martes, 7 de noviembre de 2017

Santa Marta: «Cada uno de nosotros es un elegido, una elegida de Dios»


«Cada uno de nosotros es un elegido, una elegida de Dios». «Cuando Dios llama, esa llamada permanece durante toda la vida». Lo ha dicho el Papa en la homilía de la Misa matutina celebrada este lunes, 6 de noviembre, en la capilla de la Casa de Santa Marta, inspirada en el tema de la «elección de Dios» presente en la liturgia a través de la Carta de San Pablo a los Romanos.
«Cuando Dios da un don, este don es irrevocable: no lo da hoy y lo quita mañana. Cuando Dios llama, esa llamada permanece durante toda la vida». Con esta reflexión comenzó el Papa la homilía.
«Cada uno de nosotros es un elegido, una elegida de Dios. Cada uno de nosotros lleva una promesa que el Señor hizo: ‘Camina en mi presencia, sé irreprensible y yo te haré esto’», así lo ha explicado el Papa. «Y cada uno de nosotros hace alianzas con el Señor. Puede hacerlas, si no quiere hacerlas, es libre», ha descrito el Papa como «un hecho».
El Santo Padre también lo plantea como un interrogante: «¿Cómo siento yo la elección? ¿O me siento cristiano de casualidad? ¿Cómo vivo yo la promesa, una promesa de salvación en mi camino, y cómo soy fiel a la alianza? ¿Cómo Él es fiel?».
El Papa Francisco continuó con la reflexión en torno a San Pablo en cuanto a la elección de Dios, y dijo que el Apóstol usa «cuatro veces» dos palabras: «desobediencia» y «misericordia». A la vez que añadió que donde está una, estuvo la otra, porque éste es nuestro camino de Salvación:
«Esto quiere decir que en el camino de la elección, hacia la promesa y la alianza, se producirán pecados, habrá desobediencia, pero ante esta desobediencia siempre está la misericordia. Es como la dinámica de nuestro caminar hacia la madurez: siempre está la misericordia, porque Él es fiel, Él jamás revoca sus dones. Está relacionado: esto está relacionado con el hecho de que los dones son irrevocables. ¿Por qué? Porque ante nuestras debilidades, ante nuestros pecados, siempre está la misericordia y cuando Pablo llega a esta reflexión, da un paso más – pero no nos da una explicación a nosotros – de adoración».
Así, el Sumo Pontífice ha exhortado a «pensar hoy en nuestra elección, en las promesas que el Señor nos ha hecho y en cómo vivo yo la alianza con el Señor». Y «cómo me dejo –permítanme la palabra– ‘misericordiar’ por el Señor» –ha añadido Francisco– «ante mis pecados, ante mis desobediencias».
Y al final, «si yo soy capaz, como Pablo, de alabar a Dios por esto que me ha dado a mí, a cada uno de nosotros: alabar y hacer aquel acto de adoración. Pero sin olvidar jamás que los dones y la llamada de Dios son irrevocables», ha concluido el Papa.
Zenit/Rosa Die Alcolea

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