenta el rostro verdadero de Dios, un Padre de brazos abiertos, que trata a los pecadores con ternura y compasión.La parábola que más conmueve, - a todos - porque manifiesta el infinito amor de Dios, es aquella del padre que estrecha hacia él y abraza al hijo reencontrado. Y lo que impresiona no es tanto la triste historia de un joven que precipita en la degradación sino sus palabras decisivas: “Ahora mismo iré a la casa de mi padre” (v. 18). El camino de regreso a casa es el camino de la esperanza y de la vida nueva. Dios espera siempre nuestro ponernos en viaje, nos espera con paciencia, nos mira cuando estamos lejanos, nos viene al encuentro, nos abraza, nos besa, nos perdona. ¡Así es Dios! ¡Así es nuestro Padre! Y su perdón cancela el pasado y nos regenera en el amor. Olvida el pasado: y ésta es la debilidad de Dios. Cuando nos abraza y nos perdona, pierde la memoria. ¡No tiene memoria! Olvida el pasado. Cuando nosotros pecadores nos convertimos y nos hacemos encontrar por Dios, no nos esperan reproches y durezas, porque Dios salva, vuelve a recibirnos en casa con alegría y festeja. Jesús mismo en el Evangelio de hoy, dice así: “Habrá alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta más que por  99 justos que no tienen necesidad de conversión”. Y les hago una pregunta:
¿Alguna vez han pensado que cada vez que nos acercamos al confesionario, hay alegría y fiesta en el cielo? ¿Han pensado esto? ¡Es hermoso!
Esto nos infunde gran esperanza porque no hay pecado en el que hayamos caído del cual, con la gracia de Dios, no podemos renacer; no hay una persona irrecuperable: ¡nadie es irrecuperable! Porque Dios no deja jamás de querer nuestro bien, ¡aun cuando pecamos!
La Virgen María, Refugio de los pecadores, haga nacer en nuestros corazones la confianza que se encendió en el corazón del hijo pródigo: “Ahora mismo iré a la casa de mi padre y le diré: "Padre, pequé contra el Cielo y contra ti” (v. 18). Por este camino, podemos dar alegría a Dios, y su alegría puede volverse su fiesta y la nuestra.
(Traducción del italiano: María Cecilia Mutual, Radio Vaticano)


Nada nos impida ser amigos de Jesús y testimoniar la misericordia, alienta el Papa a peregrinos del mundo

 Acerquémonos sin temor a Jesús, acogiendo su gracia para que sane nuestras heridas, nos reconcilie con nuestros hermanos y renueve nuestras vidas en la paz y en la alegría de los hijos de Dios. Fue la exhortación del Papa Francisco a los peregrinos de tantas partes del mundo,  en su audiencia jubilar del sábado 10 de septiembre.
Reiterando y sintetizando su catequesis central en italiano, sobre «Misericordia y Redención» el Obispo de Roma alentó a los peregrinos jubilares a testimoniar el don que recibimos de Cristo: la verdadera libertad, que nos hace hijos de Dios. El don de la redención y de la vida nueva en el Señor:
«Hermanos y hermanas, la audiencia jubilar de hoy nos recuerda que no estamos solos en nuestras dificultades, en nuestras angustias y  dolores.  A nuestro lado está siempre Dios Redentor, que nos fortalece y nos sostiene con su Palabra; nos libera del pecado; nos levanta y eleva hacia Él y nos conduce a una vida nueva. ¡Tengamos confianza siempre en su misericordia!
Les deseo que nada ni nadie les pueda impedir vivir y crecer en la amistad de Dios. Dejen más bien que su amor los regenere como hijos y los reconcilie con Él y con los hermanos».
Con su cordial bienvenida, el Santo Padre dirigió un saludo especial a los participantes en dos peregrinaciones nacionales, la de la República Checa y la de Rumanía.
A la primera, encabezada por el Cardenal Vlk, agradeció la imagen que le donaron de Santa Inés de Bohemia, alentó a poner en práctica las obras de misericordia y pidió también que lleven el saludo del Papa a sus compatriotas:
«Queridos hermanos y hermanas, les deseo que vivan con fe este Jubileo, redescubriendo la belleza de cumplir las obras de misericordia, manifestación concreta del amor de Dios para cada uno de sus hijos. Lleven mi saludo a sus connacionales y, al tiempo que les pido que sigan rezando por mí, imparto de corazón la Bendición Apostólica a ustedes y a sus familias ¡alabado sea Jesucristo!»
En las palabras del Papa a los peregrinos rumanos, su exhortación a las obras de misericordia y a la unidad de los cristianos, a ser signos visibles de que Dios nunca quiere dejar a nadie solo y necesitado:
«Queridos hermanos y hermanas, obrar la misericordia quiere decir servir a la vida y a la comunión. Cada uno de nosotros puede ser levadura de vida e instrumento de comunión en su propia familia, en su trabajo, en su parroquia y en los grupos a los que pertenece. Los invito a ser,  en su día a día, un signo visible de la misericordia de Dios, que no quiere dejar a nadie en la soledad y en la necesidad. Fortalecidos con la oración y las obras de caridad, vayamos adelante juntos, con todos los cristianos, por el camino hacia la unidad. Los bendigo de corazón a ustedes y a sus familias. Cuento con sus oraciones ¡Alabado sea Jesucristo!»
Con especial emoción, el Santo Padre saludó al grupo del Servicio Nacional italiano de la Protección Civil, que no pudo estar presente para «proseguir la preciosa obra de socorro y asistencia a las poblaciones asoladas por el terremoto del pasado 24 de agosto». Y agradeció de corazón su dedicación y generosa ayuda.
A todos deseó el Papa Francisco que el pasar por la Puerta Santa suscite en cada uno el anhelo de ser cada vez más testimonios de misericordia, impulsando así la fe y el espíritu misionero en sus comunidades. Y después de expresar a los participantes en el Jubileo de las Universidades y de los Centros de investigación su anhelo de que «la enseñanza sea rica de valores, para formar a personas que sepan hacer fructificar los talentos que Dios les ha donado», resonó la invitación a los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados, a invocar los Nombres de Jesús y de María:
«Exhorto a los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados a invocar con especial intensidad los Nombres de Jesús y de María para que nos enseñen a amar plenamente a Dios y al prójimo».
(CdM – RV)
(from Vatican Radio)