El
Papa Francisco durante la misa celebrada la tarde del martes en el Parque del
Bicentenario de Quito y dedicada a la evangelización de los pueblos, profundizó
en dos conceptos fundamentales a la hora de llevar la Buena Nueva: la libertad
y la unidad.
Explicó
que la evangelización puede ser “vehículo de unidad, de aspiraciones,
sensibilidades, ilusiones” y en este contexto animó a los fieles diciendo ¡Eso
creemos, eso gritamos!. Y citó la exhortación Evangelii Gaudium: «Mientras en
el mundo, especialmente en algunos países, reaparecen diversas formas de
guerras y enfrentamientos, los cristianos insistimos en nuestra propuesta de
reconocer al otro, de sanar las heridas, de construir puentes, de estrechar
lazos y de ayudarnos “mutuamente a llevar las cargas”».
Francisco
invitó a los fieles al desafío de dar a conocer la Palabra de Dios, no
con términos “altisonantes, ni con complicados, sino haciendo que nazcan de la
alegría del Evangelio.
Y volvió a la importancia del término ‘unidad’ para “que
el mundo crea”. “La evangelización no consiste en hacer proselitismo, sino en
atraer con nuestro testimonio a los alejados, en acercarse humildemente a
aquellos que se sienten lejos de Dios y de la Iglesia, a los que son temerosos
o a los indiferentes para decirles”:
«El Señor también te llama a ser parte de tu pueblo y lo hace con gran respeto y amor» (Evangelii gaudium 113). Porque nuestro Dios nos respeta hasta en nuestras bajezas y en nuestro pecado. Este llamamiento del Señor con qué humildad y con qué respeto lo describe en el texto del Apocalipsis: “Mira, estoy a la puerta y llamo, ¿si querés abrir? no fuerza, no hace saltar la cerradura, simplemente, toca el timbre, golpea suavemente y espera ¡ése es nuestro Dios! , aseguró.
«El Señor también te llama a ser parte de tu pueblo y lo hace con gran respeto y amor» (Evangelii gaudium 113). Porque nuestro Dios nos respeta hasta en nuestras bajezas y en nuestro pecado. Este llamamiento del Señor con qué humildad y con qué respeto lo describe en el texto del Apocalipsis: “Mira, estoy a la puerta y llamo, ¿si querés abrir? no fuerza, no hace saltar la cerradura, simplemente, toca el timbre, golpea suavemente y espera ¡ése es nuestro Dios! , aseguró.
El
Santo Padre relacionó "el grito" de lo que creemos, con el lugar
donde se celebró la misa, el Parque del Bicentenario que recuerda los dos siglos
de independencia republicana, y explicó que evangelizar es tan urgente y
apremiante como aquellos deseos de independencia.
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