El papa Francisco se ha reunido este sábado en el Aula Pablo VI con miles de miembros de las Células Parroquiales de Evangelización, una realidad eclesial que fue fundada por el sacerdote italiano Pigi Perini, y cuyos estatutos han sido aprobados de manera definitiva por el Pontificio Consejo para los Laicos.
En su intervención, el Santo Padre ha dirigido unas palabras de
agradecimiento al padre Perini, reconociendo el celo pastoral con el que ha
trabajado, tratando de ser dócil al Espíritu Santo.
Además, ha manifestado su alegría por compartir con todos los presentes
esta jornada de oración y reflexión, con la que celebran “el reconocimiento
oficial que la Iglesia les ha ofrecido con la aprobación definitiva de sus
estatutos”.
Acto seguido, el Pontífice ha dicho que “los estatutos ayudan a ir
sobre el camino correcto, pero lo que hace la obra es el carisma”. “No sea que
por cuidar demasiado los estatutos pierdan el carisma”, ha añadido.
En este sentido, ha explicado que su carisma está basado en “ser
como una semilla mediante la cual la comunidad parroquial se interroga sobre su
ser misionero, y por esto sienten irresistible dentro de ustedes la llamada a
encontrarse todos para anunciar la belleza del Evangelio”.
El deseo misionero, ha advertido, “requiere ante todo escuchar la
voz del Espíritu Santo, que continua hablando a su Iglesia y la empuja a
recorrer senderos a la vez todavía poco conocidos, pero decisivos para la vía
de la evangelización”.
Así, es necesario “ser fieles a la Palabra del Señor” y
“permanecer siempre abiertos a esta escucha y tener cuidado de que no se agote
nunca por el cansancio o las dificultades del momento”.
El Papa ha destacado que este carisma, con su trabajo cotidiano,
ayuda a la comunidad parroquial a ser “una familia en la que se vuelve a
encontrar la rica y multiforme realidad de la Iglesia”.
“Encontrarse en las casas para compartir las alegrías y las
expectativas que están presentes en el corazón de cada persona es una
experiencia genuina de evangelización que se asemeja mucho a lo que sucedía en
los primeros tiempos de la Iglesia”, ha indicado.
Francisco ha animado a los participantes en el encuentro a desear
la alegría y la simplicidad de corazón que los hará ser capaces “de acoger a
todos sin juzgar a ninguno, para ofrecer la experiencia de la presencia de Dios
y del amor de los hermanos”.
“Nuestro juicio es el Señor, y si te viene a la boca decir una
palabra de juicio sobre el uno o el otro cierra la boca”, ha exhortado el Santo
Padre, al tiempo que ha recordado que “el Señor nos ha dado el consejo: ‘No
juzguen y no serán juzgados’”.
“La evangelización --ha proseguido el Pontífice-- siente fuertemente la exigencia de la acogida porque cada uno es uno de los primeros signos de la comunión que estamos llamados a testimoniar por haber encontrado a Cristo en nuestra vida”.
“La evangelización --ha proseguido el Pontífice-- siente fuertemente la exigencia de la acogida porque cada uno es uno de los primeros signos de la comunión que estamos llamados a testimoniar por haber encontrado a Cristo en nuestra vida”.
Por último, el Papa ha sugerido a los miembros de esta realidad
eclesial que hagan de la Eucaristía “el corazón de vuestra misión de
evangelización, para que cada Célula sea una comunidad eucarística donde la
fracción del pan equivale a reconocer la presencia real de Jesucristo en medio
de nosotros”. Y les ha invitado a “testimoniar siempre la ternura de Dios Padre
y su cercanía a cada uno, sobre todo a quien es más débil y está solo”.
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