domingo, 24 de septiembre de 2017

El arzobispo celebra la fiesta de la Merced en Soto del Real: «También en la cárcel sois elegidos y bendecidos por el Señor para ser discípulos y misioneros predilectos»

Este domingo, 24 de septiembre se celebra la festividad litúrgica de Nuestra Señora de la Merced, patrona de instituciones penitenciarias. Con este motivo, el cardenal Carlos Osoro, arzobispo de Madrid, se acercará a la cárcel de Soto del Real este, lunes 25 de septiembre. Durante la jornada, celebrará la Eucaristía y visitará a los internos en los distintos módulos. Estará acompañado por el vicario episcopal de Pastoral Social e Innovación, José Luis Segovia, la delegada de Pastoral Penitenciaria, María Yela, y el capellán de Soto del Real, Paulino Alonso, entre otros.
Antes de su visita, el purpurado ha mandado una carta a los presos en la que les recuerda que «también en la cárcel, sois elegidos y bendecidos por el Señor para ser  discípulos y misioneros predilectos». «Dejaos querer por Dios, acercaos a la misericordia que se vuelca en la Iglesia, en el encuentro que se produce en la oración que nos transforma sin darnos cuenta, y en los sacramentos que nos regalan la fuerza que nuestra debilidad no alcanza», agrega.
Carta completa
Queridos hermanos y hermanas privados de libertad:
Con motivo de la fiesta de Ntra. Sra. de la Merced, vuestra patrona, quiero dirigirme a quienes sufrís la privación de libertad en Soto del Real y en el CIS Victoria Kent, ambos en mi querida archidiócesis de Madrid, y a vuestras familias. También saludo afectuosamente a los sacerdotes y miembros de la capellanía y al voluntariado católico, así como a quienes trabajan en los centros penitenciarios en favor de la reinserción social de las personas a su cargo. Finalmente, quiero recordar a las víctimas de los delitos, frecuentemente olvidadas, y a todos los agentes, no siempre reconocidos, que intervienen en el procedimiento penal y penitenciario.
En mis últimas visitas al centro penitenciario de Soto del Real, he querido transmitiros mis más profundas convicciones. Por eso, os he ido regalando una reproducción de cuadros con contenido evangélico que me conmueven profundamente. Os recuerdo el del abrazo del Padre misericordioso al hijo pródigo y mis letras llenas de afecto el Jueves Santo de este año: «La realización más plena del ser humano se da cuando se deja abrazar por Dios. Vive con el abrazo de Dios. Jesús nos lo da a cada uno de nosotros sin condiciones. No te escondas. Deja que te abrace. Su abrazo es muestra de cariño y de que quiere contar contigo. Es un abrazo que nos pone en otro camino, en un camino nuevo». Cristo busca siempre el encuentro con cada ser humano, no importa la situación en que se halle.
La dureza de las condiciones de la vida carcelaria no deben impedir un encuentro profundo con el Señor. Él fue enviado a dar la Buena Noticia a los pobres y a proclamar la libertad a los cautivos. Pero nada de eso podremos experimentar si no renunciamos a nosotros mismos, si no asumimos nuestros errores, si no reparamos en lo posible el daño que hemos causado y nos adentramos por un camino nuevo. En él no nos faltará la ayuda de Dios y de la Iglesia, muy especialmente a través de la Pastoral Penitenciaria y el voluntariado cristiano. Es verdad que a todos nos toca allanar ese camino para que la reinserción no sea una palabra hueca y sin contenido. En ese sentido, hago mías las proféticas reflexiones de san Juan Pablo II con motivo del Jubileo de las prisiones. Nos animaba a repensar el sistema penal evitando que la pena se convierta en una odiosa retorsión social. Convocaba a una justicia reconciliatoria. Pedía que los poderes públicos fueran garantes de vuestros derechos, sabiendo que el único Señor del tiempo es Dios. Y demandaba políticas que se esforzasen en crear nuevas ocasiones de recuperación para cada situación personal y social, aunque aparentemente pareciera irremediablemente comprometida. No existen las personas irrecuperables. La perfectibilidad es un atributo que nos ha regalado Dios junto con la dignidad. Por eso, los comportamientos rechazables jamás agotan las posibilidades de recrearse de las personas que los ejecutaron.
Por increíble que os resulte, no estáis solos en este intento. En bastantes ocasiones, contáis con el apoyo y el sufrimiento impotente de los vuestros. Pero incluso cuando todo vínculo parezca haberse roto, cuando estéis a punto de tirar la toalla y desesperar, por favor, no olvidéis la reproducción del último cuadrito que os regalé. El que representa a unos marinos en una barca que zozobra y la mano vigorosa que desde lo alto se abre paso entre la bruma y sostiene con firmeza a los que se aferran a ella. Os escribía: «Las manos nos las ha dado Dios para ayudarnos unos a otros. A veces nos cansamos de hacerlo y estropeamos el mundo y las relaciones entre nosotros. Ten la seguridad de que Dios no se cansa de darnos su mano. Bien sabes tú que, hagas lo que hagas, Jesús te da su mano salvadora siempre. Pon tu mano en la suya». Por tanto, agarraos fuertemente al Señor. Cuando los seres humanos fallamos, Él jamás traiciona. Su lealtad está a prueba de todo. Incluso aun cuando la hayamos puesto a prueba con errores o pecados irreversibles en sus consecuencias. Dejaos querer por Dios, acercaos a la misericordia que se vuelca en la Iglesia, en el encuentro que se produce en la oración que nos transforma sin darnos cuenta, y en los sacramentos que nos regalan la fuerza que nuestra debilidad no alcanza.
Para empezar ilusionados este curso he escrito una carta pastoral que os hará llegar la Pastoral Penitenciaria. La titulo: Iglesia: ¡anuncia a Jesucristo! Eres luz y sal del mundo. Elegidos y bendecidos para anunciar a Jesucristo. Creo que os puede ser de gran provecho. Quiero que sepáis que sin vosotros la Iglesia estaría mutilada, no podría hacer visible el rostro de Cristo que se revela también en vosotros y en la dureza de las situaciones que en muchos casos os ha conducido a la cárcel. ¡Todos los hermanos y hermanas privados de libertad estáis llamados a ser luz y sal! No dejéis que la privación de libertad os amargue tanto que os impida experimentar con gozo que, también en la cárcel, sois elegidos y bendecidos por el Señor para ser  discípulos y misioneros predilectos.
Pido a nuestra Madre, Ntra. Sra. de la Merced, que sigáis su gran consejo: «haced lo que Él os diga». A ella presento vuestras esperanzas y vuestras zozobras. También el anhelo de una sociedad más pacificada y justa, dispuesta a la reconciliación y al perdón, y capaz de poner en práctica las medidas sociales y jurídicas para que se cumpla el sueño del Señor: Que no se pierda ninguno de los que le han sido confiados (cf. Jn 17,12).
Ese es también mi sueño. Este verano, la última vez que nos encontramos, publiqué en Twitter que compartía la jornada con unos buenos amigos. Es rigurosamente cierto, aunque sé que de vosotros recibo más de lo os puedo dar. El Evangelio de Jesús es nuestra común riqueza, el que nos recuerda que podremos llamarnos en verdad amigos suyos si hacemos lo que Él nos pide.
Que el Señor Libertador de Cautivos y la intermediación de su Madre, Ntra. Sra. de la Merced, nos ayude a  todos a alcanzarlo.
Con todo cariño os abraza y bendice,
+Carlos, Cardenal Osoro
Arzobispo de Madrid
Infomadrid

