En su catequesis de
la audiencia general, celebrada el miércoles de la
Octava de Pascua, en una soleada Plaza de San Pedro y ante varios miles de
fieles y peregrinos procedentes de numerosos países, el Papa Francisco,
en el ámbito de sus reflexiones sobre la familia, completó el tema de los niños
que si bien representan el fruto más bello de la bendición que el Creador ha
dato al hombre y a la mujer, muchos de ellos, suelen sufrir auténticas
“historias de pasión”.
Francisco invitó a pensar en los hijos no
deseados o abandonados,
en los niños de la calle, sin educación ni atención
sanitaria, en los chicos maltratados, a los que les roban su infancia y su juventud, lo que
constituye – dijo – una vergüenza para la sociedad y un grito de dolor dirigido
directamente al corazón del Padre.
El Obispo de Roma destacó asimismo que un niño nunca puede ser considerado un error, puesto que el error es del mundo
de los adultos y del sistema que
genera bolsas de pobreza
y violencia,
en las que los más débiles son
los más perjudicados. Y tras afirmar que los niños son
responsabilidad de todos, el Papa destacó que los padres no deberían sentirse
solos en su tarea, teniendo en cuenta que tratándose de niños, ningún
sacrificio es demasiado costoso.
Dios no se olvida de ninguno de sus hijos más pequeños, dijo
también el Santo Padre recordando que Jesús los trató con especial
predilección, imponiéndoles las manos, bendiciéndolos y afirmando que el Reino
de los cielos es de quienes se hacen como ellos; mientras la Iglesia siempre se
ha puesto al servicio de los niños y sus familias con solicitud maternal y
defendiendo sus derechos.
(María
Fernanda Bernasconi - RV).
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