El último ataque a la ciudad de Hassake
en la noche entre el miércoles 24 y el jueves 25 de junio por parte de
milicianos yihadistas del Daesh (acrónimo utilizado para definir en árabe al
Estado Islámico) ha provocado una nueva emergencia humanitaria en la provincia
siria al noreste de Jazeera. Cientos de familias se han visto obligadas a
abandonar sus hogares aumentando así la masa de refugiados internos que ya
están presentes en la región siria.
“Los milicianos del Daesh --refiere a la Agencia Fides el obispo caldeo Antoine
Audo, presidente de Cáritas Siria-- han bombardeado en la noche entre el
miércoles y el jueves todas las zonas de la ciudad. Luego, en la madrugada del
jueves 25, ha comenzado el éxodo masivo, entre ellos cientos de familias
cristianas. Sólo de entre los caldeos, se han marchado sesenta familias a
Qamishli, junto con el párroco Nidal, mientras que otras diez familias han
llegado a la parroquia de al-Malikiyah. Y ahora todo el mundo está esperando
para ver cómo evolucionan las cosas”.Hassaké en las últimas semanas había sido objeto de ataques por parte del grupo fundamentalista islámico, hasta ahora siempre rechazada por el ejército del gobierno y la milicia kurda. Ahora el obispo Audo ve en esta última ofensiva yihadista, un intento de presionar a las fuerzas armadas, principalmente a las kurdas, que en los últimos días parecían ganar terreno en la provincia de al-Raqqa, donde está la fortaleza de Daesh en Siria.
“La situación --explica Mons. Audo-- parece confusa. En el campo de batalla están los kurdos, los yihadistas y el ejército gubernamental y no siempre se entiende bien la agenda a la que responden cada una de las fuerzas en combate”. Caritas Siria ya ha tomado medidas para enviar alimentos, medicamentos y artículos de primera necesidad para ayudar a los nuevos refugiados. “Todos los días --añade el obispo caldeo de Aleppo-- surgen nuevas emergencias, incluso en zonas que hasta ahora no habían sufrido por el conflicto. La gente está cansada, los nervios están a flor de piel, todos tienen miedo. Se ven muchas armas. Por lo que basta un pequeño incidente para hacer explotar la tensión y provocar la violencia, incluso dentro de las aldeas. Nuestro deber es permanecer aquí, y tratar de avanzar en esta situación. Pero no es fácil”.
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