viernes, 11 de marzo de 2016

ABRACÉMONOS AL SEÑOR, ESTEMOS DE SU PARTE CON TODA NUESTRA ALMA. SAN AMBROSIO.



Donde está el corazón del hombre allí está también su tesoro; pues el Señor no suele negar la dádiva buena a los que se la han pedido. 

Y ya que el Señor es bueno, y mucho más bueno todavía para los que le son fieles, abracémonos a Él, estemos de su parte con toda nuestra alma, con todo el corazón, con todo el empuje de que seamos capaces, para que permanezcamos en su luz, contemplemos su gloria y disfrutemos de la gracia del deleite sobrenatural. 

Conque si Dios es nuestro refugio y se halla en el cielo y sobre los cielos, es hacia allí hacia donde hay que huir, donde está la paz, donde nos aguarda el descanso de nuestros afanes y la saciedad de un gran Sábado. Pues la saciedad, el placer y el sosiego están en descansar en Dios y contemplar su felicidad. 

Huyamos, pues, como los ciervos, hacia las fuentes de las aguas. ¿Cuál es aquella fuente? Pues Dios es esa fuente. 

Del Tratado de San Ambrosio, Obispo. 
(CSEL 32, 192. 198-199. 204)

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