martes, 23 de febrero de 2016

"Redescubramos la belleza de profesar la fe", señala en el día de la Cátedra de Pedro

Francisco insta a la Curia romana a "que nadie se sienta aquí ignorado o  o maltratado"

Y lo reconocerán caminando, como Jesús, al lado del pueblo. El Papa Francisco abrió esta fría mañana de Roma el Jubileo de la Curia y del personal del Estado vaticano peregrinando a pie desde el Aula Pablo VI hasta la basílica de San Pedro. Y lo hizo sin atributos, con su abrigo blanco, caminando en silencio junto a los trabajadores de la Santa Sede. No estuvo rodeado de obispos, cardenales u oropeles, sino de varios hombres y mujeres, algunos de ellos acompañados por sus hijos.
El día en que se celebra la Cátedra de San Pedro, Francisco quiso dejar claro que el puesto no es lo esencial, sino Cristo. "Cristo es la piedra sobre la que tenemos que construir", señaló el Papa, quien insistió en que "la Iglesia, aún agitada y golpeada por los acontecimientos de la historia, no cae: está fundada sobre la piedra. La piedra es Cristo".
"Dejemos que el Señor nos libere de toda tentación que aleja de lo esencial de nuestra misión, y redescubramos la belleza de profesar la fe", pidió el Papa, quien reclamó a la Curia romana "que nadie se sienta ignorado o maltratado, sino que cada uno pueda experimentar aquí el cuidado del Buen Pastor".
Ante la pregunta "Vosotros, ¿quién decís que soy yo?", "clara y directa , frente a la cual no se puede escapar o permanecer neutral, o retrasar la respuesta o delegar a otra persona" Una pregunta donde "no hay nada inquisitorial, sino que está llena de amor" y una petición a "renovar la profesión de fe", desde el Papa al último de los hermanos.
Una profesión de fe de la que "se deriva para cada uno de nosotros el deber de responder a la llamada de Dios". En el caso de los pastores, "obligados a tener el mismo modelo que Dios, que cuida de su rebaño, y va en busca de la oveja perdida (...). Un comportamiento que no conoce fronteras, una dedicación fiel, constante, sin condiciones", y que también comporta "dejar que el rostro de Dios, el Buen Pastor, nos ilumine, nos purifique, nos transforme". "Que nadie se sienta descuidado o maltratado, y que cada uno puede experimentar, en primer lugar aquí, el amoroso cuidado del Buen Pastor".
"Estamos llamados a ser colaboradores de Dios en una empresa tan importante y única como la de ser testigos del Espíritu", señaló el Papa, quien pidió que "el Señor nos libre de toda tentación que se aleje de lo esencial de nuestra misión". "La fidelidad al ministerio se combina con la misericordia que queremos experimentar (...). Fidelidad y  misericordia son un binomio inseparable", culminó Francisco.

 (J. Bastante).-

QUIEN SIGUE EL BUEN CAMINO VERÁ LA SALVACIÓN DE DIOS

Del Salmo: 49
Al que sigue buen camino
le haré ver la salvación de Dios

«No te reprocho tus sacrificios ,
pues siempre están tus holocaustos ante mí.
pero no aceptaré un becerro de tu casa,
ni un cabrito de tus rebaños.

Al que sigue buen camino
le haré ver la salvación de Dios

¿Por qué recitas mis preceptos y
tienes siempre en la boca mi alianza,
tú que detestas mi enseñanza
y te echas a la espalda mis mandatos?

Al que sigue buen camino
le haré ver la salvación de Dios

Esto haces, ¿y me voy a callar?
¿Crees que soy como tú;
El que me ofrece acción de gracias, ése me honra;
al que sigue buen camino
le haré ver la salvación de Dios.»

Al que sigue buen camino
le haré ver la salvación de Dios


HOMILÍA DEL PAPA FRANCISCO SOBRE EL EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO 23,1-12.

