En la vida espiritual de los cristianos y en su acción apostólica y pastoral debe prevalecer la imagen de Dios Padre de misericordia tal como se nos ha revelado en Jesucristo su Hijo.
La aportación más decisiva de la misión de Jesús es que nos trae a Dios, Dios se revela así para nosotros como Dios del Hijo: "Padre de nuestro Señor Jesucristo"
Por eso la relación única y singular de Jesús con Dios cambió el lenguaje de los discípulos y su conocimiento de Dios. Jesús nos muestra la posibilidad de nuestra relación de hijos respecto a Dios Padre. San Pablo nos indica que podemos de verdad llamar Padre a Dios .
Unidos a Jesús y con la gracia del Espíritu Santo podemos sentirnos verdaderamente hijo de Dios que de algún modo participamos de la vida de Dios Padre.
La fe en el amor paterno de Dios nos lleva a una relación de confianza filial en Él y de entrega a su amor .
Un ejemplo elocuente: Santa Teresa de Lisieux , Doctora de la Iglesia. Poniendo toda su confianza en Dios decía: "Comprendí que el amor encerraba en sí todas las vocaciones, que el amor lo era todo, que el amor abarcaba todos los tiempos y lugares....En una palabra, ¡que el amor es eterno...! ¡Al fin he encontrado mi vocación! ¡Mi vocación es el amor!...En el corazón de la Iglesia, mi Madre yo seré el amor...Así lo seré todo..." (Santa Teresa del Niño Jesús, Obras completas, Burgos 1996, p. 261)
Elías Yanes (Arzobispo Emérito de Zaragoza)