martes, 7 de noviembre de 2017

Guerra y muerte: «El mundo no quiere aprender la lección»


«Las guerras solo producen cementerios y muerte. El mundo no quiere aprender la lección». Palabras pronunciadas por el Papa dos veces en apenas 48 horas. Justo en medio de la escalada de tensión entre Corea y Estados Unidos, Francisco decidió irrumpir en la escena internacional a su estilo. Con gestos ineludibles. Por eso, en el día de los fieles difuntos, visitó un cementerio donde yacen los restos de soldados estadounidenses caídos en la Segunda Guerra Mundial. Los puso como ejemplo de la violencia sin sentido, que jamás se debería repetir
Además de una ceremonia litúrgica, la visita del Papa pareció una jugada geopolítica en un escenario mundial cada vez más incierto. Un escenario que preocupa a una Santa Sede con poca capacidad de maniobra. En ese contexto, el Pontífice quiso mandar señales inconfundibles. Por eso eligió, este año, celebrar su tradicional Misa de difuntos en el cementerio americano de Nettuno.
Durante los primeros años de su pontificado visitó en tres ocasiones el panteón más grande de Roma, el Verano. La cuarta fue a Prima Porta, siempre dentro la ciudad. Esta vez fue distinta. Se trasladó mucho más al sur, fuera de su diócesis.
Nettuno es una localidad costera, pegada a Anzio, puerto elegido para el desembarco de las tropas aliadas en 1944. Desde allí avanzaron hacia la capital en una batalla sangrienta con los soldados nazis que duró unos cuatro meses y dejó miles de víctimas.
7.000 estadounidenses enterrados
Unos 7.000 estadounidenses, caídos entonces, están enterrados en ese cementerio. El Papa recorrió en silencio el camposanto, un prado verdísimo. Rezando. Deslizó algunas rosas blancas sobre las pálidas cruces de mármol que señalan cada tumba. Una tras otra, todas iguales. Fueron momentos coreográficos de enorme impacto. La foto del Pontífice blanco en medio de aquellas cruces se convirtió inmediatamente en noticia.
Después celebró la Misa. Prácticamente no habló de los fieles difuntos. Al menos no lo hizo del modo tradicional. Ya el día anterior, en la fiesta de Todos los Santos, había improvisado hablando ante una multitud en la plaza de San Pedro: «Las guerras no producen otra cosa que cementerios y muerte, por eso he querido cumplir este signo en un momento en el cual nuestra humanidad parece no haber entendido la lección o no querer entenderla», había dicho tras rezar el ángelus, anticipando su visita al cementerio del día siguiente.
En Nettuno repitió el concepto. Y clamó: «¡Nunca más la guerra. Nunca más esta masacre inútil!». Porque «con la guerra se pierde todo». Habló de aquel «lugar especial» que conmemora «la muerte de tantos que eran poco más que veinteañeros». Y recordó la historia de aquella anciana que, mirando las ruinas de Hiroshima devastadas por la bomba nuclear, exclamó: «Los hombres hacen todo para declarar y hacer una guerra y al final se destruyen a sí mismos».
