miércoles, 22 de febrero de 2017

DIOS ESTABA EN ESTE LUGAR Y YO NO LO SABÍA. INTENTOS DE RESPUESTA A LA ENFERMEDAD



En el intento de ayudar al enfermo o de comprender el porqué, a lo largo de los siglos se han ido dando diferentes respuestas.

Un ejemplo de búsqueda de comprensión y de intento de ayuda lo tenemos en el libro de Job: "Como tantos enfermos a los que los cristianos intentamos consolar, Job no experimenta la cercanía y el apoyo de sus amigos porque no siente que sus palabras o gestos salgan del corazón¨.

Sufrimiento y pecado: Uno de los razonamientos más usados por los cristianos: El sufrimiento como consecuencia del pecado original. El plan primitivo de Dios no incluía ningún sufrimiento, pero el primer hombre pecó y ese pecado, en el origen de la humanidad, mereció el castigo de Dios. Esta es una formulación arcaica y abstracta.  
En realidad, Adán, el primer hombre (o los primeros hombres) brotó como humilde criatura de la animalidad anterior y, en continuidad con ella, vive de la fragilidad de los seres vivos.
No podemos leer el sufrimiento como un castigo en la intención de Dios. No estaríamos hablando del Dios de Jesucristo.  Jesús mismo se niega a explicar la enfermedad del ciego de nacimiento como una consecuencia de un pecado suyo o de sus antecesores. (Jn 9, 3)

Sufrimiento y purificación: Otro intento de respuesta es que el sufrimiento tendría como fin educar al individuo.
Afirman que los sufrimientos enviados por Dios derivan de su amor, más que de su cólera, y que tienen la finalidad de posibilitar que el hombre sea mejor, que corrija su conducta. El sufrimiento llega a ser considerado como una medicina o purificación.
Pero, la enfermedad en algunos casos puede hacer que la persona descubra nuevos valores, que se haga más humana y más cercana a Dios, es cierto también que puede embrutecer  y alejar al hombre de Dios.
El Dios de los cristianos no es un Dios que intervenga caprichosamente saltándose el respeto a la  libertad para probar a una persona o un grupo, mediante la enfermedad y el sufrimiento. Menos aún es un sádico que quiera comprobar la fidelidad del creyente enviando dolor y dificultades.
Otra cosa es afirmar que el cristiano, aún en medio del sufrimiento y de la enfermedad, está llamado a ser fiel al Dios Padre cercano, y a un proceso constante de conversión y de crecimiento y maduración personal.
Sufrimiento y sustitución: Ofrecimiento. Se leería el sufrimiento como una expiación por la culpa de otros, como una sustitución de la pena que les correspondería a los injustos y pecadores que no la pagan.
Entonces Dios sería un "dios esquizofrénico": por una parte justiciero y por otra parte misericordioso.
Nuestro Dios es un Dios que no castiga o cobra el precio del pecado, sino que quiere ofrecerse para que el hombre se deje reconciliar con Dios; es un acto gratuito de Dios que no implica directamente práctica penitencial, ni sufrimiento ni reparación.
Por tanto, ante la experiencia de un Dios misericordioso y cercano, cuyo Hijo se manifiesta luchando contra la enfermedad y el sufrimiento mediante su dedicación a la actividad terapéutica, ¿qué sentido tiene la "expresión "ofrecer los sufrimientos a Dios"? ¿no sería ésta una actitud mediante la cual el hombre quisiera comprar a Dios el bien a cuenta de ofrecerle el esfuerzo que le supone padecer, algo que en sí mismo es un mal, como "la enfermedad"?
Si decimos, "Señor te ofrece mis sufrimientos por los cristianos perseguidos". ¿Qué actitud es ésta de ofrecer a Dios un mal (a alguien a quien se quiere se le ofrece un bien o la propia vida) por otros que ya están ofreciendo su vida por amor (¡no para buscar el dolor!)?
Los que lo hacen, seguramente se trata de un deseo de vivir en comunicación con Dios y con los demás hombres ( de modo especial con los que sufren) , aún en medio del dolor. 
Ahora, si "con ofrecer los sufrimientos a Dios" queremos decirle a nuestro Padre que nos sentimos en relación con él, podemos decirle como nos sentimos realmente de una forma más personal y sencilla.
Completar los sufrimientos de Cristo: Algunos piensan que tenemos que completar los sufrimientos de Cristo con nuestras enfermedades, ofreciéndoselos a Dios para la salvación del mundo.
San Pablo en ( Col. 1, 24 ) dice: "Ahora me alegro de los padecimientos que soporto por vosotros y completo en mi carne lo que falta a las tribulaciones de Cristo, en favor de su Cuerpo, que es la Iglesia". Pero Pablo no habla de sufrimientos por enfermedades, el apóstol habla de lo que le cuesta llevar a cabo la proclamación del mensaje evangélico y la construcción del Reino.
No olvidemos que no es el sufrimiento en sí mismo el que salva, sino el amor. El sufrimiento en sí mismo es una desgracia  (Salvifici doloris 28). Es el amor el que salva, el amor que se realiza a pesar del sufrimiento o a causa del sufrimiento, y que participa de la gracia salvífica, cuando de alguna manera está unido a Cristo. Naturalmente el cristiano, aún en medio de la enfermedad, puede sentirse partícipe de la misión salvadora de Cristo, pero no en la medida en que sufre, sino en la medida en que, aún en medio del dolor, participa en la actividad apostólica de Cristo, es decir, vive como agente evangelizador.
Sufrimiento y naturaleza en evolución: Otro ejemplo de explicación racional del sufrimiento, consiste en apelar a la libertad humana prefigurada en la naturaleza. La condición a la que Dios ha querido someterse por amor, es decir, la de crear un ser libre, el hombre, capaz de amar, implicaría una naturaleza, limitada, contingente, en evolución.
Y en este caso, el sufrimiento no sería sino el precio de la libertad, el precio del amor. Pero además de que la persona experimenta siempre este precio como desproporcionado o demasiado alto, esta explicación sacia poco la sed del sentido del sufrimiento.
Conclusión: Todos los intentos de explicación aquí presentados adolecen del mismo mal: son parciales y de corte racional. Tampoco el mensaje del Nuevo Testamento tienda a dar una explicación sobre la enfermedad o el sufrimiento. Dios no ha elaborado ninguna teoría para explicar la existencia del sufrimiento en el mundo, sino que ha manifestado una praxis en virtud de la cual el sufrimiento queda situado en un contexto luminoso: el contexto de la actividad terapeuta de Jesús que lucha contra el mal, y del Misterio Pascual que nos presenta la victoria del amor sobre todo mal.
Lo que verdaderamente ayuda en el sufrimiento es el encuentro personal con los demás y con Dios. La cuestión se convierte en "cómo vivir" cristianamente la enfermedad.

¿Dios ha quedado libre de toda responsabilidad? No. Él resulta directamente implicado. Dios que no se recrea en la destrucción de los vivientes (Sb 1, 14), sino que se revela en todo momento, se implica directamente en Jesús tomando parte de la condición humana e insertándola en la vida divina. 
Hija de Carmen.

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