Ángelus del Papa: Jesús quiere abrir nuestro corazón al plan de Dios que quiere llamar y salvar a todos

Texto completo de las palabras del Papa antes del rezo del Ángelus:
«Queridos hermanos y hermanas
En la página evangélica de hoy (cfr Mt 20,1-26) encontramos la parábola de los trabajadores llamados para la jornada, que Jesús cuenta para comunicar dos aspectos del Reino de Dios: el primero, que Dios quiere llamar a todos a trabajar para su Reino; el segundo, que al final quiere dar a todos la misma recompensa, es decir la salvación, la vida eterna.
El dueño de una viña, que representa a Dios, sale de madrugada y contrata a un grupo de trabajadores, concordando con ellos el salario de un denario por la jornada, era un salario justo. Luego, sale también en las horas sucesivas, hasta el atardecer - cinco veces sale ese día - para asumir a otros obreros que ve desocupados. Al terminar la jornada, el dueño ordena que se dé un denario a todos, también a los que han trabajado menos. El dueño, sin embargo, les recuerda que han recibido lo que se había pactado; si, después, Él quiere ser generoso con otros, ellos no tienen que ser envidiosos.
En realidad esta ‘injusticia’ del dueño sirve a provocar, en el que escucha la parábola, un salto de nivel, porque aquí ¡Jesús no quiere hablar del problema del trabajo y de salario justo, sino del Reino de Dios! Y el mensaje es éste: en el Reino de Dios no hay desocupados, todos están llamados a hacer su parte; y para todos, al final, habrá la recompensa que viene de la justicia divina – ¡no humana, por suerte para nosotros! -. Es decir, la salvación que Jesucristo nos ha comprado con su muerte y resurrección. Una salvación que no es merecida, sino donada – la salvación es gratuita - por lo que ‘los últimos serán los primeros y los primeros, los últimos’ (Mt 20,16).
Con esta parábola, Jesús quiere abrir nuestros corazones a la lógica del amor del Padre, que es gratuito y generoso. Se trata de dejarse asombrar y fascinar por los ‘planes’ y ‘caminos’ de Dios, que como recuerda el profeta Isaías, no son nuestros planes y no son nuestros caminos (cfr Is 55,8). Los planes humanos están marcados a menudo por egoísmos y conveniencias personales y nuestros estrechos y tortuosos senderos no son comparables a los amplios y rectos caminos del Señor. Él usa misericordia - no olvidar esto: Él usa misericordia - perdona ampliamente, está lleno de generosidad y de bondad que derrama sobre cada uno de nosotros, abre a todos los territorios sin límites de su amor y de su gracia, que solamente pueden dar al corazón humano la plenitud de la alegría.
Jesús quiere hacernos contemplar la mirada de ese dueño: la mirada con la cual ve a cada uno de los obreros en espera de trabajo, y los llama para que vayan a su viña. Es una mirada llena de atención, de benevolencia; es una mirada que llama, que invita a levantarse, a ponernos en camino, porque quiere la vida para cada uno de nosotros, quiere una vida plena, comprometida, salvada del vacío y de la inercia. Dios que no excluye a nadie y quiere que cada uno alcance su plenitud. Éste es el amor de nuestro Dios, de nuestro Dios que es Padre.
Que María Santísima nos ayude a acoger en nuestra vida la lógica del amor, que nos libera de la presunción de merecer la recompensa de Dios y del juicio negativo sobre los demás».
(Traducción del italiano: Cecilia de Malak)
(from Vatican Radio)

Evangelio de Hoy Domingo 24 Septiembre 2017 ¿Vas a tener envidia de tu hermano?