«Esta es la guerra, la destrucción de nosotros mismos. Seguramente aquella mujer había perdido hijos y nietos, tenía una plaga en su corazón y lágrimas. Si hoy es un día de esperanza, hoy también es un día de lágrimas. Lágrimas como las de las esposas y madres que durante los conflictos mundiales vieron llegar una carta acompañada de la frase trágica: “Usted, señora, tiene el honor de que su esposo fue un héroe de la patria, que sus hijos son héroes de la patria”. Lágrimas que la humanidad de hoy no debe olvidar», precisó.
Inmediatamente repitió que, por orgullo, la humanidad «no ha aprendido la lección y parece que no quiere aprenderla». «Cuando tantas veces en la historia los hombres piensan en hacer una guerra, están convencidos de traer un nuevo mundo, de hacer una primavera y, sin embargo, termina un invierno, feo, cruel, el reino del terror y de la muerte», dijo.
Para el Papa, el único fruto de la guerra es la muerte: del futuro, de los jóvenes, de los niños inocentes. Por eso invocó la «gracia de llorar» por las víctimas que «mueren en las batallas diarias en esta amarga guerra que está arruinando nuestro mundo».
Tercera Guerra Mundial a pedazos
Ninguna de estas palabras resulta casual. Demuestra la preocupación del pontífice, en primera persona, por esa «Tercera Guerra Mundial a pedazos» que denuncia desde el inicio de su papado pero que, en los últimos meses, ha tenido una drástica aceleración. Y demuestra, también, que él mismo decidió enviar un mensaje a Estados Unidos a falta de interlocutores fluidos con el Gobierno de Donald Trump.
Entre la Casa Blanca y el palacio apostólico vaticano, no existe hoy un hilo rojo de comunicación. «Nos salvamos de Hillary Clinton, pero con Trump no sabemos a dónde iremos a dar, es una incógnita», confesó un alto funcionario diplomático de la Santa Sede a este cronista hace pocas semanas. Esto no ha impedido que la Santa Sede intente empujar su mensaje de paz en un contexto difícil, pero sin demasiado éxito.
Así se ha abierto paso la diplomacia de los gestos. Como fue la visita al ce menterio de Nettuno y el posterior recorrido, también en el día de los fieles difuntos, por las fosas Ardeatinas, las cavas donde fueron fusiladas 335 personas, entre civiles y soldados italianos, a manos de las fuerzas nazis. Una represalia al ataque de la resistencia contra soldados de las SS alemanas en vía Rasella de Roma. Tras recordar a estas víctimas, el Papa escribió en el libro de honor del monumento: «Estos son los frutos de la guerra: odio, muerte, venganza…».
Francisco tiene muy presente el impacto devastador de las guerras y la amenaza nuclear. En los próximos días tendrá la oportunidad de profundizar en materia. Lo hará este viernes, cuando tome la palabra ante los participantes en un encuentro vaticano sobre desarme y bombas atómicas. Un coloquio inédito, que llevó erróneamente a algunos medios a hablar de «mediación del Papa» entre Estados Unidos y Corea del Norte.
El equívoco provocó una desmentida seca del portavoz vaticano Greg Burke, quien advirtió que la conferencia Perspectivas para un mundo libre de armas nucleares y el desarrollo integral no significa mediación alguna. Pero al mismo tiempo dejó claro que «el Santo Padre trabaja con determinación para promover las condiciones necesarias para un mundo sin armas nucleares».
Andrés Beltramo Álvarez

