El Centro de Rehabilitación Santa Cruz, “Palmasola”, en Bolivia es una de
las realidades penitenciarias más duras y dolorosas de la región, y al mismo
tiempo, un lugar en la que se practican con buenos resultados modalidades de
convivencia entre los reclusos y sus familias.
En el encuentro con los detenidos y con el personal que cuida de ellos en
la prisión, el Sucesor de Pedro se presentó como un “hombre perdonado”, un
hombre “que fue y es salvado de sus muchos pecados”. “No tengo mucho más para
darles u ofrecerles pero lo que tengo y lo que amo, sí quiero dárselos, sí
quiero compartirlo: Jesucristo, la misericordia del Padre”.
Recordando que los discípulos de Jesús, Pedro y Pablo, también estuvieron
presos y que fue la oración la que los sostuvo en aquellos momentos, porque
“cuando Jesús entra en la vida uno no queda detenido en su pasado sino que
comienza a mirar el presente de otra manera, con otra esperanza”, el Papa
los instó a charlar con los sacerdotes que van allí porque “Jesús quiere levantarnos
siempre”, afirmó.
Asimismo el pontífice indicó que “reclusión no es lo mismo que exclusión”,
porque “la reclusión forma parte de un proceso de reinserción en la sociedad”,
y en ese sentido les recordó que la convivencia depende en parte de ellos mismos,
y los exhortó a ayudarse mutuamente y a luchar para salir adelante.
Un saludo afectuoso quiso enviar también el Papa a las familias de los
detenidos, ellos, les dijo, “nos recuerdan que merece la pena vivir y luchar
por un mundo mejor”.
Por último una palabra de aliento al personal penitenciario, que tiene la
importante tarea de “levantar y no rebajar; dignificar y no humillar; animar y
no afligir”.
A todos el Papa pidió seguir rezando por él, “porque también yo –dijo -
tengo mis errores y debo hacer penitencia”.
(GM – RV)
No hay comentarios:
Publicar un comentario