El Vaticano pide en la ONU protección de las minorías religiosas


El secretario para las Relaciones con los Estados de la Santa Sede, Mons. Paul R. Gallagher, hizo ayer viernes una intervención en la sede de las Naciones Unidas de New York.
Las palabras del ‘ministro de exteriores’ del Vaticano fueron pronunciadas el ámbito de su Asamblea General en el evento paralelo titulado “Protección de las minorías religiosas en conflicto”.
Señaló que la guerra y el conflicto a menudo proporcionan el telón de fondo para que las minorías religiosas sean objeto de persecución y todas las formas de violencia física y limpieza étnica, incluida las leyes ‘antiblasfemia’. No es un fenómeno aislado y 38 países muestran violaciones significativas de la libertad religiosa y 23 persecución absoluta, dijo.
Es necesario por ello sensibilizar; defender la libertad religiosa y protestar cuando se viola; una colaboración entre Iglesia y Estado para defenderla sin confundir los roles; que los líderes religiosos condenen la violencia y el terrorismo contra otras religiones; que el diálogo interreligioso sea antídoto a la violencia; una sólida educación religiosa para prevenir la radicalización que lleva al extremismo; y bloquear el flujo de dinero y las armas destinadas a aquellos que pretenden utilizarlos para atacar a las minorías religiosas.
A continuación el texto completo de la intervención de Mons. Paul R. Gallagher
«Excelencias, distinguidos compañeros de mesa, señoras y señores: Es un honor participar en el acto paralelo de esta mañana sobre la Protección de las Minorías Religiosas en Conflicto, patrocinado por la Misión Permanente de Hungría en colaboración con la Misión Permanente de Observación de la Santa Sede y el Instituto de Diplomacia Cultural.
La necesidad de centrarse en la salvaguardia de las minorías religiosas en situaciones de guerra y conflicto surge de la indignante realidad  de que, como todos hemos visto en los últimos años en varias partes del mundo ensangrentadas, la guerra y el conflicto a menudo proporcionan el telón de fondo para que  las minorías religiosas sean objeto de persecución, de violencia sexual y todas las formas de violencia física, la subyugación, la detención falsa, la expropiación de bienes, la esclavitud, el exilio forzado, el asesinato, la limpieza étnica y otros crímenes de lesa humanidad.
La experiencia reciente hace de la protección de las minorías religiosas una de las responsabilidades más urgentes de la comunidad internacional. Esta protección debe ir más allá de la mera prevención de la aniquilación intencionada o real de las minorías, pero debe incluir el examen y tratamiento de las causas profundas de la discriminación y la persecución contra ellas y estimular la defensa y la protección enérgicas de su dignidad humana,  de sus derechos a la libertad de conciencia y religión.
Cuando examinamos la situación mundial, vemos que la persecución de las minorías religiosas no es un fenómeno aislado en una región, como, por ejemplo, las atrocidad cometidas por ISIS en el Oriente Medio.
La Comisión de los Estados Unidos sobre la Libertad Religiosa Internacional en su Informe Anual de 2016 dijo que hay severas violaciones continuas sistemáticas y flagrantes de la libertad religiosa en 27 países diferentes.
El Informe sobre la Libertad Religiosa en el Mundo de 2016 de Ayuda a la Iglesia Necesitada afirmaba que 38 de los 196 países del mundo mostraban una evidencia inconfundible de violaciones significativas de la libertad religiosa, y 23 de persecución absoluta.
El Informe Provisional de 2016 del Sr. Heiner Bielefeldt, entonces Relator Especial de las Naciones Unidas sobre la Libertad de Religión o Creencia, describió que las violaciones de los derechos religiosos de las minorías superan las violaciones metódicas, continuas y atroces cometidas por actores estatales y no estatales como el terrorismo, la vigilancia policial ,los asesinatos en masa e individuales, las deportaciones forzadas, la limpieza étnica, la violación y el rapto de mujeres y su venta en esclavitud, la destrucción y confiscación de bienes, los  ataques contra los conversos y las personas que se supone que los han inducido, el impulso y la tolerancia de la violencia contra los no creyentes y las personas pertenecientes a las minorías religiosas.
También incluyen, prosigue, la legislación anti-apostasía y anti blasfemia, el acoso burocrático y las cargas administrativas con respecto a la construcción de lugares de culto y escuelas, estructuras discriminatorias en derecho familiar y educación y estigmatización de las personas como incrédulas o herejes.
En resumen, estos tres exhaustivos informes del año pasado demuestran que los ataques contra las minorías religiosas están bastante extendidos. Mientras que casi todos los grupos de fe identificables experimentan algún grado de persecución en algún lugar del mundo, los cristianos siguen siendo los más perseguidos. Además, ha habido un aumento de los ataques antisemitas, especialmente en partes de Europa, y los musulmanes enfrentan serias persecuciones, a menudo de grupos fundamentalistas que no comparten la misma interpretación de los principios de su fe.
En este contexto, ¿qué se necesita para proteger a las minorías religiosas? Quisiera mencionar brevemente siete elementos esenciales.
En primer lugar, existe la necesidad de actuar. Los recientes ejemplos de salvajismo contra las minorías religiosas deben sacudir a la comunidad internacional de toda inercia. Aquellos a quienes se les confía la salvaguardia del respeto de los derechos humanos fundamentales deben cumplir con su responsabilidad de proteger a los  que corren peligro de sufrir atroces crímenes.