La Cuaresma es el tiempo propicio para cambiar de vida y acercarse a Jesús pidiendo perdón, arrepentidos y dispuestos a testimoniar su luz ocupándose de los necesitados:


«Esto es la Cuaresma, un tiempo para acercarnos más al Señor. En la primera lectura de hoy (Isaías 1, 10.16-20), el Señor llama a la conversión; y curiosamente llama a dos ciudades pecadoras», Sodoma y Gomorra, a las que dirige la invitación: «Convertíos, cambiad de vida, acercaos al Señor». 



«Esta es la invitación de la Cuaresma: son cuarenta días para acercarnos al Señor, para estar más cerca de Él. Porque todos nosotros necesitamos cambiar la vida». Y es inútil decir: «Pero, padre, yo no soy tan pecador...», porque «todos tenemos dentro alguna cosa y si miramos en nuestra alma encontraremos alguna cosa que no funciona, todos». 


La Cuaresma, por lo tanto, «nos invita a ajustar, a acomodar nuestra vida» indicó el Pontífice. Es precisamente esto lo que nos permite acercarnos al Señor. Al respecto, el Papa citó una vez más las palabras de la primera lectura: «Aunque vuestros pecados sean como escarlata, quedarán blancos como nieve». 


Y continuó: «“Yo te cambio el alma”: esto nos dice Jesús. ¿Y qué nos pide? Que nos acerquemos. Que nos acerquemos a Él. Dios es Padre; nos espera para perdonarnos. Y nos da un consejo: “No seáis como los hipócritas”».


«Lo hemos leído en el Evangelio de hoy: este tipo de acercamiento el Señor no lo quiere. Él quiere un acercamiento sincero, auténtico. En cambio, ¿qué hacen los hipócritas? Se maquillan. Se maquillan de buenos. Ponen cara de estampa, rezan mirando al cielo, haciéndose ver, se sienten más justos que los demás, despreciando a los demás». Y presumen de ser buenos católicos porque tienen conocidos entre bienhechores, obispos y cardenales.


«Esto es la hipocresía —destacó—. Y el Señor dice no», porque nadie debe sentirse justo. «Todos necesitamos ser justificados —repitió el obispo de Roma— y el único que nos justifica es Jesucristo. Por ello debemos acercarnos: para no ser cristianos maquillados». Cuando la apariencia se desvanece «se ve la realidad y éstos no son cristianos». 

«¿Cuál es la piedra de toque? Lo dice el Señor mismo en la primera lectura: “Lavaos, purificaos, apartad de mi vista vuestras malas acciones. Dejad de hacer el mal, aprended a hacer el bien”». Esta, repitió, es la invitación. 


Pero, «¿cuál es la señal de que estamos en el buen camino? Lo dice la Escritura: socorrer al oprimido, cuidar al prójimo, al enfermo, al pobre, a quien tiene necesidad, al ignorante. Esta es la piedra de toque». Y aún más: «Los hipócritas no pueden hacer esto, porque están tan llenos de sí mismos que son ciegos para mirar a los demás». 


Pero «cuando uno camina un poco y se acerca al Señor, la luz del Padre hace ver estas cosas y va a ayudar a los hermanos. Este es el signo de la conversión». 



Cierto, añadió, esta «no es toda la conversión; porque la conversión —explicó— es el encuentro con Jesucristo. Pero la señal de que estamos con Jesús es precisamente esta: atender a los hermanos, a los pobres, a los enfermos como el Señor nos enseña en el Evangelio». Por lo tanto, la Cuaresma sirve para «cambiar nuestra vida, para ajustar la vida, para acercarnos al Señor». 



Mientras que la hipocresía es «el signo de que estamos lejos del Señor». El hipócrita «se salva por sí mismo, al menos así piensa», continuó el Santo Padre. 


Así, la conclusión: «Que el Señor nos dé a todos luz y valor: luz para conocer lo que sucede dentro de nosotros y valor para convertirnos, para acercarnos al Señor. Es hermoso estar cerca del Señor».
(Papa Francisco, homilía del 18 de marzo de 2014)

QUE EL MÁS GRANDE ENTRE USTEDES SEA SERVIDOR DE TODOS



Evangelio según San Mateo 23,1-12.

