“Los capellanes deben rezar. Sin
oración no se puede hacer lo que la humanidad, la Iglesia y Dios nos pide en
este momento” afirmó el Papa Francisco a los participantes del curso de
formación de los capellanes militares al derecho internacional
humanitarioorganizado por la Congregación para los Obispos, el Consejo
Pontificio Justicia y Paz y por el Consejo Pontificio para el Diálogo
interreligioso.
Durante la audiencia de este lunes en la
Sala Clementina, el Papa se ha referido a los capellanes que “han llegado de
diversos países para reflexionar juntos sobre algunos desafíos actuales del
derecho internacional humanitario, acerca de la protección de la dignidad
humana durante los conflictos armados no internacionales y los llamados
“nuevos” conflictos armados”.
“Se trata, lamentablemente, de un tema de
gran actualidad, especialmente si pensamos a la intensificación de la violencia
y a la multiplicación de teatros de guerra en diversas áreas del mundo, como
África, Europa y Oriente Medio”.
En el ámbito del curso de formación, el
Papa recordó que el intercambio de experiencias sobre cómo la misión de “acompañamiento espiritual de los miembros de las fuerzas
armadas y de sus familias puede contribuir a prevenir las violaciones del
derecho humanitario, con el objetivo de reducir el dolor y los sufrimientos que
la guerra siempre provoca, en quien la padece, pero también en quien la
combate”.
“La guerra, de hecho, desfigura los
vínculos entre hermanos, entre naciones; desfigura también a quien es testigo
de tales atrocidades. Muchos militares regresan después de las operaciones de
guerra o de las misiones para el restablecimiento de la paz con verdaderas
heridas interiores. La guerra puede dejarles una marca indeleble. La guerra, en realidad, deja siempre una marca indeleble. He
escuchado en este tiempo las historias de tantos obispos, que reciben en la
diócesis los soldados que se habían marchado para la guerra: cómo vuelven, con
estas heridas”.
Por lo tanto, el Obispo de Roma dijo que
es necesario preguntarse sobre “las modalidades adecuadas para curar las
heridas espirituales de los militares que, habiendo vivido la experiencia de la
guerra, han asistido a crímenes atroces. Estas personas y sus familias
requieren una atención
pastoral específica, una solicitud que les haga sentir la
cercanía maternal de la Iglesia”.
“El rol del capellán militar es aquel de
acompañarlos y sostenerlos en su camino, siendo para todos presencia consoladora y
fraterna.
Ustedes pueden derramar sobre las heridas de estas personas el bálsamo de la
Palabra de Dios que alivia los dolores e infunde esperanza; y pueden ofrecer la
gracia de la Eucaristía y de la Reconciliación, que nutre y regenera el alma
afligida”.
“En este período, en el cual estamos
viviendo una “tercera guerra mundial en partes”, ustedes están llamados a
alimentar en los militares y en sus familias la dimensión espiritual y ética,
que los ayude a afrontar las dificultades”.
Antes de impartir su bendición apostólica,
el Papa recordó a los capellanes la necesidad de la oración. “Los capellanes deben rezar. Sin oración no se puede hacer todo
lo que la humanidad, la Iglesia y Dios nos pide en este momento. Pregúntelo a
sus capellanes, pregúntelo a sí mismos: ¿cuánto tiempo al día doy a la oración?
La respuesta hará bien a todos”
(Mercedes De La Torre – Radio Vaticano).
No hay comentarios:
Publicar un comentario