No es la doctrina fría la
que causa alegría, sino la fe y la esperanza de encontrar a Jesús. Es triste un
creyente que no sabe regocijarse. Es uno de los conceptos que el Papa
Francisco expresó en su homilía de la Misa matutina celebrada
en la Capilla de la Casa de Santa Marta, la última de este mes de marzo,
puesto que el Santo Padre reanudará esta celebración
Eucarística en la que participa un pequeño grupo de fieles el próximo
13 de abril.
La alegría de Abraham que exulta ante la esperanza de llegar a ser padre, como se lo
prometió Dios, guió la reflexión del Papa Bergoglio en que comentó las lecturas del día. Abraham es anciano, al igual
que su esposa Sara, pero él cree, abre “el corazón a la esperanza” y se siente
“lleno de consolación”. Jesús recuerda a los Doctores de la ley que Abraham
“exultó en la esperanza” de ver su día “y se sintió lleno de alegría”:
El centro de la ley es el amor
“Y esto es lo que no entendían estos Doctores de la ley. No comprendían la alegría de la promesa; no entendían la alegría
de la esperanza; no comprendían la alegría de la alianza. ¡No entendían! No
sabían regocijarse, porque habían perdido el sentido de la alegría, que sólo
viene de la fe. Nuestro padre Abraham fue capaz de alegrarse porque tenía fe:
fue hecho justo en la fe. Estos habían perdido la fe. Eran Doctores de la ley,
¡pero sin fe! Es más: ¡habían perdido la ley! Porque el centro de la ley es el
amor, el amor por Dios y por el prójimo”.
Francisco continuó diciendo:
Hombres sin fe, sin ley, apegados
a las doctrinas
“Sólo tenían un sistema de doctrinas precisas y puntualizaban cada día que nadie debía
tocarlas. Hombres sin fe, sin ley, apegados a doctrinas que también se
convertían en unaactitud casuística: se puede pagar el impuso a
César, ¿no se puede? Esta mujer, que se casó siete veces, cuando vaya al Cielo,
¿será esposa de aquellos siete? Esta casuística… Éste era su mundo, un mundo
abstracto, un mundo sin amor, un mundo sin fe, un mundo sin esperanza, un mundo
sin confianza, un mundo sin Dios. ¡Y por esto no podían regocijarse!”.
Ser creyente sin alegría es triste
El Papa observó con ironía que tal vez los Doctores de la ley eran capaces de divertirse,
“pero sin alegría”, es más “con miedo”. “Ésta es la vida sin fe en Dios, sin
confianza en Dios, sin esperanza en Dios”. Y “su corazón estaba petrificado”.
“Es triste – subrayó Francisco – ser creyente sin alegría y la alegría no
existe cuando no existe la fe, cuando no existe la esperanza, cuando no existe
la ley sino sólo las prescripciones, la doctrina fría”:
“La alegría de la fe, la alegría del Evangelio es la piedra miliar de la fe de una persona. Sin alegría aquella
persona no es un verdadero creyente. Volvamos a casa, pero antes hagamos la
celebración aquí con estas palabras de Jesús: ‘Abraham, su padre, exultó en la
esperanza de ver mi día. Lo vio y se sintió lleno de alegría’. Y pidamos al
Señor la gracia de ser exultantes en la esperanza, la gracia de poder ver el
día de Jesús, cuando nos encontraremos con
Él, y la gracia de la alegría”.
(María Fernanda Bernasconi - RV).
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