Jesús dijo a la multitud y a sus discípulos:

"Los escribas y fariseos ocupan la cátedra de Moisés;
ustedes hagan y cumplan todo lo que ellos les digan, pero no se guíen por sus obras, porque no hacen lo que dicen.

Atan pesadas cargas y las ponen sobre los hombros de los demás, mientras que ellos no quieren moverlas ni siquiera con el dedo.

Todo lo hacen para que los vean: agrandan las filacterias y alargan los flecos de sus mantos;
les gusta ocupar los primeros puestos en los banquetes y los primeros asientos en las sinagogas,
ser saludados en las plazas y oírse llamar 'mi maestro' por la gente.

En cuanto a ustedes, no se hagan llamar 'maestro', porque no tienen más que un Maestro y todos ustedes son hermanos.

A nadie en el mundo llamen 'padre', porque no tienen sino uno, el Padre celestial.

No se dejen llamar tampoco 'doctores', porque sólo tienen un Doctor, que es el Mesías.

Que el más grande de entre ustedes se haga servidor de los otros, porque el que se ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado".

Misericordia en el profeta Ezequiel

Ezequiel 34, 11-16

11 "Porque así dice el Señor Yahvé: Aquí estoy yo; yo mismo cuidaré de mi rebaño y velaré por él.  

12 Como un pastor vela por su rebaño cuando se encuentra en medio de sus ovejas dispersas, así velaré yo por mis ovejas. Las recobraré de todos los lugares donde se habían dispersado en día de nubes y brumas.  

13 Las sacaré de en medio de los pueblos, las reuniré de los países, y las llevaré de nuevo a su suelo. Las pastorearé por los montes de Israel, por los barrancos y por todos los poblados de esta tierra. 

14 Las apacentaré en buenos pastos, y su majada estará en los montes de la excelsa Israel. Allí reposarán en buena majada; y pacerán pingües pastos por los montes de Israel.  

15 Yo mismo apacentaré mis ovejas y yo las llevaré a reposar, oráculo del Señor Yahvé.  

16 Buscaré la oveja perdida, tornaré a la descarriada, curaré a la herida, confortaré a la enferma; pero a la que está gorda y robusta la exterminaré; las pastorearé con justicia. 

Ezequiel 36, 22-32

22 Por eso, di a la Casa de Israel: Esto dice el Señor Dios: No lo hago por vosotros, Casa de Israel, sino por mi santo Nombre, profanado por vosotros en las naciones adonde fuisteis.  

23 Mostraré la santidad de mi Nombre ilustre profanado entre los paganos, que vosotros profanasteis en medio de ellos, y sabrán los paganos que yo soy el Señor -oráculo del Señor Dios- cuando les muestre mi santidad en vosotros. 

24 Os recogeré por las naciones, os reuniré de todos los países y os llevaré a vuestra tierra. 

25 Os rociaré con un agua pura que os purificará: de todas vuestras inmundicias e idolatrías os he de purificar.  

26 Os daré un corazón nuevo y os infundiré un espíritu nuevo; arrancaré de vuestra carne el corazón de piedra y os daré un corazón de carne. 

27 Os infundiré mi espíritu y haré que caminéis según mis preceptos y que cumpláis mis mandatos poniéndolos por obra. 

28 Habitaréis en la tierra que di a vuestros padres; vosotros seréis mi pueblo y yo seré vuestro Dios

29 Os libraré de vuestras inmundicias, llamaré al grano y lo haré abundar y no os dejaré pasar hambre; 

30 haré que abunden los frutos de los árboles y las cosechas de los campos, para que no os insulten los paganos llamándoos muertos de hambre. 

31 Al acordaros de vuestra conducta perversa y de vuestras malas acciones, sentiréis asco de vosotros mismos por vuestras culpas y abominaciones. 

32 Sabedlo bien, no lo hago por vosotros -oráculo del Señor Dios-; avergonzaos y sonrojaos de vuestra conducta, Casa de Israel. 

