lunes, 9 de enero de 2017

Papa: Conocer, adorar y seguir a Jesús, el único Salvador

La vida cristiana es sencilla, no se necesitan cosas extrañas o difíciles, basta poner a Jesús en el centro de nuestras elecciones cotidianas. Lo afirmó el Papa Francisco en su homilía de la Misa matutina celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta el segundo lunes de enero, en el día del inicio del Tiempo ordinario.
Después de la Navidad, con el comienzo del nuevo tiempo litúrgico, el tiempo ordinario, pero en cuyo centro de la vida cristiana – observó el Papa – está siempre Jesús, que es la primera y la última Palabra del Padre, “el Señor del universo”, el “Salvador del mundo. No hay otro, es el único”:
“Este es el centro de nuestra vida: Jesucristo. Jesucristo que se manifiesta, se hace ver y nosotros estamos invitados a conocerlo, a reconocerlo, en la vida, en las tantas circunstancias de la vida, reconocer a Jesús, conocer a Jesús: ‘Pero yo, padre, conozco la vida de aquel santo, de aquella santa, o también las apariciones de aquel de allá y de allá…’. Esto está bien, los santos son los santos, ¡son grandes! No todas las apariciones son verdaderas, ¡eh! Los santos son importantes pero el centro es Jesucristo: ¡Sin Jesucristo no hay santos! Y aquí la pregunta: ¿El centro de mi vida es Jesucristo? ¿Cuál es mi relación con Jesucristo?”.
Tres tareas para hacer que Jesús esté en el centro de la vida
El Papa Bergoglio indicó tres tareas “para asegurarnos que Jesús esté en el centro de nuestra vida”: ante todo conocerlo para reconocerlo. Y recordó que en su tiempo, muchos no lo reconocieron: “Los Doctores de la ley, los sumos sacerdotes, los escribas, los saduceos y algunos fariseos”. Es más – prosiguió diciendo Francisco – “lo persiguieron, lo mataron”. De ahí la necesidad de preguntarse: “¿A mí me interesa conocer a Jesús? ¿O quizás tengo más interés por las telenovelas o las charlas; o las ambiciones, o por conocer la vida de los demás?”.
“Para conocer a Jesús  – explicó el Santo Padre – está la oración, el Espíritu Santo”, pero también está el Evangelio, que hay que llevar siempre consigo para leer un pasaje todos los días: “Es el único modo de conocer a Jesús”. Y “el Espíritu Santo hace después el trabajo. Ésta es la semilla que hace germinar y crecer, es el Espíritu Santo”.
Segunda tarea
La segunda tarea es adorar a Jesús. No sólo pedirle cosas y agradecerle. El Pontífice se refirió a dos modos de adorar a Jesús: “La oración de adoración en silencio” y “después quitar de nuestro corazón las otras cosas que adoramos, que nos interesan más. No, sólo Dios”. “Las otras cosas sirven, sirven si yo soy capaz de adorar sólo a Dios”:
“Hay una pequeña oración que nosotros rezamos; el Gloria: ‘Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo’, pero tantas veces la decimos como loros. Pero esta oración ¡es adoración! ‘Gloria’: yo adoro al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Adorar, con pequeñas oraciones, con el silencio ante la grandeza de Dios, adorar a Jesús y decir: ‘Tú eres el único, tú eres el principio y el fin, y contigo quiero permanecer toda la vida, toda la eternidad. Tú eres el único’. Y expulsar las cosas que me impiden adorar a Jesús”.
Tercera tarea
La tercera tarea – subrayó el Pontífice – es la que propone el Evangelio del día en que Jesús llama a los primeros discípulos a seguirlo. Significa poner a Jesús en el centro de nuestra vida:
“La vida cristiana es sencilla, es muy simple, pero tenemos necesidad de la gracia del Espíritu Santo para que despierte en nosotros este deseo de conocer a Jesús, de adorar a Jesús y de seguir a Jesús. Por esto hemos pedido al Señor, al inicio, en la oración Colecta, conocer lo que debemos hacer y tener la fuerza para hacerlo. Que en la sencillez de cada día  – porque para cada día para ser cristianos no son necesarias cosas extrañas, cosas difíciles, cosas superfluas, no, es sencillo – el Señor nos dé la gracia de conocer a Jesús, de adorar a Jesús y de seguir a Jesús”.
(María Fernanda Bernasconi - RV).

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