martes, 31 de marzo de 2015

DOMINGO DE RAMOS.

El profeta Isaías nos recuerda que Dios no es impasible ante el sufrimiento y la injusticia de los inocentes. Por eso su Palabra, si nos abrimos a ella, tiene capacidad para espabilarnos el oído, avivar sensibilidades y despertarnos a una nueva conciencia en la que, como dice el papa Francisco,los cristianos y cristianas corramos el riesgo del encuentro con el otro, con su  presencia física, que siempre  interpela, con su dolor y sus reclamos, con su alegría, en un constante cuerpo a cuerpo (EG 88) y “prestemos atención para estar cerca de nuevas formas de pobreza y fragilidad (…) aunque eso aparentemente no nos aporte beneficios (EG210).La novedad y la alegría del Evangelio que encarna Jesús le lleva a vivir en compasión solidaria ante el sufrimiento de la gente, especialmente con las personas y colectivos más excluidos por la sociedad y el Templo.

Este modo de situarse de parte de los pequeños, anunciando desde ahí la Buena Noticia de la misericordia del Abba y la  universalidad del reino “desde abajo”, denuncia las dinámicas de poder,  del tener y del valer que el sistema neoliberal inocula en nosotros como un “veneno”. Como cristianos y cristianas necesitamos identificar estas dinámicas porque incluso “bajo capa de bien” pueden llevarnos a colocar en el centro de nuestra vida no la persona, ni las necesidades de nuestros prójimos o prójimas, sino nuestros intereses particulares, la propia seguridad, el dinero, la competitividad, el “que dirán”, en definitiva el mantenimiento de nuestro propio satus quo. Este estilo de vida nos hace cómplices del  mal y la injusticia y genera víctimas (EG 53).

La Buena Noticia del Evangelio es que el Dios de Jesús es servicio, gratuidad, donación, ternura y misericordia en acción para todos y todas desde los últimos. Así,  la novedad y la alternativa que nos ofrece el Dios cristiano frente a otras religiones es la del “abajamiento” y encarnación hasta el extremo:“actuando como un hombre cualquiera  se rebajó hasta someterse incluso a la muerte y muerte de cruz “. De este modo Jesús no exalta ni legitima ninguna cruz como “querida por Dios “, sino que la denuncia. Al “ponerse en su lugar” anuncia que el sufrimiento nunca es la palabra “última” en la historia, sino que el amor salva, libera, dota de sentido y plenitud la vida aun en las circunstancias más adversas. El amor existe y es posible vivirlo hasta fin.

La libertad de Jesús para vivir amando de esta manera no depende de las expectativas de los demás sobre Él. No se deja “seducir” por el clamor del pueblo cuando le aclama triunfalmente a la entrada en Jerusalén, ni tampoco la incomprensión y el abandono de los suyos le lleva a renunciar a sus opciones. Su libertad no es una libertad que nace de “afuera a adentro”, sino que está anclada en el corazón de Dios. Su libertad está “amarrada” al sueño de Dios: que la ternura, la compasión solidaria, la justicia alcancen a todas las criaturas  y que se acabe para siempre el dolor y el llanto.


También hoy como ayer la Buena Noticia de Jesús es una provocación a nuestras vidas. Sus preferencias pueden escandalizarnos o la desinstalación a la que nos invita puede llevarnos a tomar posturas defensivas y justificadoras. Pero también, aun sabiéndonos débiles y pecadores, podemos quedar seducidos por su libertad y compasión hasta el extremo, como le sucedió a aquella mujer que en una gesto de desmesura amorosa le ungió con la gratuidad del perfume, o como aquellas otras que mas allá de lo políticamente correcto se mantuvieron fieles hasta la cruz o como el acomodado José de Arimatea  a quien conocerle le cambió la vida.

