En la novela El idiota de F. Dostoievski, el ateo Hippolit
pregunta al príncipe Myskin: "¿Es verdad, príncipe, que dijisteis un día
que al mundo lo salvará la belleza? Señores -gritó fuerte dirigiéndose a
todos-, el príncipe afirma que el mundo será salvado por la belleza... ¿Qué belleza salvará al mundo?". (El idiota, p.
III, cap. V). El príncipe, como muchos de nosotros, guarda silencio ante
preguntas tan profundas que requieren análisis y reflexión. Y es que el silencio parece ser la mejor respuesta a una
situación donde las palabras escasean y hasta cierto punto estorban: el
príncipe estaba junto a un joven que estaba muriendo de tuberculosis. Su
silencio parece decir que la belleza que salvará al mundo es el amor que
comparte el sufrimiento. Ese amor, es el amor que es misericordia, es la
belleza que caracteriza al buen Pastor que nos guía con cariño por las sendas
de Dios.
En este año de
la misericordia los creyentes debemos estar atentos a las distintas voces de la
sociedad que nos llaman a poner en práctica nuestra fe. Una de ellas es abrazo
no reconocido ni aclamado que nos piden las agencias de adopción de niños
huérfanos a través de su página web: http://qic-ag.org/
Las agencias de adopción de New York necesitan voluntarios para
abrazar, mimar y dar amor a los recién nacidos que esperan ser
adoptados. Hacen falta voluntarios dispuestos a abrazar a los bebés durante sus
primeras semanas de existencia. Se espera con ilusión a los voluntarios. Todos
los voluntarios que deseen mostrar el amor que comparte el abandono y el
sufrimiento se someterán a una revisión de sus antecedentes. Las agencias
ayudarán a cubrir los gastos necesarios. La Iglesia por medio de la institución Catholic Relief Services (Servicio de auxilio
católico) está comprometida de alguna manera con esta tarea.
¿Qué belleza
salvará al mundo? No es suficiente denunciar las atrocidades del mundo, ni
hablar de justicia, de deberes, de bien común, de programas pastorales para
vivir la misericordia. Es necesario pensar y actuar con un corazón lleno de
amor compasivo y misericordioso. (Cf. C. M. Martini). Toda ocasión es oportuna
y esta es una de ellas.
Una persona que
aprecia la misericordia tiene una mayor capacidad para la empatía, un sentido más refinado de las
diferentes formas de tristeza y un conocimiento más amplio del repertorio de
emociones. Los gestos y actitudes misericordiosas nos abren hacia una visión
del mundo que nos ayuda a cultivar la vida interior. El abrazo, el cariño y el
amor que podamos dar a los bebés, a los niños, a los ancianos es un bálsamo
invisible que remite a las profundidades del Evangelio. La belleza que salvará
al mundo en muchas ocasiones puede ser ese abrazo que no puede ser visible
ni aplaudido,precisamente por tratarse de una realidad humana
fundamental que nos invita a salir de nosotros mismos, a olvidarnos, a gustar
la belleza del darse a los demás.
(Lucio Nontol, T.O.R.).-
No hay comentarios:
Publicar un comentario