Una propuesta para evangelizar las sociedades secularizadas


El P. Jesús Morán miembro y copresidente del Movimiento de los Focolares que cumplió 50 años de fundación en Chile, explicó cómo la Iglesia puede hacer frente a las sociedades secularizadas.
El sacerdote dijo a ACI Prensa que hay «países que están viviendo un proceso de exculturación» vale decir, el rechazo a «la encarnación del anuncio en la cultura, los grandes valores del humanismo cristiano». «Si no escuchamos al mundo, corremos el riesgo de ofrecer respuestas equivocadas». Este, por ejemplo, «es el gran drama de la Iglesia en Europa».
Para evangelizar el mundo actual, explicó el presbítero, los movimientos eclesiales deben ser fieles a su carisma y buscar los modos para hacerlo cada vez más fértil. Este proceso, indicó, se puede plasmar con un concepto de San Juan Pablo II conocido como la «fidelidad creativa».
En primer lugar, resaltó el P. Morán, es necesario recurrir «a las fuentes, es decir, al Evangelio y al carisma» a través de la revelación dada por Dios. También, se deben «escuchar los signos de los tiempos, el lenguaje del hombre de hoy».
En segundo lugar, «entra en juego la creatividad, como un impulso del Espíritu Santo» para hacer frente al desafío de «recrear la cultura cristiana en un mundo distinto poniendo en movimiento la técnica de Jesús que son los encuentros significativos con las personas». Es decir, «hacer que Jesús esté vivo en las comunidades, en las parroquias, en los movimientos porque de otra manera no tenemos receptividad». «Estos encuentros significativos son el futuro de la Iglesia en sociedades secularizadas», enfatizó el P. Morán.
El copresidente de los Focolares manifestó su alegría por su movimiento que «siempre quiso ser un signo de unidad y fraternidad en un país que ha sufrido muchas divisiones».
Los 50 años del movimiento en Chile constituyen «una gran oportunidad para agradecer a Dios por tantas personas que han dado la vida por este ideal de unidad». «Para poder escuchar al hombre de hoy, pienso que también han adquirido la madurez para poder ser un signo visible y eficaz, para poder ser más incisivos en la sociedad», finalizó.
Medio siglo
El Movimiento de los Focolares llegó a Chile en 1967 con el apoyo del obispo de Osorno, de esa época, monseñor Francisco Valdés Subercasseaux.
El P. Morán vivió en Chile durante 23 años y llegó al país sureño para celebrar los 50 años de vida con el lanzamiento de su libro titulado ‘Tomar el Pulso del tiempo: El desafío de la actualización de un Carisma’, el pasado 2 de noviembre en la Pontificia Universidad Católica de Chile.
La reflexión del P. Morán se basa en su experiencia como miembro del Movimiento de los Focolares iniciado por la italiana Chiara Lubich en 1943 en Trento, Italia.
Sus miembros insertos en todos los ámbitos de la sociedad, consagrados y laicos, viven una espiritualidad de comunión y promueven la construcción de un mundo más unido, motivados por la oración de Jesús al Padre: «Que todos sean uno» (Jn. 17, 21).
Algunos movimientos eclesiales y nuevas comunidades laicales surgieron en la Iglesia como fruto del Concilio Vaticano II.
Son realidades que han recibido el aliento de San Juan Pablo II, especialmente en el Congreso Mundial de los Movimientos Eclesiales de 1998; de Benedicto XVI, especialmente en Pentecostés de 2006; y el Papa Francisco que recibe a algunos de ellos anualmente.
ACI/Giselle Vargas

Santa Marta: «Cada uno de nosotros es un elegido, una elegida de Dios»


«Cada uno de nosotros es un elegido, una elegida de Dios». «Cuando Dios llama, esa llamada permanece durante toda la vida». Lo ha dicho el Papa en la homilía de la Misa matutina celebrada este lunes, 6 de noviembre, en la capilla de la Casa de Santa Marta, inspirada en el tema de la «elección de Dios» presente en la liturgia a través de la Carta de San Pablo a los Romanos.
«Cuando Dios da un don, este don es irrevocable: no lo da hoy y lo quita mañana. Cuando Dios llama, esa llamada permanece durante toda la vida». Con esta reflexión comenzó el Papa la homilía.
«Cada uno de nosotros es un elegido, una elegida de Dios. Cada uno de nosotros lleva una promesa que el Señor hizo: ‘Camina en mi presencia, sé irreprensible y yo te haré esto’», así lo ha explicado el Papa. «Y cada uno de nosotros hace alianzas con el Señor. Puede hacerlas, si no quiere hacerlas, es libre», ha descrito el Papa como «un hecho».
El Santo Padre también lo plantea como un interrogante: «¿Cómo siento yo la elección? ¿O me siento cristiano de casualidad? ¿Cómo vivo yo la promesa, una promesa de salvación en mi camino, y cómo soy fiel a la alianza? ¿Cómo Él es fiel?».
El Papa Francisco continuó con la reflexión en torno a San Pablo en cuanto a la elección de Dios, y dijo que el Apóstol usa «cuatro veces» dos palabras: «desobediencia» y «misericordia». A la vez que añadió que donde está una, estuvo la otra, porque éste es nuestro camino de Salvación:
«Esto quiere decir que en el camino de la elección, hacia la promesa y la alianza, se producirán pecados, habrá desobediencia, pero ante esta desobediencia siempre está la misericordia. Es como la dinámica de nuestro caminar hacia la madurez: siempre está la misericordia, porque Él es fiel, Él jamás revoca sus dones. Está relacionado: esto está relacionado con el hecho de que los dones son irrevocables. ¿Por qué? Porque ante nuestras debilidades, ante nuestros pecados, siempre está la misericordia y cuando Pablo llega a esta reflexión, da un paso más – pero no nos da una explicación a nosotros – de adoración».
Así, el Sumo Pontífice ha exhortado a «pensar hoy en nuestra elección, en las promesas que el Señor nos ha hecho y en cómo vivo yo la alianza con el Señor». Y «cómo me dejo –permítanme la palabra– ‘misericordiar’ por el Señor» –ha añadido Francisco– «ante mis pecados, ante mis desobediencias».
Y al final, «si yo soy capaz, como Pablo, de alabar a Dios por esto que me ha dado a mí, a cada uno de nosotros: alabar y hacer aquel acto de adoración. Pero sin olvidar jamás que los dones y la llamada de Dios son irrevocables», ha concluido el Papa.
Zenit/Rosa Die Alcolea

