Mira a aquel cuyas manos y pies fueron
traspasados por los clavos, cuyos huesos pudieron contarse cuando pendía en la
cruz, cuyas vestiduras fueron sorteadas; mira cómo reina ahora el mismo que
ellos vieron pendiente de la cruz. Ve cómo se cumplen aquellas palabras: Lo
recordarán y volverán al Señor hasta de los confines del orbe; en su presencia
se postrarán las familias de los pueblos. Y, viendo esto, exclama lleno de
gozo: Lo que habíamos oído lo hemos visto. Con razón se aplican a la Iglesia
llamada de entre los gentiles las palabras del salmo: Escucha, hija, mira:
olvida tu pueblo y la casa paterna. Escucha y mira: primero escuchas lo que no
ves, luego verás lo que escuchaste. Un pueblo extraño —dice otro salmo— fue mi
vasallo; me escuchaban y me obedecían. Si obedecían porque escuchaban es señal
de que no veían.
¿Y cómo hay que entender aquellas palabras: Verán algo que no les ha sido anunciado y entenderán sin haber oído? Aquellos a los que no habían sido enviados los profetas, los que anteriormente no pudieron oírlos, luego, cuando los oyeron, los entendieron y se llenaron de admiración. Aquellos otros, en cambio, a los que habían sido enviados, aunque tenían sus palabras por escrito, se quedaron en ayunas de su significado y, aunque tenían las tablas de la ley, no poseyeron la heredad. [...]
No se engrían los que dicen: El Mesías está aquí o está allí. El que dice: Está aquí o está allí induce a división. Dios ha prometido la unidad: los reyes se alían, no se dividen en facciones.
De los comentarios de san Agustín, obispo, sobre los salmos
(Salmo 47, 7: CCL 38, 543-545)
¿Y cómo hay que entender aquellas palabras: Verán algo que no les ha sido anunciado y entenderán sin haber oído? Aquellos a los que no habían sido enviados los profetas, los que anteriormente no pudieron oírlos, luego, cuando los oyeron, los entendieron y se llenaron de admiración. Aquellos otros, en cambio, a los que habían sido enviados, aunque tenían sus palabras por escrito, se quedaron en ayunas de su significado y, aunque tenían las tablas de la ley, no poseyeron la heredad. [...]
No se engrían los que dicen: El Mesías está aquí o está allí. El que dice: Está aquí o está allí induce a división. Dios ha prometido la unidad: los reyes se alían, no se dividen en facciones.
De los comentarios de san Agustín, obispo, sobre los salmos
(Salmo 47, 7: CCL 38, 543-545)
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