Tiempo nuevo
que nos ofrece la Iglesia de mano del Evangelio de San Lucas, en coincidencia
con el “Año de la Misericordia”, cuyo inicio celebraremos el 8 de Diciembre,
día de la Inmaculada, en el 50 aniversario de la clausura del Concilio Vaticano
II.
El texto de San Lucas se refiere especialmente a la misericordia, tanto en
las parábolas, como en los gestos que hace Jesús con los pobres. Este año será
ocasión propicia para acompañarnos con la enseñanza lucana.
Las lecturas
de este domingo nos ofrecen un vocabulario esperanzador: “Cumpliré la promesa”.
“Se salvará Judá, y en Jerusalén vivirán tranquilos”. “El Señor es bueno”. “Las
sendas del Señor son misericordia y lealtad”. “El Señor os colme y os haga
rebosar de amor mutuo y de amor a todos, lo mismo que nosotros os amamos”.
“Levantaos, alzad la cabeza: se acerca vuestra liberación”.
Toma una de las frases bíblicas, la que más te haya tocado el corazón, aquella en la que encuentres mayor resonancia: rúmiala, hazla jaculatoria, llévala en la mente mientras vas de camino, recítala como oración, y poco a poco te abrirás a una comprensión mayor del texto, que se convertirá en compañero de camino.
Toma una de las frases bíblicas, la que más te haya tocado el corazón, aquella en la que encuentres mayor resonancia: rúmiala, hazla jaculatoria, llévala en la mente mientras vas de camino, recítala como oración, y poco a poco te abrirás a una comprensión mayor del texto, que se convertirá en compañero de camino.
Personaliza las expresiones, como si te las dijeran a ti personalmente,
escucha dentro de ti la promesa de salvación, y atrévete a confesar al Señor:
“Tú eres mi Dios y mi Salvador”.
Si alguna de las expresiones se ha introducido en tu interior y las has
escuchado como dicha al oído de tu corazón, seguro que podrás sentir confianza,
y hasta el impulso íntimo de abandonarte a la Providencia divina.
Si por lo que sea no sientes vibración alguna, te aconsejo, como hoy nos
señala San Lucas: “Levanta la cabeza, mira al horizonte, se acerca nuestra
salvación. No estamos destinados a la desesperanza. Mantente despierto, de pie,
vigilante, como quien aguarda a alguien amigo.
Nos va a visitar la Misericordia de Dios, vamos a poder contemplar el
rostro del Invisible, hecho visible en el Hijo de María. Hoy es tiempo de
comenzar de nuevo, de interrumpir la posible inercia, de levantarse, porque se
acerca nuestra salvación.
Ángel Moreno de Buenafuente
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