domingo, 15 de abril de 2012

¡Señor mío y Dios mío!


También para nosotros es posible tener un contacto sensible con Jesús, meter, por así decir, la mano en las señales de su Pasión, las señales de su amor. 

En los Sacramentos, Él se nos acerca en modo particular, se nos entrega. 

Queridos jóvenes, aprended a "ver", a "encontrar" a Jesús en la Eucaristía, donde está presente y cercano hasta entregarse como alimento para nuestro camino; en el Sacramento de la Penitencia, donde el Señor manifiesta su misericordia ofreciéndonos siempre su perdón. 

Reconoced y servid a Jesús también en los pobres y enfermos, en los hermanos que están en dificultad y necesitan ayuda.


Entablad y cultivad un diálogo personal con Jesucristo, en la fe. Conocedle mediante la lectura de los Evangelios y del Catecismo de la Iglesia Católica; hablad con Él en la oración, confiad en Él. Nunca os traicionará [...] Así podréis adquirir una fe madura, sólida, que no se funda únicamente en un sentimiento religioso o en un vago recuerdo delcatecismo de vuestra infancia. 

Podréis conocer a Dios y vivir auténticamente de Él, como el apóstol Tomás, cuando profesó abiertamente su fe en Jesús: "¡Señor mío y Dios mío!".
 (Benedicto XVI, Mensaje para la XXVI Jornada Mundial de la Juventud, 2011).

Señor, pasaste por el mundo  de una forma discreta y humilde. Tu nacimiento, tu vida y hasta  tu resurrección fueron discretos.
Queremos parecernos a ti , queremos ser humildes y discretos como Tú. Ése será un gran testimonio de nuestra fe ante todo el mundo.
Ayúdanos Señor a  que siempre te digamos: ¡Señor mío y Dios mío! 

No hay comentarios:

Publicar un comentario