miércoles, 21 de octubre de 2015

La doctrina cambia. "Lo que se mantiene es la fe"

Con ocasión del Sínodo dedicado a la familia se ha repetido, desde distintos ámbitos, que “la doctrina no cambia”. A este respecto conviene hacer alguna precisión, pues la doctrina sí cambia. Lo que se mantiene es la fe. Hay que distinguir entre doctrina de la Iglesia y fe de la Iglesia. Durante mucho tiempo fue doctrina eclesial que quienes morían sin recibir el bautismo no podían conseguir la salvación, incluidos los niños que no habían podido cometer pecado alguno. A este respecto la Comisión Teológica Internacional ha declarado: “la afirmación según la cual los niños que mueren sin Bautismo sufren la privación de la visión beatífica ha sido durante mucho tiempo doctrina común de la Iglesia, que es algo distinto de la fe de la Iglesia”.
Ejemplo significativo de cambio doctrinal lo tenemos en estas dos diferentes y aparentemente contrapuestas afirmaciones de los Concilios de Florencia y del Vaticano II. Florencia sostiene que fuera de la Iglesia no hay salvación, añadiendo explícitamente que los judíos, herejes y cismáticos, y también los paganos, “irán al fuego eterno aparejado para el diablo y sus ángeles, a no ser que antes de su muerte se unieren con la Iglesia”. Sin embargo, Vaticano II deja claro que los que ignoran el Evangelio de Cristo y su Iglesia “pueden conseguir la salvación eterna”. Más aún, que Dios “no niega los auxilios necesarios para la salvación a quienes sin culpa no han llegado todavía a un conocimiento expreso de Dios”.
¿Más ejemplos? A propósito del sacramento de la penitencia, la praxis de los primeros siglos se limitaba a una sola celebración durante toda la vida, pues se consideraba incomprensible que un bautizado se alejase de Cristo; o a lo sumo se permitía una segunda celebración de la penitencia, pero se dejaba para el final de la vida, porque ya una tercera era del todo inconcebible. Tras el Concilio de Trento la Iglesia recomienda la confesión frecuente. En los primeros siglos las segundas nupcias eran desaconsejadas y prácticamente hasta el Concilio Vaticano II se consideraba al matrimonio como un remedio para la concupiscencia y su finalidad era la procreación de los hijos. Hoy ya se dice claramente que el matrimonio encuentra su fin y su sentido en el amor.

 Hay tres criterios que se refuerzan mutuamente y no solo explican, sino que promueven la renovación en la doctrina: uno, el mejor conocimiento de las Sagradas Escrituras y de la Tradición y, junto con ese conocimiento, una interpretación más adecuada de las mismas; dos, la escucha atenta de los signos de los tiempos y, junto a esta escucha, un mejor conocimiento de la naturaleza humana; y tres, el mismo Magisterio que, muchas veces gracias a la ayuda de la teología, va ofreciendo pautas de mejora y de adaptación a las nuevas necesidades pastorales.

Martin Gelabert

Un Sínodo dividido podría proponer al Papa una comisión de estudio para los divorciados vueltos a casar. Müller, hasta ahora en contra, defiende la comunión "en casos específicos"

Los círculos hispanoablantes, italianos y alemanes, a favor de "un movimiento generoso"

 Los 270 participantes con derecho a voto han sido repartidos en los círculos menores, en función del idioma utilizado, y cada uno de estos ha elaborado tres diferentes resúmenes con sus aportaciones, que servirán para redactar el documento final
El Sínodo se aproxima a su fin dividido aún sobre si se debe seguir negando sacramentos a divorciados y parece prevalecer la idea de que sea el papa quien decida finalmente o que incluso se deje el tema para futuras reuniones.
Según el tercero de los resúmenes de los diferentes grupos lingüísticos de los participantes del Sínodo publicado hoy y en el que se afronta esta cuestión, todo parece indicar que los padres sinodales evitarán tomar decisiones.

Los 270 participantes con derecho a voto han sido repartidos en los círculos menores, en función del idioma utilizado, y cada uno de estos ha elaborado tres diferentes resúmenes con sus aportaciones, que servirán para redactar el documento final que tendrán que aprobar con una votación el próximo sábado.

En uno de los grupos, de lengua francesa, se explica que sobre la situación de los divorciados vueltos a casar y respecto a su acceso a los sacramentos, se votó "mantener la disciplina actual".
En otro grupo, inglés, se explicó que "una mayoría, aunque sin consenso total, afirmó que se debe continuar con la práctica de la Iglesia en cuanto a la participación en la eucaristía de los divorciados y vueltos a casar por lo civil".