El Papa Francisco nombra a dos mujeres para importantes cargos en el Vaticano


El Papa Francisco ha nombrado a dos mujeres como Subsecretarias del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida. Se trata de la profesora Gabriella Gambino, que se encargará de la sección para la Vida del dicasterio, y de Linda Ghisoni, juez y docente, que se hará cargo de la Sección para los fieles laicos.
Gabriella Gambino
Nació en Milán el 24 de abril de 1968 y es madre de cinco hijos. En 1995 se licenció en Ciencias Políticas por la Universidad de los Estudios de Milán y en 2001 obtuvo el doctorado en Bioética por el Instituto de bioética de la Universidad Católica del Sacro Cuore en Roma.
Desde 2001 hasta 2007 ha desarrollado su carrera como docente e investigadora en bioética en el Instituto de Metodología de las Ciencias Sociales de la Universidad LUISS-Guido Carli en Roma.
En 2002 fue nombrada Experta Científica del Comité Nacional para la Bioética por la Presidencia del Consejo de Ministros.
De 2013 a 2016 ha colaborado con el Pontificio Consejo para los Laicos y la Pontificia Academia para la Vida. En la actualidad es profesora agregada de Bioética en la Facultad de Filosofía, así como profesora de esta materia en la Facultad de Filosofía y Jurisprudencia de la Universidad de los Estudios de Roma en Tor Vergata.
También es profesora en el Pontificio Instituto Teológico Juan Pablo II para las Ciencias del Matrimonio y de la Familia en la Universidad Lateranense.
Linda Ghisoni
Nació en a Cortemaggiore, Piacenza, en 1965 y es madre de dos hijos. Está diplomada en Filosofía y Teología por la Eberhard-Karls-Universität de Tübingen (Alemania).
En 1999 se doctoró en Derecho Canónico por la Pontificia Universidad Gregoriana y obtuvo el diploma de abogado de la rota en el Studium rotale del Tribunal de la rota Romana en 2002. En 1994 obtuvo el diploma de praxis administrativa en la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos.
En el Tribunal de primera instancia y de apelo del Vicariato de Roma ha desarrollado la actividad de Notario, Defensor del vínculo, auditor, y de juez.
En la Santa Sede ha sido Defensor del vínculo por el Tribunal de la rota Romana de 2003 a 2009. Pero también Comisario diputado en la Defensa del vínculo en las causas de disolución del matrimonio rato y no consumado en la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos de 2006 a 2011.
ACI