Debemos sensibilizar sobre las emergencias humanitarias y responder generosamente. Asimismo, en lo que respecta a la situación en el Oriente Medio, es necesario establecer  y garantizar las condiciones para que las minorías religiosas y étnicas regresen a sus lugares de origen y vivan con dignidad y seguridad, y con los marcos sociales, económicos y políticos básicos necesarios para garantizar la cohesión comunitaria. No es suficiente reconstruir casas, lo cual es un paso crucial, como  sucede en varias ciudades de la llanura de Nínive, gracias a la generosidad de gobiernos como Hungría o de  organizaciones caritativas como Ayuda a la Iglesia Necesitada o  los Caballeros de Colón. Lo que se necesita también es reconstruir la sociedad sentando las bases de una coexistencia pacífica.
En segundo lugar, el Estado de derecho y la igualdad ante la ley basada en el principio de la ciudadanía, independientemente de su religión, raza o etnia son esenciales para establecer y mantener una convivencia armoniosa y fructífera entre los individuos, las comunidades y las naciones. La ley debe garantizar igual e inequívocamente  los derechos de todos los ciudadanos, entre los cuales se encuentra el derecho a la libertad de religión y de conciencia, que implica el derecho a cambiar libremente la propia religión sin sufrir discriminación ni ser condenados a muerte.
Incluso en los lugares en los que a una religión se le concede un estatus constitucional especial, debe reconocerse y defenderse el derecho de todos los ciudadanos y comunidades religiosas a la libertad de religión, la igualdad ante la ley y los medios adecuados para recurrir cuando se violan sus derechos. Un Estado que funcione adecuadamente y que trabaje por el bien común es un requisito previo para proteger a las minorías religiosas y garantizar su futuro.
En tercer lugar, debe haber una autonomía mutua y una colaboración positiva entre las comunidades religiosas y el Estado. Ambos, en sus propios campos, son autónomos e independientes entre sí. Sin embargo, ambos, bajo diferentes títulos, están dedicados al bienestar de la misma persona que es a la vez fiel y ciudadana.
Cuanto más fomenten la cooperación más sólida entre sí, respetando la autonomía del otro, más eficaz será su servicio para el bien de todos. Cuando las comunidades religiosas y el Estado se confunden o se mezclan, como dijo el Papa Francisco en abril en la Universidad Al-Azhar de El Cairo, “la religión corre el riesgo de ser absorbida en la administración de los asuntos temporales y tentada por el atractivo de los poderes mundanos que de hecho la explotan”.
Cuarto, los líderes religiosos tienen la responsabilidad grave y específica de confrontar y condenar el abuso de las creencias y sentimientos religiosos para justificar el terrorismo y la violencia contra los creyentes de otras religiones. Deben afirmar constantemente que nadie puede matar justamente a los inocentes en el nombre de Dios. Como dijo el Papa Francisco en Egipto y antes en Albania y en muchos otros escenarios, debe haber un «¡No!» firme y claro a todas las formas de violencia, venganza y odio llevadas a cabo en nombre de la religión o en el nombre de Dios “. Las cuestiones sociales, políticas y económicas que los demagogos pueden explotar para incitar a la violencia también deben abordarse.
Quinto, existe una necesidad urgente de un diálogo interreligioso eficaz como antídoto contra el fundamentalismo con el objetivo de superar la hipótesis cínica de que los conflictos entre creyentes religiosos son inevitables y de desafiar la interpretación estrecha de los textos religiosos que demonizan o deshumanizan a los de diferentes creencias. El diálogo interreligioso eficaz puede, debe y suele mostrar el paradigma de las conversaciones políticas e interpersonales necesarias para la armonía social.
En sexto lugar, la educación. Una buena educación en general y una sólida educación religiosa en particular son claves para prevenir la radicalización que lleva al extremismo, la persecución de las minorías religiosas y el terrorismo. La sociedad cosecha lo que siembra. Es clave que la enseñanza en las escuelas, en los púlpitos y a través de Internet no fomente la intransigencia y la radicalización extremista sino el diálogo, el respeto por los demás y la reconciliación. En la Universidad Al-Azhar de El Cairo, el Papa Francisco subrayó que la educación en “una apertura respetuosa y un diálogo sincero con los demás, reconociendo sus derechos y libertades fundamentales, en particular la libertad religiosa, representa la mejor manera de construir juntos el futuro, . … La única alternativa a la civilidad del encuentro es la incivilidad del conflicto. … Para contrarrestar con eficacia la barbarie de los que fomentan el odio y la violencia, tenemos que acompañar a los jóvenes, ayudarlos en el camino de la madurez y enseñarles a responder a la lógica incendiaria del mal trabajando pacientemente para el crecimiento de la bondad. De esta manera, los jóvenes, como los árboles bien plantados, pueden estar firmemente arraigados en el suelo de la historia y,  apuntar cada vez más hacia el cielo en la compañía del otro, pueden transformar diariamente el aire contaminado del odio en el oxígeno de la fraternidad.
Séptimo y último. Debemos bloquear el flujo de dinero y las armas destinadas a aquellos que pretenden utilizarlos para atacar a las minorías religiosas. Como señaló el Papa Francisco al final de su discurso en Al-Azhar: “Hay que poner fin a la proliferación de las armas; si se producen y se venden, tarde o temprano se usarán “. Detener las atrocidades no sólo implica abordar el odio y los cánceres del corazón que generan violencia, sino también eliminar  los instrumentos por los cuales ese odio realmente lleva a cabo esa violencia.
La protección de las minorías religiosas en conflicto es, de hecho, una de las responsabilidades más urgentes de la comunidad internacional en la actualidad. Doy las gracias a la Misión Permanente de Hungría, al Instituto de Diplomacia Cultural y a todos ustedes por venir hoy para asegurarse de que reciban la atención que merecen.
(ZENIT – Ciudad del Vaticano, 23 Sept. 2017) 

