Es necesario rezar mucho para
no dejarse contagiar por el “virus” de la hipocresía, esa actitud farisaica que seduce con las mentiras estando en la
sombra. Es el apremio de Jesús que el Papa Francisco invitó a acoger al comentar el Evangelio del día durante la homilía de la Misa matutina celebrada en la capilla de la Casa de Santa
Marta.
El Santo Padre afirmó que la hipocresía no tiene color, sino que más bien juega
con las tonalidades. Se insinúa y seduce en “claroscuro”, con “la fascinación
de la mentira”. El Papa se detuvo a considerar la escena presentada en el
pasaje evangélico de Lucas – Jesús y los discípulos en medio de una muchedumbre en la que se
atropellaban unos a otros – poniendo de manifiesto la genuina advertencia de Cristo a los suyos: “Cuídense de la levadura de los fariseos”. Francisco
observó que la levadura “es algo pequeñísimo”, pero Jesús habla como si
quisiera decir “virus”. Como “un médico” que dice “a sus colaboradores” que
estén atentos a los riesgos de un “contagio”:
“La hipocresía es ese modo de vivir, de
obrar, de hablar, que no es claro. Quizás sonríe, tal vez está serio… No es
luz, no es tiniebla… Se mueve de una manera que parece no amenazar a nadie,
como la serpiente, pero tiene el atractivo del claroscuro. Tiene esa
fascinación de no mostrar las cosas claras, de no decir las cosas claramente;
la fascinación de la mentira, de las apariencias… A los fariseos hipócritas,
Jesús también les decía que estaban llenos de sí mismos, de vanidad, que a
ellos les agradaba pasear por las plazas haciendo ver que eran importantes,
gente culta…”.
Sin embargo Jesús tranquiliza a la
multitud. “No tengan miedo”, afirma, porque “no hay nada oculto que no deba ser
revelado, ni nada secreto que no deba ser conocido”. Como si quisiera decir –
observó Francisco – que esconderse “no ayuda”, si bien “la levadura de
los fariseos” llevaba y lleva “a la gente a amar más a las tinieblas que a la
luz”:
“Esta levadura es un virus que enferma y
te hará morir. ¡Estén atentos! Esta levadura te lleva a las tinieblas. ¡Estén
atentos! Pero hay uno que es más grande que esto: es el Padre que está en el
Cielo. ‘¿Acaso cinco pájaros no se venden por dos monedas? Y sin embargo, Dios
no olvida a ninguno de ellos. También los cabellos de su cabeza están todos
contados’. Y después la exhortación final: ‘¡No tengan miedo! ¡Valen más que
muchos pájaros!’. Ante todos estos temores que nos ponen aquí y allá, y allá, y
que nos pone el virus, la levadura de la hipocresía farisea, Jesús nos dice:
‘Hay un Padre. Hay un Padre que los ama. Hay un Padre que los cuida’”.
Hay un solo modo para evitar el contagio –
sostuvo el Papa Bergoglio –. Es el camino que indica Jesús: orar. La única
solución – concluyó – para no caer en esa “actitud farisaica que no es ni luz
ni tinieblas”, sino que está “a mitad” de un camino que “jamás llevará a la luz
de Dios”:
“Oremos. Oremos tanto. ‘Señor, custodia tu
Iglesia, que somos todos nosotros: custodia a tu pueblo, el que se había
reunido y se apretujaba entre sí. Custodia a tu pueblo, para que ame la luz, la
luz que viene del Padre, que viene de Tu Padre, que te ha enviado a Ti para
salvarnos. Custodia a tu pueblo para que no se vuelva hipócrita, para que no
caiga en la tibieza de la vida. Custodia a tu pueblo para que tenga la alegría
de saber que hay un Padre que nos ama tanto”.
(María Fernanda Bernasconi - RV).
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