lunes, 19 de octubre de 2015

Homilía del Papa: el apego a la riqueza divide a las familias


Jesús no condena la riqueza sino el apego a la riqueza que divide a las familias y provoca las guerras. Lo afirmó el Papa Francisco en su homilía de la Misa matutina celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta.  
El apego a las riquezas es una idolatría
El Papa Francisco recordó que no es posible “servir a dos patrones”: o se sirve a Dios o a la riqueza. Jesús “no está contra las riquezas en sí mismas”, sino que advierte ante el hecho de poner la propia seguridad en el dinero que puede hacer de la “religión una agencia de seguros”. Además, el apego al dinero divide, como dice el Evangelio que refiere acerca de los “dos hermanos que pelean por la herencia”:

“Pero pensamos nosotros en cuántas familias conocemos que han peleado, pelean, no se saludan, se odian por una herencia. Y éste es uno de los casos. El amor de la familia, el amor de los hijos, de los hermanos, de los padres no es más importante, no, es el dinero. Y esto destruye. También las guerras, las guerras que hoy vemos. Sí, hay un ideal, pero detrás está el dinero: el dinero de los traficantes de armas, el dinero de aquellos que se aprovechan de la guerra. Y ésta es una familia, pero todos  – estoy seguro – todos conocemos al menos a una familia dividida por este motivo. Y Jesús es claro: ‘Presten atención y estén lejos de toda codicia: es peligroso’. La codicia. Porque nos da esta seguridad que no es verdadera y te lleva sí a rezar  – tú puedes rezar, ir a la Iglesia – pero también a tener el corazón apegado, y, al final, termina mal”.
Jesús relata la parábola de un hombre rico, “un buen empresario”, cuyo “campo había producido tan abundantemente” que “estaba lleno de riquezas”…
“… Y en lugar de pensar: ‘Compartiré esto con mis obreros, con mis empleados, para que también ellos tengan un poco más para sus familias’, razonaba para sí: ‘¿Qué haré, puesto que no tengo dónde poner mi cosecha? Ah, haré así: demoleré mis depósitos y construiré otros más grandes’. Cada vez más. La sed del apego a las riquezas no termina jamás. Si tú tienes el corazón apegado a la riqueza – cuando tienes tantas – quieres más. Y éste es el dios de la persona que se apega a las riquezas”.
El camino de la salvación  – afirmó el Papa – es el de las Bienaventuranzas: “la primera es la pobreza de espíritu”, es decir, no estar apegado a las riquezas que  – si se las poseen – deben estar “al servicio de los demás, para compartir, para que tanta gente vaya adelante”.

Y el signo de que no tenemos “este pecado de idolatría” es dar limosna, es dar “a aquellos que tienen necesidad” y dar no de lo superfluo sino de lo que me cuesta “alguna privación” porque tal vez “sea necesario para mí”. “Eso es un buen signo. Eso significa que es más grande el amor a Dios que el apego a las riquezas”. Por tanto, hay tres preguntas que podemos hacernos, dijo Francisco:

“Primera pregunta: ‘¿Doy?’. Segunda: ‘¿Cuánto doy?’. Tercera pregunta: ‘¿Cómo doy? ¿Cómo da Jesús, con la caricia del amor o como quien paga un impuesto? ¿Cómo doy?’. ‘Pero padre, ¿qué quiere decir usted con esto?’. Cuando tú ayudas a una persona, ¿la miras a los ojos? ¿Le tocas la mano? Es la carne de Cristo, es tu hermano, tu hermana. Y tú en aquel momento eres como el Padre que no permite que le falte el alimento a los pajaritos del Cielo. Con cuánto amor da el Padre. Pidamos al Señor la gracia de estar libres de esta idolatría, el apego a las riquezas; la gracia de mirarlo a Él, tan rico en su amor y tan rico en su generosidad, en su misericordia; y la gracia de ayudar a los demás con el ejercicio de la limosna, pero como lo hace Él. ‘Pero, padre, Él no se ha privado de nada…’. Jesucristo, siendo igual a Dios, se privó de esto, se abajó, se aniquiló, y también Él se ha privado”.
(María Fernanda Bernasconi - RV).