XXV Domingo del tiempo ordinario. Una puerta abierta a todos


Sabemos que quien prepara un discurso, especialmente si va a tener repercusión pública, a menudo ayuda a los periodistas a que se centren en frases o expresiones significativas que sirven de titular. Son locuciones que suelen condensar en pocas palabras cuanto se ha dicho en varias líneas o, incluso, páginas. Este recurso es un instrumento muy útil para la comunicación. Los textos bíblicos y, en concreto, los evangélicos, también contienen no pocas veces este tipo de frases de especial resonancia, que, ya sea por su presencia más abundante en la liturgia, ya sea por su contenido o forma, destacan más que otras. No es raro encontrar estas expresiones al final del pasaje que es leído en la Misa. Si tuviéramos que escoger una frase que resumiera el Evangelio de este domingo, probablemente nos decantaríamos por «los últimos serán primeros y los primeros, últimos».
Pero lo que a primera vista es una ayuda hacia la claridad de lo que se pretende transmitir, puede ser al mismo tiempo un obstáculo. Con la Escritura se corre el riesgo de percibir estas expresiones como meros eslóganes publicitarios, a no ser que se ahonde en su significado. No basta, pues, con concluir que el Evangelio nos advierte de que en la vida eterna habrá como una especie de cambio de tornas.
El significado del denario
Si hay un factor común en todos los jornaleros que el propietario contrata para trabajar en la viña es que todos obtendrán un denario por día trabajado. Evidentemente, si reducimos el pasaje a términos económicos, no se comprende lo sucedido y, hasta resulta injusto, tal y como el Señor señala al explicar la parábola. Tampoco es suficiente, en cierto sentido, invocar la omnipotencia de Dios, justificando decisiones arbitrarias por su parte. En realidad, el significado del denario es la vida eterna. Jesús nos está diciendo que la paga que el Señor da a sus trabajadores es la participación en su propia vida. Ese es el salario que Dios reserva a todos, hayan llegado antes o después. Y esto es algo que no puede convertirse en simple moneda. Precisamente, quienes son considerados últimos, si lo aceptan, se convierten en los primeros, mientras que estos pueden correr el riesgo de acabar últimos.
Ser llamados a trabajar en la viña
La parábola comienza con un nítido mensaje: es Dios quien sale a llamar a los trabajadores. Además, no se observa reticencia por parte de los contratados a la hora de aceptar el nuevo empleo. Ser llamado constituye de por sí una recompensa: poder trabajar en su viña. Colaborar con su obra es ya un premio para quien ha sido alcanzado por el Señor. Así lo constata la expresión «nadie nos ha contratado», denotando cierta tristeza por parte de quienes se encuentran con el dueño de la viña ya que, naturalmente, desean participar del salario que se les ofrece. Por otra parte, el propietario quiere que todos trabajen en su viña. Desea que todos los hombres participen en una tarea que él nos encomienda.
Las necesidades de cada persona
Cuanto aquí se ha afirmado nos muestra también que cada persona tiene unas necesidades y unos momentos particulares. La misma sociedad ha comprendido que no puede basarse únicamente en la justicia distributiva. El pasaje de hoy permite comprobar que las personas no somos simples medios de producción de resultados, casi siempre económicos. Al mismo tiempo, nos estimula a valorar la importancia y la suerte que supone poder disfrutar del trabajo. De ahí la frase del Señor: «¿Cómo es que estáis aquí el día entero sin trabajar?».
Daniel A. Escobar Portillo
Delegado episcopal de Liturgia adjunto de Madrid

Evangelio
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: «El reino de los cielos se parece a un propietario que al amanecer salió a contratar jornaleros para su viña. Después de ajustarse con ellos en un denario por jornada, los mandó a la viña. Salió otra vez a media mañana, vio a otros que estaban en la plaza sin trabajo y les dijo: “Id también vosotros a mi viña y os pagaré lo debido”. Ellos fueron. Salió de nuevo hacia mediodía y a media tarde, e hizo lo mismo. Salió al caer la tarde y encontró a otros, parados, y les dijo: “¿Cómo es que estáis aquí el día entero sin trabajar?”. Le respondieron: “Nadie nos ha contratado”. Él les dijo: “Id también vosotros a mi viña”. Cuando oscureció, el dueño dijo al capataz: “Llama a los jornaleros y págales el jornal, empezando por los últimos y acabando por los primeros”. Vinieron los del atardecer y recibieron un denario cada uno. Cuando llegaron los primeros, pensaban que recibirían más, pero ellos también recibieron un denario cada uno. Al recibirlo se pusieron a protestar contra el amo: “Estos últimos han trabajado solo una hora, y los has tratado igual que a nosotros, que hemos aguantado el peso del día y el bochorno”.
Él replicó a uno de ellos: “Amigo, no te hago ninguna injusticia. ¿No nos ajustamos en un denario? Toma lo tuyo y vete. Quiero darle a este último igual que a ti. ¿Es que no tengo libertad para hacer lo que quiera en mis asuntos? ¿O vas a tener tú envidia porque yo soy bueno?”. Así, los últimos serán primeros y los primeros, últimos».
Mateo 20, 1-16

«Con dogmatismos no llegamos al corazón del otro»


La Delegación de Familia de Madrid y la Universidad Francisco de Vitoria organizan la III Jornada de Formación para COF, centrada en la sexualidad y la fecundación in vitro
La fecundación in vitro, vista desde un Centro de Orientación Familiar (COF), no es un debate abstracto ni puramente teórico. «Vienen matrimonios, algunos muy de Iglesia, pero que ante la desesperación por no poder tener un hijo piensan que todo vale», explica Olga Hernica, coordinadora de los once COF diocesanos de Madrid. Son casos cada vez más frecuentes –explica–, porque «la gente se casa cada vez más tarde, la falta de estabilidad económica dificulta tener hijos, tenemos una vida de mucho estrés…».
La fecundación in vitro y los vientres de alquiler serán dos temas a debate en la III Jornada de Formación para COF, que organiza este sábado la Delegación diocesana de Pastoral Familiar en colaboración con la Universidad Francisco de Vitoria. La Misa de clausura estará presidida por el cardenal Carlos Osoro.
El curso va dirigido fundamentalmente a personal de los COF. Se espera a un centenar de asistentes, la mayoría procedentes de Madrid, Getafe y Alcalá, aunque los habrá también de diócesis más lejanas.
Más que una formación teórica, se trata es de compartir experiencias para «poder acompañar mejor a personas que lo están pasando muy mal», prosigue Hernica. «El otro día vino a mi COF una chica que lleva cinco procesos de fecundación in vitro, con el enorme desgaste que eso supone para la pareja. Tienes que acercarte desde el cariño, sin dogmatismos, porque aquí no valen teorías», aunque sin caer tampoco en actitudes permisivas que «no ayudan a la persona». «Lo que hay que aprender es a transmitir el magisterio de la Iglesia en positivo, presentando sus razones», que «valen tanto para creyentes como no creyentes», porque son «propuestas humanizadoras».
En esas mismas claves se hablará en la jornada sobre sexualidad y sobre la importancia de «una buena educación afectivo sexual en la infancia». Es la forma, afirma la responsable de los COF de Madrid, de que se interiorice «el valor de la vida y de la dignidad de persona», y de prevenir problemáticas sobre la sexualidad que aparecen después en el noviazgo y el matrimonio. Dentro de esas problemáticas figura cómo detectar los abusos sexuales.
Con la sexualidad hay una dificultad añadida, reconoce María Lacalle, directora del Centro de Estudios de la Familia de la Universidad Francisco de Vitoria, anfitriona de la jornada. «No hemos sabido comunicar bien que la sexualidad que propone la Iglesia es un camino que conduce a la felicidad».
Con todo, más que elocuencia, lo que a juicio de Lacalle resulta hoy más necesario es «capacidad de escucha», «una escucha que nos permita comprender el corazón del otro y cómo está viendo el mundo, para desde ahí ayudarlo a sanar sus relaciones. Esa, afirma, es una de las claves de la exhortación Amoris laetitia, que «nos ha reafirmado en la necesidad de acercarnos a la persona sin juzgarla», con un «acompañamiento desde la misericordia, aunque sin ocultar la verdad, ya que solo desde la verdad podemos ofrecer una ayuda». Pero esa verdad –matiza– no se comunica con «discursos metafísicos»; «con actitudes dogmáticas no llegamos al corazón del otro».
Ese arte de acompañar no se aprende en los libros. «Un elemento esencial de estos cursos es tejer una red para intercambiar experiencias», añade Lacalle. Pero incluso la propia investigación universitaria –asegura– se ha ido adaptando a las necesidades que se detectan a pie de COF. «Estas jornadas nos han hecho más conscientes de que debemos ofrecer respuestas prácticas, no solo especulativas», afirma.
Ricardo Benjumea
Alfa y Omega

