domingo, 17 de abril de 2016

EL PASTOR BUENO

Tengo muy reciente el impacto de las imágenes de primavera en la Tierra de Jesús. Casi siempre he hecho la peregrinación en verano o en otoño, pero esta vez al haber sido en la semana de Pascua, he podido contemplar un paisaje inédito para mí, al ver los montes verdes, cubiertos de hierba, y las reses pastando por los prados, circunstancia que hace más fácil poner imágenes al salmo que canta al Pastor bueno que conduce a sus ovejas a verdes praderas y a fuentes tranquilas.
Si ubicamos el signo de la multiplicación de los panes en una pradera, junto a siete fuentes, podemos interpretar dónde y cómo cuida y alimenta el Buen Pastor a quienes le siguen, con la donación total de sí mismo, hecho alimento y bebida.
Una imagen que representa a Jesús en el arte paleocristiano es precisamente la del Buen Pastor; así lo hemos contemplado a la entrada del teatro de Cesarea Marítima, donde se expone el hallazgo de una escultura de mármol blanco, algo deteriorada, pero que permite apreciar muy bien la figura del pastor que lleva sobre los hombros una oveja.
Este Año Jubilar de la Misericordia se nos propone como logo la imagen de Dios que carga a Adán, y en él, a la humanidad entera. Interpreto la intuición del artista: el Creador lleva sobre sus hombros a su criatura y al ponérsela simbólicamente como vestido sagrado, como estola, nos muestra el amor de Dios al hombre.
El Evangelio de San Juan pone en labios de Jesús la declaración: “Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano”. Si esta declaración se lee en un contexto mayor, descubrimos cómo se revela Dios a través de su Hijo, quien personaliza al Pastor bueno que apacienta sus ovejas y las cuida hasta el extremo de morir por ellas.
El texto del Apocalipsis señala: “Ya no pasarán hambre ni sed, no les hará daño el sol ni el bochorno. Porque el Cordero que está delante del trono será su pastor, y los conducirá hacia fuentes de aguas vivas”. El pasto y el alimento que nos da el Señor es su Palabra y su Cuerpo entregado, representados en el sacrificio del Cordero Pascual.

Pidamos al Pastor bueno que siga suscitando en su Iglesia pastores según su corazón, para que no le falte al pueblo de Dios la mediación entrañable de su cuidado.
Ángel Moreno de Buenafuente

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