Un Sínodo dividido vota mañana las conclusiones de los círculos menores

Francisco "mantiene silencio, escucha y toma notas constantemente", afirma un sinodal español
"La discusión está siendo muy serena, sincera y en un clima inmejorable. Ahora empieza el momento crucial. Este lunes votaremos las conclusiones de los círculos menores". Uno de los sinodales españoles relata a Religión Digital sus impresiones, pocos días antes de que concluya el Sínodo de la Familia.
Según asegura, hasta el momento existe unconsenso "que raya en unanimidad" en torno a la mayoría de cuestiones, especialmente en lo relativo a un cambio de lenguaje y a promover el ejemplo de la familia tradicional como válido para la sociedad actual. En cuanto a los temas más polémicos, como la comunión a los divorciados vueltos a casar, la acogida a los homosexuales o el reconocimiento de aspectos positivos en las relaciones estables no matrimoniales, este sinodal confiesa que "hay dos grupos claramente diferenciados, opuestos y definidos, y una mayoría, en medio, sin decantarse".
Lo que sí parece claro es que el Papa Francisco, "que no se pronuncia en la sala, sino que mantiene un prudente silencio, y escucha y toma notas constantemente", aboga por una apertura lo más consensuada posible. Tal vez por ello no ha aclarado si habrá o no un documento final, pues "quiere que todos nos pronunciemos en total libertad, sin temor a que las posturas minoritarias puedan sentirse desplazadas. Este Papa quiere rotundamente la comunión: no va a romper la Iglesia".
Las palabras de este padre sinodal coinciden con las recabadas desde otros ámbitos. Así, la idea que empieza a emerger sería favorecer "el acompañamiento personalizado" hacia el matrimonio y una mayor flexibilidad ante quienes no observan un estilo de vida acorde con las enseñanzas de la Iglesia, sin alterar los dogmas, informan las agencias.
De esta forma, se podría llegar a un compromiso entre la mayoría de obispos, que abogan por un cambio moderado, sin radicalismos.
Un consenso semejante significaría que mientras el matrimonio seguiría siendo entre un hombre y una mujer de por vida, cada obispo podría, por ejemplo, decidir si un divorciado de su comunidad que se ha vuelto a casar tiene derecho a la comunión.
Francisco lo reafirmó el sábado: "No es apropiado que el papa ocupe el lugar de los obispos para solucionar los problemas a los que hacen frente en su diócesis". Al contrario, la Iglesia debe avanzar hacia "una sana descentralización", dijo.
Sin aprobar su modo de vida, el pontífice ha expresado en muchas ocasiones su respeto por los divorciados, las mujeres que abortaron, las madres solteras o los homosexuales.
La Iglesia se "traicionaría" a sí misma si cerrara sus puertas a "quien llama para pedir ayuda y apoyo", dijo el papa en la apertura del sínodo.
Sin embargo, algunos expertos advierten que el papa no irá muy lejos.
"El papa podría avanzar rápidamente solo, pero no quiere", dijo Gian Guido Vecchi, vaticanista del Corriere della Sera. "La Iglesia necesita tiempo para cambiar".
Después del sínodo, el papa podría solicitar a grupos de expertos que continúen trabajando en temas sensibles.
"El pontífice no quiere bajo ningún concepto dividir la Iglesia", confirma Ignazio Ingrao, experto religioso de la revista Panorama.
"Hay un consenso en el 90% de los temas. En el último 10%, el papa trata de ver si es posible un acuerdo. Si no, no lo forzará", prevé Ingrao.
 Jesús Bustamante


Apremiante llamamiento del Papa por la Paz en Oriente Medio a la hora del Ángelus

Queridos hermanos y hermanas,

Sigo con gran preocupación la situación de tensión y violencia que afecta la Tierra Santa. 
En este momento se necesita mucho coraje y mucha fortaleza de ánimo para decir no al odio y a la venganza y cumplir gestos de paz. Por esto rezamos, para que Dios refuerce en todos, gobernantes y ciudadanos, la valentía de oponerse a la violencia y de realizar pasos concretos de distensión. 
En el contexto actual de Oriente Medio es más que nunca decisivo que se haga la paz en la Tierra Santa: esto nos pide Dios y el bien de la humanidad.