Un obispo, en la sede de Facebook: cinco claves para debatir en Internet


«Facebook tiene un extraordinario poder espiritual para conectar a la gente», dijo el obispo auxiliar de Los Ángeles, Robert Barron, ante los empleados de la compañía en su sede central de Menlo Park, California, en una intervención que pudieron seguir por streaming 2.500 personas y que ya han reproducido 125.000 en la red social
Barron, conocido por su apostolado en Internet y en las redes sociales, afirmó que «hoy hay un montón de energía en torno a las noticias sobre religión, pero a menudo circulan muchas palabras airadas y sin embargo muy poco debate. Eso es porque con este tema estamos pisando el suelo sagrado del interior de cada persona».
En asuntos religiosos hay dos extremos que evitar, «uno, el imponer a los demás mi religión y mi forma de ver las cosas; el otro es simplemente tolerar cada punto de vista. Hay una tercera opción, que es tener un debate real. El debate es un camino hacia la paz».
De este modo, lamentó que «si no sabemos cómo debatir acerca de religión, entonces nos pondremos a luchar por la religión». Por eso, «la gente necesita aprender a discutir mejor por Internet, especialmente sobre religión».
Barron dio en este sentido varias pistas:
1. Date cuenta de que la fe no se opone a la razón, no es algo fanático, no es aceptarlo todo. No es infraracional, sino supraracional.
2. La fe no se opone a la ciencia, pero tenemos que vencer el cientificismo. La tecnología ha alcanzado grandes logros que nos han beneficiado de muchas maneras, pero el cientificismo reduce el conocimiento exclusivamente al método científico y a la experimentación. Lo que dice Shakespeare en sus obras no es científico, pero que alguien me diga si lo que transmite no es verdad. O los Diálogos de Platón, o la Divina Comedia de Dante. El método científico no es el único modo de conocimiento.
3. Tenemos que ser intolerantes con la mera tolerancia. No podemos aceptar que se perciba la religión como si fuera una mera práctica privada. Al final la religión se convertiría en un hobby personal. El cristianismo tienen muchas afirmaciones de verdades objetivas: que Dios existe, que Cristo resucitó de la muerte… La afirmación de una verdad no pueden ser simplemente una cuestión privada, porque entonces alguien nos podría decir: «Vale, eso está muy bien para ti, pero no para mí». La privatización de la religión es precisamente lo que hace el debate imposible.
4. Evita el voluntarismo: «las cosas son verdad porque yo quiero que sean verdad», o «las cosas son verdad porque Dios lo ha dicho», lo que da una imagen de Dios lejana y arbitraria. Esto al final provoca un choque de voluntades, a ver quién es más fuerte, a ver quién grita más. Ahí se rompe el debate y solo queda la violencia.
5. Busca primero, con una gran paciencia, entender la posición de tu interlocutor, porque puede ser muy tentador simplemente “disparar” y decirle al otro que está equivocado. En lugar de señalar sus errores, deberíamos subrayar aquello en lo que el otro tiene razón. Cuando hay un debate encendido, es bueno parar y repetir las palabras del otro para intentar entenderlas; eso alivia la pasión del debate. O ver el valor positivo en sus argumentos, o mostrarse interesado por su situación personal.
Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
Alfa Y Omega

