Para comprender la tristeza que se transforma en alegría – dijo el Papa – Jesús toma el ejemplo de la mujer que da a luz: “Es verdad, en el parto la mujer sufre tanto, pero después, cuando el niño está con ella, se olvida”. Lo que queda, por tanto, es “la alegría de Jesús, una alegría purificada”. Esa es “la alegría que queda”.
Una alegría – reconoció Francisco – “escondida en
algunos momentos de la vida, que no se siente en los momentos feos, pero que
viene después: una alegría en la esperanza”. Éste, por tanto, “es el mensaje de
la Iglesia de hoy: ¡no tener miedo!”:
“Ser valeroso en el sufrimiento y pensar que después viene el Señor,
después viene la alegría, después de la oscuridad sale el sol.
Que el Señor nos
de a todos nosotros esta alegría en la esperanza. Y el signo de que nosotros
tenemos esta alegría en esperanza es la paz. Cuántos enfermos, que están en el
final de la vida, con los dolores, tienen esa paz en el alma… Ésta es la
semilla de la alegría, ésta es la alegría en la esperanza, la paz. ‘¿Tú tienes
paz en el alma en el momento de la oscuridad, en el momento de las
dificultades, en el momento de las persecuciones, cuando todos se alegran por
tu mal? ¿Tienes paz? Si tienes paz, tú tienes la semilla de aquella alegría que
vendrá después’. Que el Señor nos haga comprender estas cosas”.
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