“Pidamos al Señor que nos haga redescubrir la importancia de nutrirnos no sólo de pan sino de verdad, de amor, de Cristo, del cuerpo de Cristo, participando fielmente y con gran consciencia de la Eucaristía, para unirnos cada vez más íntimamente a Él”.
El Papa expresó que “el alimento eucarístico no es el que se transforma en nosotros, sino que nosotros somos los misteriosamente transformados”, y recordó que a través del Misterio de la Eucaristía “Cristo nos nutre uniéndonos a sí; nos atrae dentro de sí’”.
Al explicar el milagro de los panes, el Santo Padre señaló que “Jesús no nos pide aquello que no tenemos, pero nos hace ver que si cada uno ofrece lo poco que tiene, el milagro puede cumplirse siempre de nuevo: Dios es capaz de multiplicar cada uno de nuestros pequeños gestos de amor y hacernos partícipes de su don”.
El Santo Padre señaló que la Eucaristía “es el permanente gran encuentro del hombre con Dios, en el que el Señor se hace nuestro alimento, y se da a sí mismo para transformarnos en Él”.
Benedicto XVI, 29 de julio de 2012
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