El Papa en Santa Marta: No perder la capacidad de sentirnos amados

"Si se pierde la capacidad de sentirse amados, se pierde todo", con estas palabras el Papa Francisco sintetizó su homilía matutina en la capilla de Santa Marta, el martes 7 de noviembre, reflexionando sobre el pasaje del Evangelio de San Lucas en el que Jesús responde con una parábola, a uno de los comensales que le había dicho: “¡Bienaventurado el que tomará la comida en el Reino de Dios!".
El Santo Padre reflexionó sobre el pasaje del Evangelio de San Lucas propuesto por la liturgia del día, en el que Jesús narra una parábola, sin explicaciones, para responder a uno de los comensales que le había dicho: “¡Bienaventurado el que tomará la comida en el Reino de Dios!”. El Señor aconseja a quien debe invitar a alguien a su casa, que invite a quien no puede devolver la invitación.
Un hombre ofreció una gran cena – relata precisamente la parábola – e invitó a muchas personas. Los primeros invitados no quisieron ir porque no tenían interés ni por la cena, ni por la gente, ni por la invitación del Señor: estaban ocupados en sus propios intereses que eran más grandes que esa invitación. Estaba el que había comprado cinco pares de bueyes, el que había comprado un campo, o el que estaba recién casado. En una palabra – subrayó el Papa – se preguntaban qué habrían podido ganar. Estaban “ocupados” como aquel hombre que había construido depósitos para acumular sus bienes, pero que murió aquella noche.
Estaban apegados a sus intereses hasta el punto de que esto los llevaba a una “esclavitud del Espíritu”, es decir a ser “incapaces de comprender la gratuidad de la invitación”. Una actitud ante la cual el Papa Francisco hizo una recomendación:
“Y si no se comprende la gratuidad de la invitación de Dios no se entiende nada. La iniciativa de Dios siempre es gratuita. Pero para ir a este banquete, ¿cuánto hay que pagar? El boleto de entrada es estar enfermo, es ser pobre, es ser pecador… Así estos te dejan entrar. Este es el boleto de entrada: estar necesitado, tanto en el cuerpo como en el alma. Pero, para la necesidad de cuidado, de curación, hay que tener necesidad de amor…”.
De manera que hay dos actitudes: por una parte la de Dios que no hace pagar nada y dice después al siervo que conduzca a los pobres, a los lisiados, a los buenos y a los malos. Se trata de una gratuidad que “no tiene límites”. Dios – subrayó el Santo Padre – “recibe a todos”. Por otra parte, está el modo de actuar de los primeros invitados que, en cambio, no comprenden la gratuidad. Como el hermano mayor del Hijo Pródigo, que no quiere ir al banquete organizado por el padre para su hermano que se había ido, y que no entiende.
“Pero a éste, que ha gastado todo su dinero, que ha gastado la herencia, con los vicios, con los pecados, ¿tú le haces fiesta? ¿Y yo que soy un católico, que practico, que voy a misa todos los domingos, que cumplo con las cosas, a mí nada?”. Este no entiende la gratuidad de la salvación, piensa que la salvación es fruto del “yo pago y tú me salvas”. Pago con esto, con esto, con esto… No. ¡La salvación es gratuita! Y si tú no entras en esta dinámica de la gratuidad no entiendes nada. La salvación es un don de Dios al que se responde con otro don, el don de mi corazón”.
El Papa Francisco volvió a referirse a quienes piensan en sus propios intereses, que cuando oyen hablar de dones, saben que se deben hacer, pero que inmediatamente piensan en “la devolución”: “Haré este regalo”, y él después “en otra ocasión, me hará otro”.
En cambio el Señor “no pide nada a cambio”: “Sólo amor y fidelidad, como Él es amor y Él es fiel” – dijo el Papa Bergoglio – evidenciando que “la salvación no se compra, sencillamente se entra en el banquete”. “Bienaventurado quien tomará alimento en el Reino de Dios”: ésta es la salvación.
Pero aquellos que no están dispuestos a entrar en el banquete, “se sienten seguros”, “salvados a su modo, fuera del banquete”. “Han perdido el sentido de la gratuidad – explicó Francisco – el sentido del amor”. “Han perdido – añadió – una cosa más grande y más bella aún y esto es muy malo: han perdido la capacidad de sentirse amados”.
“Y cuando tú pierdes – no digo la capacidad de amar, porque eso se recupera – la capacidad de sentirte amado no hay esperanza, has perdido todo. Nos hace pensar en lo que está escrito en la puerta del infierno dantesco: “Dejen la esperanza”, has perdido todo. Debemos pensar ante este Señor: “Porque yo les digo, yo quiero que mi casa se llene”. Este Señor que es tan grande, que es tan amoroso, que en su gratuidad quiere llenar la casa. Pidamos al Señor que nos salve de perder la capacidad de sentirse amados”.
(María Fernanda Bernasconi - RV).

