La pasión del Salvador es la salvación de la vida de los hombres. Para esto quiso el Señor morir por nosotros, para que, creyendo en él, llegáramos a vivir eternamente. Quiso ser, por un tiempo, lo que somos nosotros, para que nosotros, participando de la eternidad prometida, viviéramos con él eternamente.
Ésta es la gracia de estos sagrados misterios, éste el don de la Pascua, éste el contenido de la fiesta anhelada durante todo el año, éste el comienzo de los bienes futuros. [...]
Pero, ¿de qué día se trata? Sin duda de aquél que es el origen de la vida, el principio de la luz, el autor de toda claridad, es decir, el mismo Señor Jesucristo; quien afirmó de sí mismo: Yo soy el día: si uno camina de día, no tropieza, es decir, quien sigue en todo a Cristo, caminando siempre tras sus huellas, llegará hasta aquel solio donde brilla la luz eterna; tal como el mismo Cristo, cuando vivía aún en su cuerpo mortal, oró por nosotros al Padre, diciendo: Padre, éste es mi deseo: que los que creyeron en mi estén conmigo donde yo estoy, como tú estás en mí y yo en ti: que también ellos estén en nosotros.
De una
homilía pascual de un autor antiguo
(Sermón 35, 6-9: PL 17 [edición 1879], 696-697) Fuente: News.va
(Sermón 35, 6-9: PL 17 [edición 1879], 696-697) Fuente: News.va
No hay comentarios:
Publicar un comentario