jueves, 23 de octubre de 2014

Carlos Osoro en Madrid: Una iglesia de puertas abiertas

Un estruendoso aplauso. Sin decir una palabra, Carlos Osoro se hizo con los fieles de Madrid. El nuevo arzobispo de Madrid cerró esta tarde unas jornadas del Instituto Pastoral, en un acto de homenaje al "lenguaje de Francisco" y que se convirtió en una conferencia esperanzadora y programática. Por si alguien dudaba que "el peregrino" era el hombre indicado por el Papa para cambiar el rostro de la Iglesia española.

Allí estaban todos: "represaliados" e Iglesia oficial. Historiadores y divulgadores como Juan Mari Laboa o Benjamín Forcano; apóstoles de la solidaridad como el padre Ángel o Luis Lezama; o teólogos como José Luis Segovia, José Luis Corzo o Vicente Vide. Curas obreros como Eubilio "Bily", religiosas, religiosos, laicos.... Casi medio millar de personas, de todas las edades, acompañaron al nuevo arzobispo en su primer acto en Madrid, apenas una semana antes de suceder oficialmente a Rouco Varela en la sede de Bailén.

"Esta es su casa. Le deseamos un ministerio muy fecundo al frente de la diócesis de Madrid", le presentó Jacinto Núñez, decano de la Facultad de Teología de la Upsa, que acompañó, junto al rector, Ángel Galindo, a Carlos Osoro en la mesa. "Es la primera vez que me aplauden sin haber dicho ni hecho nada", bromeó el prelado, quien quiso tener un guiño a la noticia, urgente, que circulaba por los móviles, acerca del misionero ingresado con síntomas de ébola.

"Es muy triste que suceda que, en casos como el ébola, sólo empezamos a buscar la vacuna, cuando nos ha llegado al Primer Mundo", denunció Osoro. "Ése es el descarte, eso es descartar. Ojalá seamos capaces de encontrar una cosa distinta: que siempre miremos a los que lo están pasando mucho peor que nosotros. Un cristiano tiene esa obligación".

Ya en el tema de su ponencia -el lenguaje del Papa Francisco-, Osoro planteó dos caminos para entender a Francisco: "el camino de la interioridad y el de la alteridad, del encuentro con Dios". Elementos fundamentales en "esta salida misionera que el Papa Francisco nos pide que tomemos, que es el mismo que nos pidió nuestro Señor: id por el mundo y anunciad el Evangelio".

Y con un mensaje programático: "Es necesaria una Iglesia en clave de misión. Una Iglesia con puertas abiertas. No cerrar las puertas a nadie, ni los sacramentos. No cerrar las puertas a los enfermos, a los pobres. Empezando por las puertas abiertas de los propios templos que tenemos. Es más importante que la gente pueda entrar a que alguien nos pueda robar un copón. Con las puertas abiertas, no sé por qué, pero la gente entra. Tal vez a buscar calor, a buscar silencio, pero entra".

Una Iglesia "que anuncia el Evangelio a todos, involucrándonos en las situaciones de la gente, acompañando, haciendo la fiesta que la gente necesita". Y es que "no podemos llevar tristeza". Eso significa cercanía, acogida cordial, no estar todo el rato condenando. "Hay gente especialista en ver manchas y arrugas: ésos no pueden anunciar el Evangelio, no sirven".

¿Qué elementos son esenciales para ello? "La caridad y la misericordia", señaló Osoro. Palabras "hermosas, pero que a veces hemos desacreditado. Todos los mandamientos se resumen en el mandamiento del amor". Y "Dios es amor, y pasea por este mundo diciéndonos cómo el hombre debe ser protagonista de ese amor de Dios".

"Igual que Dios se acerca a nosotros sin condiciones de ningún tipo, así nos pide que nos acerquemos a los demás", incidió Osoro, quien animó a "vivir en la perspectiva de la salvación. Como dice el Evangelio: no he venido a condenar, sino a salvar, esto es lo que nos pide el Papa Francisco. Vivir en la dinámica del amor, y no en la del juicio".
"Sólo así daremos un paso fundamental para hacer entendible el mensaje de Jesús al mundo de hoy", añadió el arzobispo, quien clamó para que "no arrinconemos a Dios, para que el hombre sea lo que es: imagen de Dios".
Lejos del lenguaje catastrofista que abundaba en la Iglesia antes de la llegada de Francisco, Osoro apuntó que "las creaciones del hombre no son siempre malas: hay cosas muy buenas e importantes. Así nos lo enseña el Concilio Vaticano II". Con una actitud similar al de los discípulos de Emaús: "es esencial hacer el camino, desde la dinámica del amor, y no la dinámica del juicio".
"Estamos llamados a generar vida y esperanza, y no muerte y desilusión. No estamos llamados a generar muerte o desilusión: eso no es de Jesucristo ni es la tarea de la Iglesia", apuntó el arzobispo electo de Madrid.
"Hay urgencia de alcanzar la alegría del Evangelio, que tiene tres rasgos: nos lanza permanentemente a la misión. Estamos ungidos de esperanza, y el Señor nos lanza a encontrarnos con los demás; es una alegría que genera encuentro e inclusión, y no desencanto y división, o como dice el Papa, descarte; es una alegría que va a buscar a todos, sin excepción".


"Dejaos querer por Dios, porque eso te cambia la vida, y te da capacidad para encontrarte no con los que a ti te gustan, que eso es fácil, sino con todos", añadió. Porque ésta es otra de las claves:"La Iglesia tiene que generar atracción, para provocar respuesta", señaló, animando a "entrar en la dinámica del amor, y no del juicio".

"La Iglesia del Papa Francisco es casa de acogida, casa de misericordia", proclamó el prelado, apuntando que "el acogedor es amable, hospitalario, sociable. Acoger es siempre un acto de amor. Es un valor que hay que cultivar y educar". ¿Por qué? Porque "la acogida abre puertas, y consigue que el que es recibido abra puertas a otro. No hay rechazo, no hay exclusión".

Para ello, "hay que generar espacios de reflexión, espacios de comunión. Es necesario construir la ciudad, llegar al corazón donde se gestan los nuevos relatos. Y eso precisa de una mayor participación de todos: de los laicos, las mujeres, los niños, la religiosidad popular..." Y también "la inclusión social, el diálogo con las nuevas realidades". Osoro acabó denunciando las "nuevas esclavitudes", y proclamando la importancia de la parroquia como instancia viva. "No a la parroquialitis, no al párroco que somete a los demás, sino trabajando en comunión".

"A ver si lo podemos hacer entre todos, sin echar a nadie", pidió Osoro. "Sí, pero necesitamos que el arzobispo 'primeree'", contestó el auditorio. Y el nuevo arzobispo de Madrid sonrió. Y asintió. Una conferencia de programa, y de gestos. Que también construyen Iglesia.

Jesús Bastante

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