«Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo», dijo Pedro al Maestro. Y Cristo le respondió: «Bienaventurado tú, Simón, porque no es la carne ni la sangre quien es te ha revelado, sino mi Padre, que está en los Cielos. Y yo te digo que tú eres Pedro y sobre está piedra edificaré mi Iglesia y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. Yo te daré las llaves del Infierno y cuanto atares en la Tierra, atado será en los cielos, y cuanto desatares en la Tierra, desatado será en los Cielos». (Mt. 16, 17-19). Con estas palabras, Jesucristo confería la autoridad al Pescador.
Instituida en tiempos del cristianismo primitivo, la fiesta de la Cátedra de San Pedro pone de relieve la unidad de la Iglesia, cimentada en Pedro y en sus sucesores en la Sede romana. No se sabe con certeza si esta fiesta hunde sus raíces en la veneración que en la Iglesia primitiva se tributaba a la silla (cátedra) en que se sentaba el apóstol; o, si se trataba de glorificar la función pontificia.
En todo caso, las muestras de arte relativas a esta fiesta comenzaron a surgir desde los primeros tiempos; como también hay pruebas fehacientes del culto a la función pontificia en esa época primitiva del cristianismo.
J.M. Ballester Esquivias (@jmbe12)
Alfa y Omega
No hay comentarios:
Publicar un comentario