24 de septiembre: Nuestra Señora de la Merced


Alfonso el Sabio, en plena Edad Media, ya empleaba el término merced relacionándolo con la redención de los cautivos: «sacar a los omes de captivo es cosa que place mucho a Dios, porque es obra de merced». Así empleaba el término para expresar misericordia, gracia, caridad o limosna. Indudablemente, para él, los cautivos son «aquellos que caen en prisión de omes de otra religión».
Santa María de la Merced fue el nombre mediterráneo de la Virgen en el siglo XIII. Siglos de lucha y de fe. Son aguas infectadas de turcos y sarracenos que abordan barcos en el mar; cuando pisan las costas dejan a su paso ruina y destrucción. El viejo abuso de la sociedad que se llama esclavitud era el pan de cada día. Fruto de luchas religiosas. Pedro Nolasco no podía sufrir este mal social. Pedía a la Virgen el remedio corporal y espiritual para los pobres desgraciados cautivos. Más, vendió sus bienes y, como mercader, se propuso tratar la compra y rescate de los cautivos.
La fundación de la Merced es uno de los acontecimientos religiosos más notables acaecidos durante el reinado de Jaime I rey de Aragón, protagonista de la incorporación a sus dominios de Mallorca y del reino de Valencia. La fecha de fundación fue objeto de largas controversias; pero hay que situarla alrededor de 1212. Según la tradición, en la noche del 2 de agosto de 1218, la Virgen se apareció a Pedro Nolasco, nativo del sur de Francia, a Ramón (Raimundo) de Penyafort y al rey Jaime I para manifestarle su voluntad consistente en fundar una orden religiosa que tuviera como fin la imitación de Jesús con la redención de los cristianos cautivos de los infieles, dándose si fuera necesario a cambio. Fue el 10 de agosto de 1218, en Barcelona, en la catedral y en el altar de santa Eulalia, cuando el obispo Berenguer vistió el hábito blanco, con las armas reales bajo la cruz en el pecho, a Pedro Nolasco y a otros jóvenes fundándose la orden de la Merced. El rey la protegió largamente, ha sido venerado siempre como patrono y fundador, le concedió privilegios y en los últimos años de su vida se los confirmó.
Su organización era muy parecida a la de las órdenes militares y, hasta 1312, sus maestros generales eran caballeros laicos. En 1235, el Papa Gregorio IX, a instancias de Ramón de Penyafort, les autorizó a constituirse en orden religiosa. Adoptaron la regla de san Agustín. Pronto se le une una caterva de jóvenes llenos de fe dispuestos a secundarle.
Rápidamente se fundaron conventos en Barcelona, Mallorca, Santa María del Puig, Valencia, etc. La orden tuvo amplia difusión en la Cristiandad por su función religiosa, humanitaria y social.
En torno a la redención de los cautivos, hay en el mercedario primacía de lo espiritual y una intensa predicación de Cristo entre los infieles.
Es preciso recabar fondos para conseguir la libertad. Y eso se hace con una intensa predicación de la caridad en nombre de la Virgen de la Merced. Se habla a nobles y sencillos; hay un pulular de mercedarios por los templos, los castillos, las calles y los campos pidiendo limosna para ayudar a otros. Es preciso motivar a la gente con el fin de que, por Dios, piensen en los demás. Lo que hace creíble a la Iglesia de todos los tiempos es la caridad.
Luego viene la oferta y la demanda en tierra de moros para liberar cautivos. Fez, Argel, Tetuán y otros puntos son el terreno propio de la transacción. Se busca a los cautivos principalmente en las cárceles y desde allí se tocan las almas de los que se tienen a sí mismos como perdidos para la fe, otros están flacos, en muchos casos se previene la apostasía y se combate el error del Corán, manteniendo una presencia de la Iglesia allí donde hay tanto sufrimiento.
Y, si llega el triste momento de que peligrara la fe, el mercedario sustituye al cautivo como lo atestigua el número de los mártires mercedarios. Y entre tanto, la Virgen, la oración, la esperanza, el consuelo y la ilusión hasta que se rompan los grilletes de la esclavitud.
La vuelta, el regreso a los puertos españoles, franceses e italianos es triunfal y rayana en lo apoteósico. Esperan las novias o esposas, las madres y los hijos de los cautivos. Se escuchan cantos de libertad con estandarte de redención. No puede faltar la acción de gracias al Señor que lo ha hecho posible y la Procesión con la Virgen de la Merced.
Después, hace falta prestar atención médica, alimentos, descanso y disponer las cosas para que los centenares de cautivos puedan reintegrarse a su hogar. Así va corriendo de boca en boca el nombre de la Virgen de la Merced por los caminos y posadas, y se le nombra en los puertos y ciudades y se celebra su mediación en las iglesias y en las casas. Lo cantan los poetas. Gratitud y alabanza.
Venerada públicamente la Virgen de la Merced ya desde el 1230.
La Cofradía de la Merced colabora con los misioneros mercedarios.
Y las primeras mercedarias aparecen en 1265 con María de Cervellón.
Conocer, amar y servir a Santa María está en la médula de vivir mercedario. ¡Qué bien nos vendría hoy una actividad apostólica mercedaria intensa que ayudara a librar tanto cautivo de las nuevas esclavitudes!
Archimadrid.org

Omella pide "cordura" ante los "momentos complejos en nuestro país"


Celebramos la fiesta de nuestra patrona, la Virgen de la Merced, que significa Misericordia. ¡Qué bella advocación, qué bello título! Nuestro mundo está muy necesitado de misericordia, de comprensión y de ternura, hasta el punto de que sin ella difícilmente caminaremos por la senda del bien.
Me sorprende y me duele mucho, por ejemplo, constatar que cada día hay más niños y jóvenes que viven crispados, tensos, con mucha agresividad en su interior. Son muchos los casos, demasiados, en los que determinadas decisiones de sus padres les llegan a abrir duras heridas, difíciles de cerrar y de cicatrizar. La ruptura familiar produce mucho dolor, y los chavales no han podido vivir en un clima de paz el amor, la ternura, la misericordia.
El próximo año 2018 celebraremos el 800 aniversario de la fundación de la Orden de la Merced por san Pedro Nolasco en la ciudad de Barcelona. Cuando Pedro Nolasco y los mercedarios rescataban a los esclavos les mostraban la ternura de una comunidad, de unas familias que los acogían y ese amor les daba esperanza. El amor engendra esperanza. Por eso, a la Virgen también le damos el bello título de Madre de la Esperanza.
La verdadera esperanza tiene su fundamento en Dios. Si no es así, si no se fundamenta en Dios, acaba por derrumbarse porque, al final, uno descubre que tarde o temprano los seres humanos fallamos. Sin embargo, nuestra experiencia como creyentes nos enseña que Dios no nos falla nunca. Él es esencialmente fiel. Fiel a sí mismo, fiel a las promesas, fiel a los humanos creados a su imagen y semejanza. Él tarda más o menos en cumplir sus promesas, pero las cumple siempre y en ello se fundamenta la esperanza.
Hermanos, no perdamos la esperanza en Dios. Él cumple siempre sus promesas y no abandona a su pueblo que confía en Él. Eso es lo que nos enseña la Virgen de la Merced, nuestra patrona. Ella confió siempre en el Amor bondadoso del Señor. La esperanza nos lleva a confiar, a esperar, también en los hermanos, los hombres. A veces se oyen voces que nos llevan a desconfiar de todos, a encasillar a todos y a no creer que puedan cambiar y ser mejores. Dios siempre confía en el ser humano. Confía en cada uno de nosotros y espera siempre nuestra conversión a Él.
Sé que estamos viviendo momentos complejos en nuestro país. No podemos ni debemos ser agoreros de calamidades. Debemos trabajar todos para poner ternura y misericordia a nuestro alrededor. Debemos evitar la confrontación, la violencia, el desprecio a los demás. Pidamos a la Virgen de la Merced que nos ayude a mantener firme nuestra esperanza también en las personas que nos rodean. Pidamos cordura para nosotros y nuestros dirigentes, para las familias y los pastores de la Iglesia. Dios lo puede todo. Confiemos en su ayuda.
Recemos especialmente por las personas privadas de libertad que están en las cárceles y por sus familiares, ya que la Virgen de la Merced es también la patrona de los reclusos. Que santa María nos mantenga firmes en la fe y nos haga testigos de esperanza en medio de nuestro mundo, a pesar de todas las dificultades y problemas que encontremos.
† Cardenal Juan José Omella
Arzobispo de Barcelona