El servicio por los demás y la humildad, en el centro de la homilía del Papa por las canonizaciones

Las lecturas bíblicas de hoy nos hablan del servicio y nos llaman a seguir a Jesús a través de la vía de la humildad y de la cruz.
El profeta Isaías describe la figura del Siervo de Yahveh (53,10-11) y su misión de salvación. Se trata de un personaje que no ostenta una genealogía ilustre, es despreciado, evitado de todos, acostumbrado al sufrimiento. Uno del que no se conocen empresas grandiosas, ni célebres discursos, pero que cumple el plan de Dios con su presencia humilde y silenciosa y con su propio sufrimiento. Su misión, en efecto, se realiza con el sufrimiento, que le ayuda a comprender a los que sufren, a llevar el peso de las culpas de los demás y a expiarlas. La marginación y el sufrimiento del Siervo del Señor hasta la muerte, es tan fecundo que llega a rescatar y salvar a las muchedumbres.
Jesús es el Siervo del Señor: su vida y su muerte, bajo la forma total del servicio (cf. Flp 2,7), son la fuente de nuestra salvación y de la reconciliación de la humanidad con Dios. El kerigma, corazón del Evangelio, anuncia que las profecías del Siervo del Señor se han cumplido con su muerte y resurrección. La narración de san Marcos describe la escena de Jesús con los discípulos Santiago y Juan, los cuales –sostenidos por su madre– querían sentarse a su derecha y a su izquierda en el reino de Dios (cf. Mc 10,37), reclamando puestos de honor, según su visión jerárquica del reino. El planteamiento con el que se mueven estaba todavía contaminado por sueños de realización terrena. Jesús entonces produce una primera «convulsión» en esas convicciones de los discípulos haciendo referencia a su camino en esta tierra: «El cáliz que yo voy a beber lo beberéis … pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo, sino que es para quienes está reservado» (vv. 39-40). Con la imagen del cáliz, les da la posibilidad de asociarse completamente a su destino de sufrimiento, pero sin garantizarles los puestos de honor que ambicionaban. Su respuesta es una invitación a seguirlo por la vía del amor y el servicio, rechazando la tentación mundana de querer sobresalir y mandar sobre los demás.
Frente a los que luchan por alcanzar el poder y el éxito, los discípulos están llamados a hacer lo contrario. Por eso les advierte: «Sabéis que los que son reconocidos como jefes de los pueblos los tiranizan, y que los grandes los oprimen. No será así entre vosotros: el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor» (vv. 42-43). Con estas palabras señala que en la comunidad cristiana el modelo de autoridad es el servicio. El que sirve a los demás y vive sin honores ejerce la verdadera autoridad en la Iglesia. Jesús nos invita a cambiar de mentalidad y a pasar del afán del poder al gozo de desaparecer y servir; a erradicar el instinto de dominio sobre los demás y vivir la virtud de la humildad.

