El Santo Padre Francisco se encontró con el Clero, los religiosos y seminaristas de Ecuador en un emocionante encuentro
en el Santuario de El Quinche, a quienes les explicó que la Virgen María “discipuleó toda su vida, fue la
primera discípula de su Hijo”.
A pesar de tener un discurso preparado con anterioridad,
el Papa aseguró que “no le apetecía leer” y que entregaría el texto que tenía
escrito, pero que prefería hablar espontáneamente. Así entre continuos aplausos
les habló de diferentes temas, y les aconsejó “como padre y hermano”,
que todas las noches antes de dormir recen para que se resitúen en la
“gratuidad”. Les pidió que no cayeran o que no se dejaran caer en una
“enfermedad muy peligrosa”: elalzheimer espiritual, “no pierdan la memoria, la
memoria de donde me sacaron (…) no renieguen las raíces”.
En el texto que había preparado el Papa explicaba que al
igual que la Virgen, los religiosos han recibido una vocación, y su ejemplo es
una invitación a servir como ella, y en este sentido escribió que los
consagrados “no hemos venido a ser servidos, sino a servir, y lo hacemos
con pleno desprendimiento, sin bastón y sin morral”. En este contexto el
Vicario de Cristo aseguró que la Presentación de la Virgen le evoca la
perseverancia, “María no mira hacia atrás y, en una clara referencia a la
admonición evangélica, marcha decidida hacia delante”, y esto supone unir
nuestra suerte con la de Jesús hasta el final. Francisco pidió en su texto que
caminaran juntos, sosteniéndose unos a otros y pidiendo con humildad el don de
la perseverancia, “Qué lindo es cuando la Iglesia persevera en su esfuerzo por
ser casa y escuela de comunión, cuando generamos esto que me gusta llamar la
cultura del encuentro”.
Concluyendo el Obispo de Roma encomendó la vocación de
todos a la Madre de Dios para que les dé la alegría de salir a llevar el
Evangelio de su Hijo Jesús, hasta los confines, “hasta las periferias de
nuestro querido Ecuador”.
(MZ-RV)
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