Este blog se crea con el objetivo de que todos los que formamos parte de de la comunidad cristiana, podamos expresar nuestras opiniones, consultar nuestras dudas y, sobre todo, ayudarnos unos a otros en este caminar con Jesús y hacia Jesús. Anímate y participa
viernes, 3 de julio de 2015
No despreciar al profeta
El relato no deja de ser
sorprendente. Jesús fue rechazado precisamente en su propio pueblo,
entre aquellos que creían conocerlo mejor que nadie. Llega a Nazaret,
acompañado de sus discípulos, y nadie sale a su encuentro, como sucede a veces
en otros lugares. Tampoco lo presentan a los enfermos de la aldea para que los
cure.
Su presencia solo despierta en
ellos asombro. No saben quién le ha podido enseñar un mensaje tan lleno
de sabiduría. Tampoco se explican de dónde proviene la fuerza curadora de
sus manos. Lo único que saben es que Jesús es un trabajador nacido en una
familia de su aldea. Todo lo demás «les resulta escandaloso».
Jesús se siente «despreciado»: los
suyos no le aceptan como portador del mensaje y de la salvación de Dios. Se
han hecho una idea de su vecino Jesús y se resisten a abrirse al misterio que
se encierra en su persona. Jesús les recuerda un refrán que, probablemente,
conocen todos: «No desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus
parientes y en su casa».
Al mismo tiempo, Jesús «se extraña
de su falta de fe». Es la primera vez que experimenta un rechazo colectivo, no
de los dirigentes religiosos, sino de todo su pueblo. No se esperaba esto de
los suyos. Su incredulidad llega incluso a bloquear su capacidad de
curar: «no pudo hacer allí ningún milagro, solo curó a algunos enfermos».
Marcos no narra este episodio para
satisfacer la curiosidad de sus lectores, sino para advertir a las comunidades
cristianas que Jesús puede ser rechazado precisamente porquienes creen
conocerlo mejor: los que se encierran en sus ideas preconcebidas sin
abrirse ni a la novedad de su mensaje ni al misterio de su persona.
¿Cómo estamos acogiendo a Jesús
los que nos creemos «suyos»?
En medio de un mundo que se ha hecho adulto, ¿no es nuestra fe demasiado infantil y superficial?
¿No vivimos demasiado indiferentes a la novedad revolucionaria de su mensaje?
¿No es extraña nuestra falta de fe en su fuerza transformadora?
¿No tenemos el riesgo de apagar su Espíritu y despreciar su Profecía?
Esta era la preocupación de Pablo de Tarso: «No apaguéis el Espíritu, no despreciéis el don de Profecía. Revisadlo todo y quedaos solo con lo bueno» (1 Tes 5,19-21). ¿No necesitamos algo de esto los cristianos de nuestros días?
José
Antonio PagolaEn medio de un mundo que se ha hecho adulto, ¿no es nuestra fe demasiado infantil y superficial?
¿No vivimos demasiado indiferentes a la novedad revolucionaria de su mensaje?
¿No es extraña nuestra falta de fe en su fuerza transformadora?
¿No tenemos el riesgo de apagar su Espíritu y despreciar su Profecía?
Esta era la preocupación de Pablo de Tarso: «No apaguéis el Espíritu, no despreciéis el don de Profecía. Revisadlo todo y quedaos solo con lo bueno» (1 Tes 5,19-21). ¿No necesitamos algo de esto los cristianos de nuestros días?
"Romero construyó la paz con la fuerza del amor"
Querido Hermano: La beatificación
de monseñor Óscar Arnulfo Romero Galdámez, que fue Pastor de esa
querida Arquidiócesis, es motivo de gran alegría para los salvadoreños y para
cuantos gozamos con el ejemplo de los mejores hijos de la Iglesia. Monseñor
Romero, queconstruyó la paz con la fuerza del amor, dio testimonio de la
fe con su vida entregada hasta el extremo.
El Señor nunca abandona a su
pueblo en las dificultades, y se muestra siempre solícito con sus necesidades.
Él ve la opresión, oye los gritos de dolor de sus hijos, y acude en su ayuda
para librarlos de la opresión y llevarlos a una nueva tierra, fértil y
espaciosa, que “mana leche y miel” (cf. Ex 3, 7-8). Igual que un día eligió a
Moisés para que, en su nombre, guiara a su pueblo, sigue suscitando pastores
según su corazón, que apacienten con ciencia y prudencia su rebaño (cf. Jer 3,
15).
En ese hermoso país
centroamericano, bañado por el Océano Pacífico, el Señor concedió a su
Iglesia un Obispo celoso que, amando a Dios y sirviendo a los
hermanos, se convirtió en imagen de Cristo Buen Pastor. En tiempos de difícil
convivencia, Monseñor Romero supo guiar, defender y proteger a su
rebaño, permaneciendo fiel al Evangelio y en comunión con toda la Iglesia.
Su ministerio se distinguió por una particular atención a los más pobres y
marginados. Y en el momento de su muerte, mientras celebraba el Santo
Sacrificio del amor y de la reconciliación, recibió la gracia de identificarse
plenamente con Aquel que dio la vida por sus ovejas.