Artículo escrito por Pepa Torres en REVISTA HOMILÉTICA 2015

Francisco, dos años después: "Navegante, vigía y timonel"

"Es más pastoral que curial, más evangélico que canonista, más gobernante que político. "

Como Juan XIII, también Francisco es Pastor et Nauta (en vez de otro lema que le hubiese dedicado Nostradamus,). Francisco es navegante, vigía y timonel. Navega con la vista puesta en la estrella polar, corrige en conversión continua el rumbo de la nave, como atento vigía otea el horizonte por si aparece "patera a la vista" y gira de repente el timón a babor para llegar a tiempo de recoger una balsa de náufragos...

Para celebrar sus dos años de pontificado, estoy releyendo los párrafos de Evangelii Gaudium donde habla sobre cómo construir en paz el bien común de un pueblo y de una iglesia (EG 217-237).

Francisco propone un método de reforma social orientado por cuatro criterios:

1) iniciar procesos hacia el futuro, en vez de controlar espacios de poder, 
2) transformar los conflictos, en vez de polarizarlos,
3) pensar desde la realidad, en vez de hacerlo a través del filtro de ideologías, y 
4) buscar el bien común "poliédricamente", como unidad de diferencias (totalidad sin totalitarismos, ni descartes o exclusiones, EG 36-40, 115-118, 129-131, 217-241).

En esos párrafos veo que el Papa ha dibujado su autorretrato y su programa pastoral y de gobernanza. Cuando dice: "A veces me pregunto quiénes son los que en el mundo actual se preocupan realmente por generar procesos que construyan un pueblo, más que por obtener resultados inmediatos que producen un rédito político fácil, rápido y efímero, pero que no construyen la plenitud humana" (EG 224), veo que se autorretrata Francisco con esas palabras. Dice que hay que "iniciar procesos más que poseer espacios" (EG 223).

Eso es justamente lo que él ha hecho al desencadenar el proceso de sinodalidad y colegialidad, para que el Sínodo de los Obispos recupere su misión original; también al recomendar desde los primeros días de pontificado la "descentralización" de la Curia romana (EG 16, 30-33, 104, 184, 241, 246) .
Francisco es más pastoral que curial (EG 25, 27); es más evangélico que canonista; es más teólogo desde la misión que redactor de "teologúmenos" desde la barrera o desde la biblioteca; y es también más gobernante con visión de estado que político con estrechez de partido e ideología.
La reforma de Francisco es una reforma "in via", por el camino, una reforma que llamaríamos "de la cuarta vía".

Francisco evita las tres vías de "reforma sin reforma" o de reforma inauténtica. Me refiero a las tres ideologías con las que Francisco no quiere casarse:

 1) la de los que ignoran el conflicto ("miran y siguen adelante como si no pasara nada", EG 227); indiferencia ante la necesidad presente y nostalgia del pasado; ideología de la restauración nostálgica (fundamentalista, fanática, cavernaria). ›
2) la de los que hacen ídolo de la propia ideología, quedan presos del conflicto sin buscar otra salida que no sea la ganancia del propio partido; la ideología del rechazo desarraigado y ruptura a ultranza. "Pierden horizontes, poyectan en las instituciones las propias confusiones e insatisfacciones y así la unidad se vuelve imposible" (EG 227). ›
3) los que apuestan por vías medias de sincretismo (EG 227), de soluciones de consenso forzado sobre los papeles en reuniones de comités para producir documentos; la ideología de la renovación cosmética, burocrática, curial, documentalista, productora de consensos por mero compromiso sobre el papel. 

Frente a estas tres posturas, Francisco opta por entrar en el conflicto, sufrirlo y pasarlo mal y caminar discerniendo, buscando y convirtiéndose, transformándose ambas partes por el camino al dejarse transformar por el Espíritu. "Es aceptar sufrir el conflicto, resolverlo y transformarlo en el eslabón de un nuevo proceso. Felices los que trabajan por la paz" (EG 227). La reforma de Francisco es reforma por el Camino, reforma desde el Espíritu y reforma hacia las periferias...