Otro grupo de obispos de lengua inglesa habla de la necesidad de la llamada "escucha reverente" para analizar cada tipo de problemática que se presente, pero evita tomar decisiones sobre los divorciados vueltos a casar y su admisión a los sacramentos.

Piden que el papa Francisco, "teniendo en cuenta el abundante material que ha surgido durante este proceso sinodal, considere el establecimiento durante el año jubilar de una Comisión Especial para estudiar la misericordia (...) en las circunstancias de las personas en las uniones irregulares".
En otro grupos de habla inglesa se explicó que "hubo poco entusiasmo" por la solución del llamado "camino penitencial" para que los divorciados vueltos a casar consigan su perdón, y se indicó que se necesita una "mayor estudio".
Por ello votaron de momento por reafirmar la actual la disciplina de la Iglesia.
Añadieron que sobre la comunión a divorciados, al tratarse de un asunto que toca a la doctrina, se tendría que abordar "en un concilio ecuménico, y no en un Sínodo".

Hubo un llamamiento para crear "una comisión para estudiar el tema de la comunión para los divorciados y vueltos a casar, para llegar a una mayor precisión teológica".
El grupo de padres sinodales italianos pide que, bajo la supervisión de un obispo o presbíteros, se pueda analizar cada caso de divorciados ante la imposibilidad de adoptar criterios generales.

Y en el grupo hispanohablante se afirmó que "no basta con hablar de caminos de misericordia y cercanía, sino que debe llegarse a propuestas concretas porque", si no, se van a "quedar en palabras bonitas pero vacías".
Este grupo fue el único que planteó "un movimiento generoso" respecto a los divorciados vueltos a casar y recordó que "no pueden ser padrinos, no pueden ser catequistas, no pueden dar clases de religión",
"Tenemos que dar muestras de que hemos escuchado el 'grito' de tantas gentes que sufren y gritan pidiendo participar lo más plenamente posible en la vida de la Iglesia", añadieron.
En otro grupo hispano se concluyó que lo único que se puede hacer es señalar al papa "las dudas y aciertos" que tienen "para que él pueda con la ayuda del espíritu, señalarle a la Iglesia y al mundo, la salvación de la que es portador".
Según los resúmenes publicados, todo parece indicar que los obispos han dejado de lado el tema de la acogida de la Iglesia a los homosexuales al considerar que no guarda relación con las cuestiones de la familia que aborda el Sínodo.
Explican que ha faltado tiempo para abordar la cuestión, que se necesita una reunión aparte e incluso algunos intervinientes piden que no se mencione en el documento final.
Por su parte, el cardenal alemán Gerhard Ludwig Müller, guardián del dogma, abogó a favor de conceder la comunión a los divorciados que se vuelven a casar en "casos específicos", una posición aperturista que sorprende por provenir de un prelado conservador.


En una entrevista publicada por la revista alemana Focus, el prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, quien hasta hace poco se oponía a toda apertura, aceptó la posibilidad de otorgar la comunión a los divorciados vueltos a casar tras "el examen de la situación personal y en casos específicos", dijo.

El prelado, líder del ala más conservadora, menciona también la posibilidad de poder acceder a los sacramentos, tanto la comunión como la confesión, "de acuerdo a la propia conciencia".
El teólogo alemán, cita un documento de Juan Pablo II de 1981, y recuerda que es importante "discernir las situaciones", entre aquellos que "han intentado salvar sinceramente" el matrimonio y los que "han sido abandonados injustamente".
También menciona a aquellos que por "una falta grave han destruido un matrimonio canónicamente válido", o "los que han contraído un segundo matrimonio (...) y sienten con conciencia que el matrimonio anterior (...) nunca fue válido".
Al basarse en un documento de Juan Pablo II, el prelado frena con anticipación toda crítica a su apertura en un momento candente para la jerarquía de la Iglesia, reunida en el Vaticano desde hace dos semanas para debatir sobre los retos de la familia moderna.
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Religión digital 

Es necesario restituir honor social a la fidelidad del amor que funda la familia, dijo el Papa en la catequesis