En este día de fiesta para la
Nación salvadoreña, y también para los países hermanos latinoamericanos, damos
gracias a Dios porque concedió al Obispo mártir la capacidad de ver y oír el
sufrimiento de su pueblo, y fue moldeando su corazón para que, en su nombre, lo
orientara e iluminara, hasta hacer de su obrar un ejercicio pleno de caridad
cristiana.
La voz del nuevo Beato sigue
resonando hoy para recordarnos que la Iglesia, con vocación de hermanos
entorno a su Señor, es familia de Dios, en la que no puede haber ninguna
división. La fe en Jesucristo, cuando se entiende bien y se asume hasta sus
últimas consecuencias genera comunidades artífices de paz y de solidaridad. A
esto es a lo que está llamada hoy la Iglesia en El Salvador, en América y en el
mundo entero: a ser rica en misericordia, a convertirse en levadura de
reconciliación para la sociedad.
Monseñor Romero nos invita a la
cordura y a la reflexión, al respeto a la vida y a la concordia. Es
necesario renunciar a “la violencia de la espada, la del odio”, y vivir “la
violencia del amor, la que dejó a Cristo clavado en una cruz, la que se hace
cada uno para vencer sus egoísmos y para que no haya desigualdades tan crueles
entre nosotros”.
Él supo ver y experimentó en su
propia carne “el egoísmo que se esconde en quienes no quieren ceder de lo suyo
para que alcance a los demás”. Y, con corazón de padre, se preocupó de “las
mayorías pobres”, pidiendo a los poderosos que convirtiesen “las armas en hoces
para el trabajo”.
Quienes tengan a Monseñor Romero
como amigo en la fe, quienes lo invoquen como protector e
intercesor, quienes admiren su figura, encuentren en él fuerza y ánimo para
construir el Reino de Dios, para comprometerse por un orden social más
equitativo y digno.
Es momento favorable para una
verdadera y propia reconciliación nacional ante losdesafíos que hoy se
afrontan. El Papa participa de sus esperanzas, se une a sus oraciones
para que florezca la semilla del martirio y se afiancen por los verdaderos
senderos a los hijos e hijas de esa Nación, que se precia de llevar el nombre
del divino Salvador del mundo.
Querido hermano, te pido, por
favor, que reces y hagas rezar por mí, a la vez que imparto la Bendición Apostólica
a todos los que se unen de diversas maneras a la celebración del nuevo Beato.
Fraternamente, Francisco -
Vaticano, 23 de mayo de 2015.
Siria: nueva emergencia humanitaria en Hassaké
El último ataque a la ciudad de Hassake
en la noche entre el miércoles 24 y el jueves 25 de junio por parte de
milicianos yihadistas del Daesh (acrónimo utilizado para definir en árabe al
Estado Islámico) ha provocado una nueva emergencia humanitaria en la provincia
siria al noreste de Jazeera. Cientos de familias se han visto obligadas a
abandonar sus hogares aumentando así la masa de refugiados internos que ya
están presentes en la región siria.
“Los milicianos del Daesh --refiere a la Agencia Fides el obispo caldeo Antoine
Audo, presidente de Cáritas Siria-- han bombardeado en la noche entre el
miércoles y el jueves todas las zonas de la ciudad. Luego, en la madrugada del
jueves 25, ha comenzado el éxodo masivo, entre ellos cientos de familias
cristianas. Sólo de entre los caldeos, se han marchado sesenta familias a
Qamishli, junto con el párroco Nidal, mientras que otras diez familias han
llegado a la parroquia de al-Malikiyah. Y ahora todo el mundo está esperando
para ver cómo evolucionan las cosas”.Hassaké en las últimas semanas había sido objeto de ataques por parte del grupo fundamentalista islámico, hasta ahora siempre rechazada por el ejército del gobierno y la milicia kurda. Ahora el obispo Audo ve en esta última ofensiva yihadista, un intento de presionar a las fuerzas armadas, principalmente a las kurdas, que en los últimos días parecían ganar terreno en la provincia de al-Raqqa, donde está la fortaleza de Daesh en Siria.
“La situación --explica Mons. Audo-- parece confusa. En el campo de batalla están los kurdos, los yihadistas y el ejército gubernamental y no siempre se entiende bien la agenda a la que responden cada una de las fuerzas en combate”. Caritas Siria ya ha tomado medidas para enviar alimentos, medicamentos y artículos de primera necesidad para ayudar a los nuevos refugiados. “Todos los días --añade el obispo caldeo de Aleppo-- surgen nuevas emergencias, incluso en zonas que hasta ahora no habían sufrido por el conflicto. La gente está cansada, los nervios están a flor de piel, todos tienen miedo. Se ven muchas armas. Por lo que basta un pequeño incidente para hacer explotar la tensión y provocar la violencia, incluso dentro de las aldeas. Nuestro deber es permanecer aquí, y tratar de avanzar en esta situación. Pero no es fácil”.
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