Los cristianos, especialmente en Cuaresma, están llamados a
vivir coherentemente el amor a Dios y el amor al próximo. Es uno de los pasajes
de la homilía que el Papa Francisco pronunció
durante la Misa matutina celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta. El Pontífice puso en guardia contra quien envía dinero a la Iglesia y después se comporta injustamente con sus empleados.
durante la Misa matutina celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta. El Pontífice puso en guardia contra quien envía dinero a la Iglesia y después se comporta injustamente con sus empleados.
El Papa comenzó su meditación partiendo del pasaje de Isaías de la
primera Lectura, subrayando que es necesario distinguir entre “lo formal y lo
real”. Y observó que para el Señor “no es ayuno no comer carne” pero después
“pelear y explotar a los obreros”. “He aquí porqué – dijo – Jesús ha condenado
a los fariseos porque cumplían “tantas observancias exteriores, pero sin la
verdad del corazón”.
El amor a Dios y al hombre están unidos, hacer penitencia real
El ayuno que quiere Jesús, en cambio, es el que suelta las cadenas
injustas, deja libres a los oprimidos, viste a los desnudos y hace justicia.
“Éste – reafirmó el Papa – es el ayuno verdadero, el ayuno que no es sólo
exterior, una observancia externa, sino que es el ayuno que viene del corazón”:
“Y en las tablas de la ley está la ley hacia Dios y la ley hacia
el próximo y ambas van juntas. Yo no puedo decir: ‘Pero, no, yo cumplo los tres
primeros mandamientos… y los otros más o menos’. No, si tú no haces estos, eso
no puedes hacerlo y si tú haces estos, debes hacer esto. Están unidos: el amor
a Dios y el amor al prójimo son una unidad y si tú quieres hacer penitencia,
real no formal, debes hacerla ante Dios y también con tu hermano, con el
prójimo”.
Pecado gravísimo usar a Dios para cubrir la injusticia
Se puede tener tanta fe – prosiguió diciendo el Papa – pero, como
dice el Apóstol Santiago, si “no haces obras está muerta, para qué sirve”. De
este modo, a quien va a Misa todos los domingos y toma la comunión, se le puede
preguntar: “¿Y cómo es tu relación con tus empleados? ¿Les pagas en negro? ¿Les
pagas el salario justo? ¿También depositas las contribuciones para la
jubilación y para el seguro sanitario?”:
“Cuántos, cuántos hombres y mujeres de fe, tienen fe pero dividen
las tablas de la ley: ‘Sí, sí yo hago esto’ – ‘¿Pero tú das la limosna?’ – ‘Sí,
sí, siempre envío un cheque a la Iglesia – ‘Ah, bien, está bien. Pero en tu
Iglesia, en tu casa, con aquellos que dependen de ti – ya sean hijos, o
abuelos, o empleados – ¿eres generoso, eres justo?’. Tú no puedes hacer ofertas
a la Iglesia sobre los hombros de la injusticia que haces con tus empleados.
Este es un pecado gravísimo: es usar a Dios para cubrir la injusticia”.
“Y esto – explicó el Santo Padre – es lo que el profeta
Isaías, en nombre del Señor, hoy nos hace entender”: “No es un buen cristiano
el que no hace justicia con las personas que dependen de él”. Y no es un buen
cristiano – añadió el Papa – “el que no se priva de algo necesario, para dar a
otro que tenga necesidad”. El camino de la Cuaresma – dijo también el Papa –
“es éste, es doble, a Dios y al prójimo: es decir, es real, no es meramente
formal. No es sólo no comer carne el viernes, hacer alguna cosita y después
hacer crecer el egoísmo, la explotación del prójimo, ignorar a los pobres”.
El Papa relató que hay quien si tiene necesidad de curarse va al
hospital y dado que tiene un seguro de salud, es visitado inmediatamente. “Es
una cosa buena – comentó el Papa –, da gracias al Señor. Pero dime,
¿has pensado en aquellos que no tienen esta relación social con el hospital y
cuando llegan deben esperar seis, siete u ocho horas, incluso por una cosa
urgente?”.
En Cuaresma, hagamos espacio en el corazón para quien se ha
equivocado
Y hay gente aquí, en Roma – advirtió Francisco – que vive así y la
Cuaresma sirve “para pensar en ellos: ¿qué puedo hacer por los niños, por los
ancianos, que no tienen la posibilidad de ser visitados por un médico?”, que
tal vez esperan “ocho horas y después te dan el turno para la semana siguiente”.
“¿Qué haces por aquella gente? ¿Cómo será tu Cuaresma?” – preguntó
el Santo Padre –. “Gracias a Dios yo tengo una familia que cumple los
mandamientos, no tenemos problemas…” – “Pero en esta Cuaresma – se
preguntó una vez más el Papa – ¿en tu corazón hay lugar para
aquellos que no han cumplido con los mandamientos? ¿Qué se han equivocado y
están en la cárcel?”:
“‘Pero con aquella gente yo no…’ – ‘Pero tú, él está
en la cárcel: si tú no estás en la cárcel es porque el Señor te ha ayudado a no
caer. ¿En tu corazón tienen lugar los encarcelados? ¿Tú rezar por ellos, para
que el Señor los ayude a cambiar de vida?’ Acompaña, Señor, nuestro camino
cuaresmal para que la observancia exterior corresponda a una profunda
renovación del Espíritu. Así hemos rezado. Que el Señor nos dé esta gracia”.
(María Fernanda
Bernasconi - RV).
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