viernes, 8 de marzo de 2013

Renuncia de Benedicto XVI

Un interesante artículo de la revista Criterio

Editorial: Los caminos que abre una renuncia

por Consejo de redacción ·
¿Por qué sorprendió tanto la renuncia de Benedicto XVI si se había expresado más de una vez sobre esa posibilidad, que además está contemplada en el Código de Derecho Canónico? Acaso por la relevancia histórica que significa tomar una decisión que atañe a la praxis y a la concepción misma del ejercicio de la autoridad del pontífice en la Iglesia católica. También sorprendió la distancia que separa el final de los dos últimos papados; Juan Pablo II jamás había contemplado esta posibilidad: “Sólo si Cristo se hubiera bajado de la cruz, yo tendría derecho a renunciar”. Los argumentos de Benedicto XVI son quizás más cercanos a la mentalidad contemporánea, y marcan un cambio radical para la Iglesia: “Después de haber examinado ante Dios reiteradamente mi conciencia, he llegado a la certeza de que, por la edad avanzada, ya no tengo fuerzas para ejercer adecuadamente el ministerio petrino”. Y señaló que “en el mundo de hoy, sujeto a rápidas transformaciones y sacudido por cuestiones de gran relieve para la vida de la fe, para gobernar la barca de san Pedro y anunciar el Evangelio, es necesario también el vigor tanto del cuerpo como del espíritu”. El acento está puesto en el análisis racional de sus fuerzas y en su conciencia. Este Papa que no ha temido mostrar su debilidad, decidió ahorrarnos una repetición de la etapa final tan larga como preocupante de su antecesor, pero no se ha bajado de la cruz sino que ha sabido discernir y abrazar la cruz que hoy se le presenta.
Resulta parcial un análisis meramente sociológico o político del trascendental gesto. Se nos impone una apertura al misterio de la gracia, a la significación espiritual y teológica del paso emprendido por Benedicto XVI. Ciertamente la Iglesia es susceptible de ser considerada como otras instituciones, con sus razones y sus conflictos, con sus tradiciones y sus circunstancias políticas, pero no deberíamos perder de vista su íntimo carácter religioso.

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