 Al celebrar la audiencia general del tercer miércoles de octubre en la Plaza de San Pedro y ante miles de fieles y peregrinos de numerosos países,  el Papa Francisco prosiguió su catequesis semanal sobre la familia, centrándose, en esta ocasión, en la fidelidad del amor.
Tras haber meditado en su catequesis anterior acerca de las importantes promesas que los padres hacen a los niños, el Santo Padre, hablando en italiano, explicó que la entera realidad familiar se funda sobre la promesa de amor y de fidelidad que el hombre y la mujer se hacen recíprocamente.
La promesa conyugal se ensancha para compartir alegrías y sufrimientos con generosa apertura 
Promesa que, como dijo el Obispo de Roma, comporta el compromiso de acoger y educar a los hijos, ocuparse de los padres ancianos y de los miembros más débiles de la familia, ayudándose mutuamente para desarrollar las propias cualidades y aceptar las limitaciones.
Promesa que, además, se ensancha para compartir las alegrías y los sufrimientos con generosa apertura, mientras, como dijo el Papa, “una familia que se cierra en sí misma es como una contradicción, una mortificación de la promesa que la hizo nacer y la hace vivir”.
Francisco también explicó que  el amor, como la amistad, deben su fuerza y su belleza al hecho de que generan un lazo sin quitar la libertad. Y reafirmó que sin la libertad no puede existir la amistad, el amor y el matrimonio.
De modo que la libertad y la fidelidad no se oponen, sino que se sostienen mutuamente, tanto en las relaciones interpersonales como en las sociales. Tanto es así que basta observar los daños que producen la inflación de promesas no mantenidas en diversos ámbitos y la indulgencia por la infidelidad a la palabra dada y a los compromisos aceptados.

El Papa Bergoglio afirmó que ninguna relación de amor, ninguna amistad, ninguna forma de querer, llega a la altura de nuestro deseo y de nuestra esperanza, si no llega a habitar “este milagro del alma”, que es la fuerza y la persuasión de la fidelidad, que no dejan de encantarnos y de sorprendernos.
Y añadió que ninguna otra escuela puede enseñar la verdad del amor, si no lo hace la familia, así como ninguna ley puede imponer la belleza y la herencia de este tesoro de la dignidad humana, si la relación personal entre amor y generación no se la escribe en nuestra carne.
Hacia el final de su catequesis el Papa pidió que Dios nos conceda estar a la altura de semejante promesa e invitó a rezar por los Padres Sinodales para que el Señor bendiga su trabajo.

(María Fernanda Bernasconi - RV).

«LA LUZ QUE ALUMBRA A TODO HOMBRE»

La lámpara colocada sobre el candelero, de la que habla la Escritura, es nuestro Señor Jesucristo, luz verdadera del Padre, que, viniendo a este mundo, alumbra a todo hombre; al tomar nuestra carne, el Señor se ha convertido en lámpara y por esto es llamado "luz", es decir, Sabiduría y Palabra del Padre y de su misma naturaleza. [...]

Según mi parecer, también el gran David se refiere a esto cuando, hablando del Señor, dice: Lámpara es tu palabra para mis pasos, luz en mi sendero. Con razón, pues, la Escritura llama lámpara a nuestro Dios y Salvador, ya que él nos libra de las tinieblas de la ignorancia y del mal. [...]

La palabra de Dios no puede, en modo alguno, quedar oculta bajo el celemín... Si la palabra quedara disimulada bajo la letra de la ley, como bajo un celemín, dejaría de iluminar con su luz eterna a los hombres. Escondida bajo el celemín, la palabra ya no sería fuente de contemplación espiritual para los que desean librarse de la seducción de los sentidos, que, con su engaño, nos inclinan a captar solamente las cosas pasajeras y materiales... La letra, en efecto, si no se interpreta según su sentido espiritual, no tiene más valor que el sensible y está limitada a lo que significan materialmente sus palabras, sin que el alma llegue a comprender el sentido de lo que está escrito. No coloquemos, pues, bajo el celemín, con nuestros pensamientos racionales, la lámpara encendida (es decir, la palabra que ilumina la inteligencia), a fin de que no se nos pueda culpar de haber colocado bajo la materialidad de la letra la fuerza incomprensible de la sabiduría; coloquémosla, más bien, sobre el candelero..., en lo más elevado de la genuina contemplación; así iluminará a todos los hombres con los fulgores de la revelación divina.
De las Cuestiones de san Máximo Confesor, abad, a Talasio (Cuestión 63: PG 90, 667-670)
Fuente: News.va