¿Qué belleza salvará al mundo? El abrazo invisible

"Una persona que aprecia la misericordia tiene una mayor capacidad para la empatía"
En la novela El idiota de F. Dostoievski, el ateo Hippolit pregunta al príncipe Myskin: "¿Es verdad, príncipe, que dijisteis un día que al mundo lo salvará la belleza? Señores -gritó fuerte dirigiéndose a todos-, el príncipe afirma que el mundo será salvado por la belleza... ¿Qué belleza salvará al mundo?". (El idiota, p. III, cap. V). El príncipe, como muchos de nosotros, guarda silencio ante preguntas tan profundas que requieren análisis y reflexión. Y es que el silencio parece ser la mejor respuesta a una situación donde las palabras escasean y hasta cierto punto estorban: el príncipe estaba junto a un joven que estaba muriendo de tuberculosis. Su silencio parece decir que la belleza que salvará al mundo es el amor que comparte el sufrimiento. Ese amor, es el amor que es misericordia, es la belleza que caracteriza al buen Pastor que nos guía con cariño por las sendas de Dios.
En este año de la misericordia los creyentes debemos estar atentos a las distintas voces de la sociedad que nos llaman a poner en práctica nuestra fe. Una de ellas es abrazo no reconocido ni aclamado que nos piden las agencias de adopción de niños huérfanos a través de su página web: http://qic-ag.org/
Las agencias de adopción de New York necesitan voluntarios para abrazar, mimar y dar amor a los recién nacidos que esperan ser adoptados. Hacen falta voluntarios dispuestos a abrazar a los bebés durante sus primeras semanas de existencia. Se espera con ilusión a los voluntarios. Todos los voluntarios que deseen mostrar el amor que comparte el abandono y el sufrimiento se someterán a una revisión de sus antecedentes. Las agencias ayudarán a cubrir los gastos necesarios. La Iglesia por medio de la institución Catholic Relief Services (Servicio de auxilio católico) está comprometida de alguna manera con esta tarea.
¿Qué belleza salvará al mundo? No es suficiente denunciar las atrocidades del mundo, ni hablar de justicia, de deberes, de bien común, de programas pastorales para vivir la misericordia. Es necesario pensar y actuar con un corazón lleno de amor compasivo y misericordioso. (Cf. C. M. Martini). Toda ocasión es oportuna y esta es una de ellas.
Una persona que aprecia la misericordia tiene una mayor capacidad para la empatía, un sentido más refinado de las diferentes formas de tristeza y un conocimiento más amplio del repertorio de emociones. Los gestos y actitudes misericordiosas nos abren hacia una visión del mundo que nos ayuda a cultivar la vida interior. El abrazo, el cariño y el amor que podamos dar a los bebés, a los niños, a los ancianos es un bálsamo invisible que remite a las profundidades del Evangelio. La belleza que salvará al mundo en muchas ocasiones puede ser ese abrazo que no puede ser visible ni aplaudido,precisamente por tratarse de una realidad humana fundamental que nos invita a salir de nosotros mismos, a olvidarnos, a gustar la belleza del darse a los demás.

(Lucio Nontol, T.O.R.).-

Homilía del Papa: fidelidad y misericordia son un binomio inseparable


En la fiesta litúrgica de la Cátedra de San Pedro Apóstol, el Papa Francisco presidió, la mañana del lunes 22 de febrero, la concelebración de la Santa Misa en la Basílica de San Pedro para celebrar el Jubileo de la Misericordia como comunidad de servicio de la Curia Romana, del Gobernatorato y de las Instituciones relacionadas con la Santa Sede.

En su homilía el Papa Bergoglio destacó que tras atravesar la Puerta Santa y llegar hasta la tumba del Apóstol Pedro, para realizar la profesión de fe, la Palabra de Dios ilumina de modo especial todos los gestos, en el momento en a cada uno el Señor Jesús repite la pregunta que se lee en el Evangelio de Mateo: “Y ustedes, ¿quién dicen que soy?”.

