Entonces, unos
fariseos y escribas de Jerusalén se acercaron a Jesús y le dijeron: "¿Por
qué tus discípulos quebrantan la tradición de nuestros antepasados y no se
lavan las manos antes de comer?".
Jesús llamó a la multitud y le dijo: "Escuchen
y comprendan. Lo que mancha al hombre no es lo que entra por la boca, sino lo
que sale de ella".
Entonces se acercaron los discípulos y le dijeron:
"¿Sabes que los fariseos se escandalizaron al oírte hablar así?".
El les respondió: "Toda planta que no haya
plantado mi Padre celestial, será arrancada de raíz. Déjenlos: son ciegos que
guían a otros ciegos. Pero si un ciego guía a otro, los dos caerán en un
pozo".
REFLEXIÓN DEL P. RANIERO CANTALAMESSA, OFM Cap., predicador de la Casa Pontificia: Lo que contamina al hombre
"Oídme todos y
entended. Nada hay fuera del hombre que, entrando en él, pueda contaminarle;
sino lo que sale del hombre, eso es lo que contamina al hombre. [...] Porque de
dentro, del corazón de los hombres, salen las intenciones malas: fornicaciones,
robos, asesinatos, adulterios, avaricias, maldades, fraude, libertinaje,
envidia, injuria, insolencia, insensatez. Todas estas perversidades salen de
dentro y contaminan al hombre".
En este pasaje del
Evangelio, Jesús corta de raíz la tendencia a dar más importancia a los gestos
y a los ritos exteriores que a las disposiciones del corazón, el deseo de
aparentar que se es -más que de serlo- bueno. En resumen, la hipocresía y el
formalismo.
Pero podemos sacar hoy de esta página del Evangelio una enseñanza de orden no
sólo individual, sino también social y colectivo. La distorsión que Jesús
denunciaba de dar más importancia a la limpieza exterior que a la pureza del
corazón se reproduce hoy a escala mundial. Hay muchísima preocupación por la
contaminación exterior y física de la atmósfera, del agua, por el agujero en el
ozono; en cambio silencio casi absoluto sobre la contaminación interior y
moral. Nos indignamos al ver imágenes de pájaros marinos que salen de aguas contaminadas
por manchas de petróleo, cubiertos de alquitrán e incapaces de volar, pero no
hacemos lo mismo por nuestros niños, precozmente viciados y apagados a causa
del manto de malicia que ya se extiende sobre cada aspecto de la vida.
Que quede bien claro: no se
trata de oponer entre sí los dos tipos de contaminación. La lucha contra la
contaminación física y el cuidado de la higiene es una señal de progreso y de
civilización al que no se puede renunciar a ningún precio. Jesús no dijo, en
aquella ocasión, que no había que lavarse las manos o los jarros y todo lo
demás; dijo que esto, por sí solo, no basta; no va a la raíz del mal.
Jesús lanza entonces el programa de una ecología del corazón. Tomemos alguna de las cosas "contaminantes" enumeradas por Jesús, la calumnia con el vicio a ella emparentado de decir maldades a costa del prójimo. ¿Queremos hacer de verdad una labor de saneamiento del corazón? Emprendamos un lucha sin cuartel contra nuestra costumbre de descender a los chismes, de hacer críticas, de participar en murmuraciones contra personas ausentes, de lanzar juicios a la ligera. Esto es un veneno dificilísimo de neutralizar, una vez difundido.
Jesús lanza entonces el programa de una ecología del corazón. Tomemos alguna de las cosas "contaminantes" enumeradas por Jesús, la calumnia con el vicio a ella emparentado de decir maldades a costa del prójimo. ¿Queremos hacer de verdad una labor de saneamiento del corazón? Emprendamos un lucha sin cuartel contra nuestra costumbre de descender a los chismes, de hacer críticas, de participar en murmuraciones contra personas ausentes, de lanzar juicios a la ligera. Esto es un veneno dificilísimo de neutralizar, una vez difundido.
Una vez una mujer
fue a confesarse con San Felipe Neri acusándose de haber hablado mal de algunas
personas. El santo la absolvió, pero le puso una extraña penitencia. Le dijo
que fuera a casa, tomara una gallina y volviera adonde él desplumándola poco a
poco a lo largo del camino. Cuando estuvo de nuevo ante él, le dijo:
"Ahora vuelve a casa y recoge una por una las plumas que has dejado caer
cuando venías hacia aquí". "¡Imposible! -exclamó la mujer-.
Entretanto el viento las ha dispersado en todas direcciones". Es ahí donde
quería llegar San Felipe. "Ya ves -le dijo- como es imposible recoger las
plumas una vez que se las ha llevado el viento; igualmente es imposible retirar
las murmuraciones y calumnias una vez que
han salido de la boca".
Fuente: News:va
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