Francisco evita las tres rutas de pseudorreforma y endereza el rumbo de la nave de Pedro por la cuarta ruta: la reforma por el camino, dinámica, auténtica y evangélica: conversión continua (EG 27, 51, 53-55), en salida (EG 15, 19-24,20, 27-33,46-49), discernimiento (EG 30, 33, 43, 45, 50, 154), hacia las periferias (EG 30, 59)...

La reforma de Francisco es la reforma por el camino, se hace reforma al andar, caminando con Jesús y caminando con el pueblo (EG 143), recorriendo senderos y procesos de discernimiento evangélico (EG30,33,43,51,154) y praxis de liberación, fraternidad y justicia (EG 179), en sinodalidad, conciliaridad y colegialidad.

Juan Masiá, sj., 12 de marzo de 2015 - Religión Digital

"A donde yo voy, tú no puedes seguirme ahora, pero más adelante me seguirás".

Evangelio según San Juan 13,21-33.36-38.

Jesús, estando en la mesa con sus discípulos, se estremeció y manifestó claramente: "Les aseguro que uno de ustedes me entregará".
Los discípulos se miraban unos a otros, no sabiendo a quién se refería.
Uno de ellos -el discípulo al que Jesús amaba- estaba reclinado muy cerca de Jesús.
Simón Pedro le hizo una seña y le dijo: "Pregúntale a quién se refiere".
El se reclinó sobre Jesús y le preguntó: "Señor, ¿quién es?".
Jesús le respondió: "Es aquel al que daré el bocado que voy a mojar en el plato".

Y mojando un bocado, se lo dio a Judas, hijo de Simón Iscariote.
En cuanto recibió el bocado, Satanás entró en él. Jesús le dijo entonces: "Realiza pronto lo que tienes que hacer".
Pero ninguno de los comensales comprendió por qué le decía esto.
Como Judas estaba encargado de la bolsa común, algunos pensaban que Jesús quería decirle: "Compra lo que hace falta para la fiesta", o bien que le mandaba dar algo a los pobres.
Y en seguida, después de recibir el bocado, Judas salió. Ya era de noche.
Después que Judas salió, Jesús dijo: "Ahora el Hijo del hombre ha sido glorificado y Dios ha sido glorificado en él.
Si Dios ha sido glorificado en él, también lo glorificará en sí mismo, y lo hará muy pronto.
Hijos míos, ya no estaré mucho tiempo con ustedes. Ustedes me buscarán, pero yo les digo ahora lo mismo que dije a los judíos: 'A donde yo voy, ustedes no pueden venir'.
Simón Pedro le dijo: "Señor, ¿adónde vas?". Jesús le respondió: "A donde yo voy, tú no puedes seguirme ahora, pero más adelante me seguirás".
Pedro le preguntó: "¿Por qué no puedo seguirte ahora? Yo daré mi vida por ti".
Jesús le respondió: "¿Darás tu vida por mí? Te aseguro que no cantará el gallo antes que me hayas negado tres veces".



Mi boca contará tu salvación, Señor

Sal 70, 1-2. 3-4a. 5-6ab. 15 y 17

Mi boca contará tu salvación, Señor.
A ti, Señor, me acojo: 
no quede yo derrotado para siempre; 
tú que eres justo, 
líbrame y ponme a salvo, 
inclina a mí tu oído, y sálvame.
Mi boca contará tu salvación, Señor
Sé tú mi roca de refugio, 
el alcázar donde me salve, 
porque mi peña y mi alcázar eres tú. 
Dios mío, líbrame de la mano perversa.
Mi boca contará tu salvación, Señor
Porque tú, Dios mío, fuiste mi esperanza 
y mi confianza, Señor, desde mi juventud. 
En el vientre materno ya me apoyaba en ti, 
en el seno tú me sostenías.
Mi boca contará tu salvación, Señor
Mi boca contará tu auxilio, 
y todo el día tu salvación. 
Dios mío, me instruiste desde mi juventud, 
y hasta hoy relato tus maravillas.
Mi boca contará tu salvación, Señor