sábado, 14 de noviembre de 2015

“Dime qué sentiste, hermano terrorista” (Carta abierta por los ataques en París)

Hermano terrorista:
Dime ¿qué sentiste?… en el momento en que miraste los ojos suplicantes de tu hermano y gatillaste su ausencia… cuando hombres y mujeres inocentes te rogaron misericordia, apelaron a la humanidad que corre por tus venas, y renegaste de tu condición de hombre. ¿Qué sentiste? Aquí en este mundo occidental decimos que odias demasiado, que eres un miserable, un terrorista desalmado, un animal despreciable; y sin embargo, estoy seguro que has amado a otra persona, tal vez tienes mujer e hijos. Estoy seguro que has palpado tu humanidad herida cuando alguna vez el dolor llamó a tu puerta y que tu corazón es capaz de conmoverse y sentir ternura.
Hermano terrorista, disculpa si es que no me cabe en el corazón que hayas abdicado completamente de tu humanidad. Por eso te pregunto: ¿qué sentiste cuándo mataste?, ¿placer?, ¿justicia?, ¿redención? ¡Dime! Confiesa que sentiste un breve chispazo de tristeza cuando viste tu rostro reflejado en la mirada vidriosa de las mujeres que asesinaste. Confiesa que se abrió una ligera herida, que se coló una gota de sangre humana en tu alma y te preguntaste: «¿Qué sentido tiene todo esto?». No me mal interpretes, soy cristiano, y sí, tal vez quiero una excusa para perdonarte o, aún peor, es probable que busque una razón para no odiar el hecho de que compartamos la misma naturaleza  — a mí también se me cuela el odio hermano — ; pero por encima de todo, te soy sincero, busco un pequeño atisbo de esperanza. Hermano terrorista, disculpa si soy ingenuo, pero busco la esperanza de que aún se te puede hablar de amor, de que tu humanidad no ha sido completamente tomada por el odio y de que, si te muestro mi corazón abierto, tal vez me enseñarías el tuyo. Por eso, hermano terrorista, confiesa: ¡te dolió matar! ¡Un relámpago de duda surcó tu frente! ¡El terror que causaste te asustó a ti también! ¡Disparaste con pena! ¡¿Te mataste con miedo?! ¡Dime que eres humano, maldita sea!

No me hables de los infieles, de la corrupción de Occidente, ni del premio reservado a los conductores de la Yihad. Creo que lo crees, e incluso, que crees sinceramente en todo eso; pero háblame más bien de este temor inesperado, hermano terrorista, de la sal en tu boca, de aquel estribillo de remordimiento que estuvo a punto de hacerte pedirle perdón a aquella mujer cuando descubriste que estaba embarazada. Porque es en esto último donde está no solo mi esperanza sino también la tuya, ¿no lo entiendes? Disculpa que te lo diga tan crudamente, pero Dios ha jugado un papel completamente distinto del que tú te esperabas en este atentado. No fue el ciclón de odio  — no la llames ira santa, por favor —  lo que Dios sembró en tu corazón, fueron más bien esas tímidas dudas de amor y humanidad, fue la reticencia y ese fastidioso retintín de incerteza donde Dios te hablaba. Por eso te ruego, hermano terrorista, no te avergüences de ellas porque no son un signo de tu infidelidad al plan de Dios; todo lo contrario, son la única garantía de que sigues siendo un ser humano y de que Dios no te ha abandonado ni siquiera en la noche más oscura de tu existencia.

Por eso, te repito, repasemos juntos el momento: ¡¿qué sentiste?! hermano terrorista.

Mauricio Artieda

"Los atentados de París no tienen justificación ni religiosa ni humana" Francisco condena "enérgicamente la violencia que no resuelve nada"