Y después de haber presentado un ejemplo de lo que hay que evitar, se ofrece a sí mismo como ideal de referencia. En la actitud del Maestro la comunidad encuentra la motivación para una nueva concepción de la vida: «Porque el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y dar su vida en rescate por muchos» (v. 45).
En la tradición bíblica, el Hijo del hombre es el que recibe de Dios «poder, honor y reino» (Dn 7,14). Jesús da un nuevo sentido a esta imagen y señala que él tiene el poder en cuanto siervo, el honor en cuanto que se abaja, la autoridad real en cuanto que está disponible al don total de la vida. En efecto, con su pasión y muerte él conquista el último puesto, alcanza su mayor grandeza con el servicio, y la entrega como don a su Iglesia.
Hay una incompatibilidad entre el modo de concebir el poder según los criterios mundanos y el servicio humilde que debería caracterizar a la autoridad según la enseñanza y el ejemplo de Jesús. Incompatibilidad entre las ambiciones, el carrerismo y el seguimiento de Cristo; incompatibilidad entre los honores, el éxito, la fama, los triunfos terrenos y la lógica de Cristo crucificado. En cambio, sí que hay compatibilidad entre Jesús «acostumbrado a sufrir» y nuestro sufrimiento. Nos lo recuerda la Carta a los Hebreos, que presenta a Cristo como el sumo sacerdote que comparte totalmente nuestra condición humana, menos el pecado: «No tenemos un sumo sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades, sino que ha sido probado en todo, como nosotros, menos en el pecado» (4,15). Jesús realiza esencialmente un sacerdocio de misericordia y de compasión. Ha experimentado directamente nuestras dificultades, conoce desde dentro nuestra condición humana; el no tener pecado no le impide entender a los pecadores. Su gloria no está en la ambición o la sed de dominio, sino en el amor a los hombres, en asumir y compartir su debilidad y ofrecerles la gracia que restaura, en acompañar con ternura infinita su atormentado camino.
Cada uno de nosotros, en cuanto bautizado, participa del sacerdocio de Cristo; los fieles laicos del sacerdocio común, los sacerdotes del sacerdocio ministerial. Así, todos podemos recibir la caridad que brota de su Corazón abierto, tanto por nosotros como por los demás: somos «canales» de su amor, de su compasión, especialmente con los que sufren, los que están angustiados, los que han perdido la esperanza o están solos.
Los santos proclamados hoy sirvieron siempre a los hermanos con humildad y caridad extraordinaria, imitando así al divino Maestro. San Vicente Grossi fue un párroco celoso, preocupado por las necesidades de su gente, especialmente por la fragilidad de los jóvenes. Distribuyó a todos con ardor el pan de la Palabra y fue buen samaritano para los más necesitados.
Santa María de la Purísima vivió personalmente con gran humildad el servicio a los últimos, con una dedicación particular hacia los hijos de los pobres y enfermos.
Los santos esposos Luis Martin y María Azelia Guérin vivieron el servicio cristiano en la familia, construyendo cada día un ambiente lleno de fe y de amor; y en este clima brotaron las vocaciones de las hijas, entre ellas santa Teresa del Niño Jesús.
El testimonio luminoso de estos nuevos santos nos estimulan a perseverar en el camino del servicio alegre a los hermanos, confiando en la ayuda de Dios y en la protección materna de María. Ahora, desde el cielo, velan sobre nosotros y nos sostienen con su poderosa intercesión.
(from Vatican Rad)

Lo que has acumulado, ¿de quién será?



Lectura del santo evangelio según san Lucas 12, 13-21
En aquel tiempo, dijo uno del público a Jesús:
- «Maestro, dile a mi hermano que reparta conmigo la herencia. »
Él le contestó:
- «Hombre, ¿quién me ha nombrado juez o árbitro entre vosotros?»
Y dijo a la gente:
- «Mirad: guardaos de toda clase de codicia. Pues, aunque uno ande sobrado, su vida no depende de sus bienes.»
Y les propuso una parábola:
- «Un hombre rico tuvo una gran cosecha. Y empezó a echar cálculos: "¿Qué haré? No tengo donde almacenar la cosecha."
Y se dijo:
- "Haré lo siguiente: derribaré los graneros y construiré otros más grandes, y almacenaré allí todo el grano y el resto de mi cosecha. Y entonces me diré a mí mismo: Hombre, tienes bienes acumulados para muchos años; túmbate, come, bebe y date buena vida."
Pero Dios le dijo:
- "Necio, esta noche te van a exigir la vida. Lo que has acumulado, ¿de quién será?"
Así será el que amasa riquezas para sí y no es rico ante Dios. »
Palabra del Señor.