ORAR CON EL SALMO DE HOY: GUSTAD Y VED QUÉ BUENO ES EL SEÑOR





Del Salmo 33:

 Bendigo al Señor en todo momento

Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren. 

 Bendigo al Señor en todo momento

Proclamad conmigo la grandeza del Señor,
ensalcemos juntos su Nombre.
Contempladlo, y quedaréis radiantes,
vuestro rostro no se avergonzará. 

 Bendigo al Señor en todo momento

Gustad y ved qué bueno es el Señor,
dichoso el que se acoge a Él.
Venid, hijos, escuchadme:
os instruiré en el temor del Señor. 

 Bendigo al Señor en todo momento

Guarda tu lengua del mal,
tus labios de la falsedad;
apártate del mal, obra el bien,
busca la paz y corre tras ella. 

 Bendigo al Señor en todo momento

COMENTARIO DE BENEDICTO XVI AL EVANGELIO DE SAN MATEO (19,27-29)


 


Después del episodio del "joven rico", que no había tenido la valentía de separarse de sus "muchas riquezas" para seguir a Jesús, el apóstol san Pedro pregunta al Señor qué recompensa les tocará a ellos, los discípulos, que en cambio han dejado todo para estar con Él. 

La respuesta de Cristo revela la inmensa generosidad de su corazón: a los Doce les promete que participarán en su autoridad sobre el nuevo Israel; además, asegura a todos que "quien haya dejado" los bienes terrenos por su nombre, "recibirá el ciento por uno y heredará la vida eterna". 

Quien elige a Jesús encuentra el tesoro mayor, la perla preciosa, que da valor a todo lo demás, porque Él es la Sabiduría divina encarnada que vino al mundo para que la humanidad tenga vida en abundancia. Y quien acoge la bondad, la belleza y la verdad superiores de Cristo, en quien habita toda la plenitud de Dios, entra con Él en su reino, donde los criterios de valor de este mundo ya no cuentan e incluso quedan completamente invertidos.

... La persona que, fascinada por la sabiduría, la busca y la encuentra en Cristo, deja todo por Él, recibiendo en cambio el don inestimable del reino de Dios, y revestida de templanza, prudencia, justicia y fortaleza —las virtudes "cardinales"— vive en la Iglesia el testimonio de la caridad.

(Homilía del 6 de mayo de 2006)

EVANGELIO DE HOY: LA RECOMPENSA POR SEGUIR A JESÚS






Lectura del santo evangelio según san Mateo (19,27-29):

En aquel tiempo, dijo Pedro a Jesús: «Nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido; ¿qué nos va a tocar?»

Jesús les dijo: «Os aseguro: cuando llegue la renovación, y el Hijo del hombre se siente en el trono de su gloria, también vosotros, los que me habéis seguido, os sentaréis en doce tronos para regir a las doce tribus de Israel. 

El que por mí deja casa, hermanos o hermanas, padre o madre, mujer, hijos o tierras, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna.»

Palabra del Señor