No desvirtuar la bondad de Dios

A lo largo de su trayectoria profética, Jesús insistió una y otra vez en comunicar su experiencia de Dios como "un misterio de bondad insondable" que rompe todos nuestros cálculos. Su mensaje es tan revolucionario que, después de veinte siglos, hay todavía cristianos que no se atreven a tomarlo en serio.
Para contagiar a todos su experiencia de ese Dios bueno, Jesús compara su actuación con la conducta sorprendente del señor de una viña. Hasta cinco veces sale él mismo en persona a contratar jornaleros para su viña. No parece preocuparle mucho su rendimiento en el trabajo. Lo que quiere es que ningún jornalero se quede un día más sin trabajo.
Por eso mismo, al final de la jornada, no les paga ajustándose al trabajo realizado por cada grupo. Aunque su trabajo ha sido muy desigual, a todos les da "un denario": sencillamente, lo que necesitaba cada día una familia campesina de Galilea para poder sobrevivir.
Cuando el portavoz del primer grupo protesta porque ha tratado a los últimos igual que a ellos, que han trabajado más que nadie, el señor de la viña le responde con estas palabras admirables: "¿Vas a tener envidia porque yo soy bueno?". ¿Me vas a impedir con tus cálculos mezquinos ser bueno con quienes necesitan su pan para cenar?
¿Qué está sugiriendo Jesús? ¿Es que Dios no actúa con los criterios de justicia e igualdad que nosotros manejamos? ¿Será verdad que Dios, más que estar midiendo los méritos de las personas, como haríamos nosotros, busca siempre responder desde su bondad insondable a nuestra necesidad radical de salvación?
Confieso que siento una pena inmensa cuando me encuentro con personas buenas que se imaginan a Dios dedicado a anotar cuidadosamente los pecados y los méritos de los humanos, para retribuir un día exactamente a cada uno según su merecido. ¿Es posible imaginar un ser más inhumano que alguien entregado a esto desde toda la eternidad?
Creer en un Dios Amigo incondicional puede ser la experiencia más liberadora que se pueda imaginar, la fuerza más vigorosa para vivir y para morir. Por el contrario, vivir ante un Dios justiciero y amenazador puede convertirse en la neurosis más peligrosa y destructora de la persona.

Hemos de aprender a no confundir a Dios con nuestros esquemas estrechos y mezquinos. No hemos de desvirtuar su bondad insondable mezclando los rasgos auténticos que provienen de Jesús con trazos de un Dios justiciero tomados de aquí y de allá. Ante el Dios bueno revelado en Jesús, lo único que cabe es la confianza.
José Antonio Pagola

¿Vas a tener tú envidia porque yo soy bueno?


Lectura del santo Evangelio según san Mateo 20, 1-16
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola:
«El reino de los cielos se parece a un propietario que al amanecer salió a contratar jornaleros para su viña. Después de ajustarse con ellos en un denario por jornada, los mandó a la viña.
Salió otra vez a media mañana, vio a otros que estaban en la plaza sin trabajo, y les dijo:
"Id también vosotros a mi viña, y os pagaré lo debido"
Ellos fueron.
Salió de nuevo hacia mediodía y a media tarde e hizo lo mismo. Salió al caer la tarde y encontró a otros, parados, y les dijo:
"¿Cómo es que estáis aquí el día entero sin trabajar?".
Le respondieron:
"Nadie nos ha contratado."
Él les dijo:
"Id también vosotros a mi viña".
Cuando oscureció, el dueño dijo al capataz:
"Llama a los jornaleros y págales el jornal, empezando por los últimos y acabando por los primeros."
Vinieron los del atardecer y recibieron un denario cada uno.
Cuando llegaron los primeros, pensaban que recibirían más, pero ellos también recibieron un denario cada uno. Al recibirlo se pusieron a protestar contra el amo:
"Estos últimos han trabajado sólo una hora, y los has tratado igual que a nosotros, que hemos aguantado el peso del día y el bochorno."
Él replicó a uno de ellos:
"Amigo, no te hago ninguna injusticia. ¿No nos ajustamos en un denario? Toma lo tuyo y vete. Quiero darle a este último igual que a ti. ¿Es que no tengo libertad para hacer lo que quiera en mis asuntos? ¿O vas a tener tú envidia porque yo soy bueno?".
Así, los últimos serán primeros y los primeros, últimos».
Palabra del Señor.