Estoy conmovido y siento dolor. No entiendo estas cosas,
El papa Francisco condenó hoy "enérgicamente la violencia, que no puede resolver nada", al tiempo que se mostró "en oración con el sufrimiento de las familias afectadas" en los atentados terroristas de este viernes en París que dejaron más de un centenar de muertos.
"Informado de los horrendos ataques terroristas que tuvieron lugar en París y el Stade de France, matando a decenas de personas e hiriendo a muchos otros, Su Santidad Francisco se une en oración con el sufrimiento de las familias afectadas por el drama y el dolor del pueblo francés", informó este sábado el secretario de Estado Pietro Parolin en una carta dirigida al cardenal francés André Vingt-Trois, Arzobispo de París.
El Santo Padre "invoca a Dios, Padre de misericordia, que él da la bienvenida a las víctimas en la paz de su luz y trae consuelo y esperanza a los heridos y sus familias. Es responsable, así como todos los que participaron en el rescate de su cercanía espiritual", agrega la misiva divulgada esta mañana por la Santa Sede.
"Una vez más, el Santo Padre condena enérgicamente la violencia, que no puede resolver nada, y le pide a Dios para inspirar a todos los pensamientos de la paz y de la solidaridad o de comunicar a las familias en la prueba y sobre todo los franceses, la abundancia de sus bendiciones", finaliza la carta del número dos del Vaticano.
Por otra parte, en l papa Francisco dijo hoy que los atentados de París "no tienen justificación ni religiosa ni humana. Esto no es humano", en una breve declaración hecha al canal de televisión TV200, de la Conferencia Episcopal Italiana.
"Estoy conmovido y siento dolor. No entiendo estas cosas, son difíciles de entender, hechas por seres humanos. Por eso estoy conmovido, con dolor y rezo", declaró el pontífice por teléfono.
"Estoy muy próximo al pueblo francés tan amado, estoy cerca de los familiares de las víctimas y rezo por todos ellos", declaró en la entrevista.

Preguntado por si los ataques de París son una muestra de la "guerra mundial a trozos" de la que el pontífice ha hablado en repetidas ocasiones, el papa respondió: "este es un trozo, no hay justificaciones para estas cosas". (RD/Agencias)

De frente al odio, contra el miedo, el mensaje de la misericordia. La reflexión del jesuita Federico Lombardi


En estos días tristes por la tempestad de una violencia homicida loca y horrible, muchos se preguntan cómo reaccionar. Algunos se hacen ya la pregunta sobre cómo vivir la espera del Jubileo

¡Atención! Estos homicidios poseídos de un odio insensato se llaman terroristas precisamente porque quieren difundir el terror. Si nosotros nos dejamos aterrorizar, han alcanzado ya su primer objetivo. Es una razón más para resistir con decisión y con coraje a la tentación del miedo. Naturalmente  es necesario ser prudentes y no irresponsables, tomar las precauciones que sean razonables. Pero debemos continuar viviendo, construyendo paz y confianza recíproca.
Por eso diría que el Jubileo de la misericordia se manifiesta todavía más necesario. Un mensaje de misericordia, es decir de amor de Dios, que tiene como consecuencia también el amor recíproco y la reconciliación. Es exactamente la respuesta que necesitamos dar en tiempos de tentación y desconfianza. Juan Pablo II decía que el mensaje de la misericordia era la gran respuesta de Dios y de los creyentes, en el tiempo oscuro y horrible de la segunda guerra mundial, de masacres obradas por los totalitarismo, por la difusión del odio entre los pueblos y las personas.

También hoy cuando el Papa Francisco habla de la tercera guerra mundial a pedazos, es necesario el mensaje de la misericordia para hacernos capaces de reconciliación, de construir puentes no obstante todo, de tener el coraje del amor. No es precisamente el tiempo de renunciar al Jubileo o de tener miedo. Tenemos más necesidad que antes. (Traducción del original italiano: jesuita Guillermo Ortiz- Radio Vaticana)

ORAR SIEMPRE SIN DESANIMARSE



Lectura del santo evangelio según san Lucas (18,1-8):

En aquel tiempo, Jesús, para explicar a sus discípulos cómo tenían que orar siempre sin desanimarse, les propuso esta parábola: 

«Había un juez en una ciudad que ni temía a Dios ni le importaban los hombres. En la misma ciudad había una viuda que solía ir a decirle: "Hazme justicia frente a mi adversario."

Por algún tiempo se negó, pero después se dijo: "Aunque ni temo a Dios ni me importan los hombres, como esta viuda me molesta, le haré justicia para que no venga continuamente a fastidiarme".

Y el Señor añadió: «Fijaos en lo que dice el juez injusto; pues Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos que le gritan día y noche?; ¿o les dará largas? Os digo que les hará justicia sin tardar. Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?»