“Una pregunta clara, ante la cual no es posible escapar o permanecer neutrales, ni postergar la respuesta o delegarla a otro. Pero en ella no hay nada de inquisitorio, es más, ¡Está llena de amor! El amor de nuestro único Maestro, que hoy nos llama a renovare la fe en Él, reconociéndolo como Hijo de Dios y Señor de nuestra vida. Y el primero llamado a renovar su profesión de fe es el Sucesor de Pedro, que lleva consigo la responsabilidad de confirmar a los hermanos” (Cfr. Lc 22, 32).
El Pontífice invitó a la asamblea a dejar que la gracia plasme nuevamente los corazones para creer, y abra las bocas para realizar la profesión de fe, y obtener así la salvación (Cfr. Rm10,10), haciendo nuestras – dijo – las palabras de Pedro en su respuesta a aquella pregunta del Maestro: “Tú eres Cristo, el Hijo de Dios vivo” (Mt 16,16).

“Que nuestro pensamiento y nuestra mirada estén fijos en Jesucristo, inicio y fin de toda acción de la Iglesia. Él es el fundamento y nadie puede poner uno diverso (1 Co 3, 11). Él es la roca sobre la que debemos construir. Lo recuerda con palabras expresivas San Agustín cuando escribe que la Iglesia, aun agitada y sacudida por las vicisitudes de la historia, ‘no se derrumba, porque está fundada en la piedra, de la que deriva el nombre de Pedro. No es la piedra la que toma su nombre de Pedro, sino que es Pedro quien lo toma de la piedra; así como el nombre de Cristo no deriva de cristiano, sino que el nombre cristiano deriva de Cristo. […] La piedra es Cristo, sobre cuyo fundamento también Pedro ha sido edificado’” (In Joh 124, 5: PL 35, 1972).

El Santo Padre afirmó asimismo en su homilía que de esta profesión de fe deriva para cada uno de nosotros el deber de corresponder a la llamada de Dios, a la vez que recordó que, ante todo a los pastores se les pide que tengan como modelo a Dios que cuida su rebaño, tal como lo describe el Profeta Ezequiel cuando afirma que Dios sale en busca de la oveja perdida, y cura a la herida o a la enferma. Un comportamiento – dijo el Papa – que es signo del amor que no conoce límites, porque su entrega es fiel, constante e incondicional, a fin de que su misericordia pueda alcanzar a los más débiles.

“Y sin embargo, no debemos olvidar que la profecía de Ezequiel parte de la constatación de las faltas de los pastores de Israel. Por tanto, nos hace bien también a nosotros, llamados a ser Pastores en la Iglesia, a dejar que el rostro de Dios, Buen Pastor, nos ilumine, nos purifique, nos transforme y nos devuelva plenamente renovados a nuestra misión. Que también en nuestros ue Que tQue ta ambientes de trabajo podamos sentir, cultivar y poner en práctica un fuerte sentido pastoral, ante todo hacia las personas que encontramos todos los días. Que nadie se sienta descuidado o maltratado, sino que cada uno pueda experimentar, ante todo aquí, el cuidado premuroso del Buen Pastor”.

Francisco reafirmó textualmente: “Estamos llamados a ser los colaboradores de Dios en una empresa tan fundamental y única como la de testimoniar con nuestra existencia la fuerza de la gracia que transforma y el poder del Espíritu que renueva”. Y añadió antes de concluir: “Dejemos que el Señor nos libere de toda tentación que aleja de lo esencial de nuestra misión y redescubramos la belleza de profesar la fe en el Señor Jesús”. Porque como dijo el Santo Padre “la fidelidad al ministerio bien se conjuga con la Misericordia de la que queremos hacer experiencia”.
“Por otra parte, en la Sagrada Escritura, fidelidad y misericordia son un binomio inseparable. Donde está una, allí se encuentra también la otra, y precisamente en su reciprocidad y complementariedad se puede ver la presencia misma del Buen Pastor. La fidelidad que se nos pide es la de actuar según el corazón de Cristo”.
Como hemos escuchado de las palabras del Apóstol Pedro – concluyó diciendo el Pontífice – debemos apacentar al rebaño con ánimo generoso a fin de llegar a ser modelo para todos. De modo que cuando aparezca el Pastor supremo, podamos recibir la corona de la gloria que no se marchita (1 P 5, 14).
(María Fernanda Bernasconi - RV).