El papa Francisco ha dibujado el perfil del obispo que debe llevar la misericordia de Dios a sus fieles, en un amplio discurso a los participantes del curso anual de formación promovido por la Congregación para los Obispo y para la Congregación para las Iglesias Orientales. El Santo Padre se ha dirigido a los presentes como aquellos que han sido “pescados” por el corazón de Dios para guiar a su pueblo santo.
Así, les ha pedido que abandonen “la pretensión de la autosuficiencia” para encomendarse como niños a “Aquel que revela su Reino a los pequeños”. El Santo Padre les ha hablado del “escalofrío” que se siente al haber sido amados primero y por eso ha pedido que Dios les salve de haber tenido vano este “escalofrío”, de “domesticarlo” o vaciarlo de su poder “desestabilizante”.
Por otro lado ha reflexionado sobre la “admirable condescendencia”. A propósito, el Pontífice ha indicado que “es bonito dejarse atravesar por el conocimiento amoroso de Dios”. Consuela saber –ha precisado Francisco– que Él realmente sabe quiénes somos y no se asusta de nuestra pequeñez.
En esta línea, ha advertido que hoy en día muchos se “ponen un máscara y se esconden”. No soportan –ha observado– el escalofrío de saberse conocidos por alguien que es más grande y no desprecia nuestro poco, es más Santo y no culpa nuestra debilidad, es bueno realmente y no se escandaliza de nuestras llagas. Por eso el Papa ha pedido a los presentes que dejen que ese escalofrío les recorra y que no lo eliminen ni silencien.
Por otro lado, el Santo Padre les ha pedido que al pasar la Puerta Santa lo vivan intensamente como experiencia de “gratitud”, “reconciliación”, “confianza total”, “entrega sin reservas de la propia vida al Pastor de Pastores”.
Además, les ha recordado que son obispos de la Iglesia, “partícipes de un único episcopado”, “miembros de un colegio indivisible”. Por eso nunca irán solos a ningún sitio, “porque van con la Esposa que les ha sido encomendada como un sigilo impreso en vuestra alma”.
El Pontífice ha invitado a los obispos a que pregunten a Dios “el secreto para hacer pastoral su misericordia en vuestras diócesis”. Es necesario –ha asegurado el Papa– que la misericordia forme e informe las estructuras pastorales de nuestras Iglesias. “No se trata de rebajar las exigencias o vender barato nuestras perlas”, ha precisado. De este modo, el Santo Padre ha pedido a los obispos que no tengan miedo de proponer la misericordia “como resumen de lo que Dios ofrece al mundo. Además, ha recordado que hacer pastoral la misericordia no es otra cosa que hacer de las Iglesias “casas que albergan la santidad, la verdad y amor”.
Y para hacer pastoral la misericordia, el Santo Padre ha dado tres consejos: “Ser obispos capaces de encantar y atraer”, “ser obispos capaces de iniciar a aquellos que os han sido encomendados”, “ser obispos capaces de acompañar”.
El mundo –ha explicado Francisco– está cansado de encantadores mentirosos y de sacerdotes y obispos a la moda. La gente se aleja cuando reconoce a los narcisistas, manipuladores, defensores de las propias causas, anunciadores de cruzadas vanas. Más bien, ha pedido el Papa, “hay que satisfacer a Dios, que ya se presenta antes de vuestra llegada”.
El Pontífice ha explicado que una vez captados por la misericordia, esta “requiere un recorrido de introducción, un camino, una iniciación”. La misericordia de Dios –ha añadido– es la única realidad que consiente al hombre no perderse definitivamente, también cuando por desgracia trata de huir de su encanto.
Asimismo, ha pedido a los presentes que no tengan otra forma de mirar a sus fieles que la de su “singularidad” y que hagan todo lo posible para “alcanzarlos” y “recuperarlos”.
Por otro lado, ha advertido de que hoy se pide demasiado fruto a los árboles que no ha sido suficientemente cultivados. “Se ha perdido el sentido de la iniciación”, ha reconocido.
Otro aspecto sobre el que ha reflexionado Francisco es la “intimidad con Dios” que los obispos no pueden perder. También les ha pedido que cuiden las “estructuras de iniciación de sus Iglesias, particularmente los seminarios”. Al respecto les ha exhortado a no dejarse tentar por los números y la cantidad de vocaciones, sino que busquen “la calidad del discipulado”.
Finalmente, el Pontífice ha recordado a los presentes la importancia de acompañar, como el Buen Samaritano. Acompañar al clero, a las familias, especialmente a las más heridas. “Detenerse para dejar que vuestro corazón de pastores sea atravesado por la visión de su herida, acercarse con delicadeza y sin miedo”,
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