Porque "la misericordia es el segundo nombre del amor", el
Papa Francisco pidió "un gesto concreto" durante el rezo del Angelus
de hoy. "Que cada parrroquia, cada comunidad religiosa, cada monasterio,
cada monasterio de Europa,acoja a una familia de prófugos,
comenzando por mi diócesis de Roma", señaló el Papa, quien también pidió
lo propio a "mis hermanos obispos de Europa".
Decenas de miles de
seres humanos huyen "de la guerra y del hambre", recordó el Papa,
quien señaló que "la esperanza cristiana es combativa".
"Frente a la tragedia de decenas de miles de prófugos, que huyen de la
muerte por la guerra y por el hambre, y están en camino hacia una esperanza de
vida, el Evangelio nos llama, nos pide ser prójimos de los más pequeños y
abandonados, a darles una esperanza concreta, no solamente pedirles
valor y paciencia", sostuvo el pontífice, que apunta esta acción como
preludio al Jubileo de la Misericordia.
La petición del Papa
supondrá que la gran mayoría de los refugiados que han llegado en las últimas
semanas a Europa puedan ser acogidos en instituciones de la Iglesia. En esta
ocasión, la respuesta de la Iglesia ha sido rotunda: de acogida
y misericordia. Las dos parroquias del Vaticano también acogerán a una familia, y no es
de extrañar que el propio Francisco reciba en Santa Marta a algunos de estos
hombres y mujer.
Francisco también se dirigió, en
español, a las autoridades de Venezuela y Colombia,que
en los últimos días han visto crecer la tensión en sus fronteras. "En
estos días -dijo- los obispos de Venezuela y Colombia se han reunido para
examinar juntos la dolorosa situación que ha creado en la frontera entre ambos
países. Veo en este ecuentro un claro signo de esperanza. Invito a todos, en
particular a los amados pueblos venezolano y colombiano a rezar para que con un
espíritu de solidaridad se puedan superar las actuales dificultades".
El
Pontífice también tuvo un recuerdo para el aniversario de la muerte de Madre
Teresa de Calcuta y para la beatificación que tuvo lugar ayer en Gerona. Las
tres religiosas "muertas por fidelidad a Cristo y a la Iglesia. No
obstante las amenazas, permanecieron valientemente en su lugar para asistir a
los enfermos confiando en Dios". "Que su heroico testimonio dé fuerza y esperanzas por cuantos son perseguidos
hoy a causa de la fe de Cristo. Y nosotros sabemos que hay muchos",
concluyó Bergoglio.
Durante
el Angelus, el Papa se refirió al Evangelio de Marcos en el capítulo 7, del
domingo 6 de setiembre de 2015. La sordera "expresa la incapacidad de escuchar y de comprender no solamente las palabras de los
hombres, sino también la Palabra de Dios", explicó.
Francisco
afirmó que "Dios no está cerrado en sí
mismo, sino que se abre y se pone en comunicación con la humanidad.
En su inmensa misericordia, supera el abismo de la infinita diferencia entre él
y nosotros, y viene a nuestro encuentro... Jesús es el gran constructor de
puentes. Construye en sí mismo el gran puente de la comunión plena con el
Padre".
El Sucesor en la Cátedra de Pedro dijo que "muchas veces
nosotros estamos replegados en nosotros mismos y creamos tantas islas
inaccesibles e inhabitables", incapaces de apertura recíproca "en la
pareja cerrada, en la familia cerrada, en el grupo cerrado, en la parroquia
cerrada, en la patria cerrada, y esto no es de Dios".
Y el Vicario de Cristo proclamó que precisamente "en el
origen de nuestra vida cristiana, en el Bautismo, están los gestos y esta
palabra de Jesús: "¡Effatá!, ¡Abrete!". Y el milagro se realiza:
Somos curados de la sordera del egoísmo y del mutismo de la cerrazón en sí
mismos, y fuimos inseridos en la gran familia de la Iglesia. Podemos ecuchar a
Dios que nos habla y comunicar su Palabra a cuantos no la han escuchado, o a
quienes la han olvidado o sepultado bajo las espinas de las preocupaciones y de
los engaños del mundo".