viernes, 31 de agosto de 2012

La eucaristía hace la Iglesia mediante la consagración.

Es el sacrificio pascual de Jesús que nos une a su "sí" al Padre. Es el sacrificio del hombre mismo en cuanto muere al mundo y vive para Dios, del ser humano que reconoce el misterio y dice "sí". La  eucaristía, que nos presenta de nuevo la muerte de Jesús aceptada libremente en la última cena y repetida en su pasión, dispone al ser humano y lo empuja interiormente a decir su "sí" al misterio.


Para comprender mejor esta fuerza de la eucaristía, podríamos decir que este sacramento, al unirnos a Jesús en Getsemaní, hace  decir a la Iglesia y a la asamblea: "Sí, Padre, no lo que yo quiero sino lo que tú quieres". Es el segundo momento de quien ha captado el misterio y se adhiere a él dedicando su vida a Dios.


La Iglesia dice a sí a su misión, a su destino, a sus pruebas, a sus persecuciones.

El cristiano dice sí a la familia, al amor, a la vida, a la enfermedad, a la muerte, a todos los compromisos, queridos o no queridos, que le da la experiencia cotidiana.

Cada uno dice sí al hermano que está junto a él, aunque le resulte antipático y no consiga soportarlo, porque en la fuerza de la muerte de Cristo acoge toda su historia.

Carlo María Martini. Libro: ¡Remad mar adentro!

jueves, 30 de agosto de 2012

Neil Armstrong valoraba más haber pisado donde pisó Cristo que aquella huella sobre la Luna

Fue un hombre muy religioso, contrapunto de la pretensión de Khruschev de que Yuri Gagarin «no había visto a Dios» en el espacio.


 Corrían los años sesenta, y en la carrera espacial entre Estados Unidos y la Unión Soviética era importante "ser el primero". Los rusos, con Yuri Gagarin, fueron los primeros en conseguir que un hombre completara un viaje espacial completo. Fue en 1961, y Nikita Khrushev aprovechó la ocasión para una ocurrencia atea, proclamando en una reunión del Politburó: «Gagarin voló al espacio, pero no vio a Dios allí». El héroe ruso murió en 1968 en un accidente de avión, sin llegar a ver la siguiente gran hazaña de la navegación extraterrestre.




El 21 de julio de 1969 el Apolo XI, con aquella histórica tripulación (Neil Armstrong, Edwin "Buzz" Aldrin, Michael Collins), llegó a la órbita de la luna, y cuando el módulo tocó su superficie Armstrong descendió, dejó su huella y pronunció en directo, para millones de telespectadores, aquella frase: "Un pequeño paso por un hombre, un gran paso para la Humanidad". 


Tras los pasos de Cristo

Su fallecimiento  a los 82  años ha recordado sobre todo este momento, aunque también que llegó a la NASA tras un brillante historial militar que incluye 78 misiones de combate como piloto naval en Corea.
A diferencia de Gagarin, Armstrong era un hombre muy religioso y profundamente cristiano. Quizá la historia más conocida en ese sentido es la que sucedió en Jerusalén en 1988.


Neil visitó Jerusalén ese año, y le pidió a Thomas Friedman, un profesor experto en arqueología bíblica que le hizo de guía por la ciudad, que le llevase a un lugar donde pudiese tener la certeza de que había caminado Jesucristo.


El profesor, una de cuyas alumnas, Ora Shlesinger, ha relatado la historia más de una vez, llevó a Armstrong a los restos de escaleras del templo construido por Herodes el Grande que aún se conservan. "Estos peldaños constituían la principal entrada al templo", le dijo: "No hay duda de que Jesús subió por ellos".
Armstrong se concentró entonces profundamente y rezó durante un rato. Al terminar, se volvió a Friedman, y, emocionado, le dijo: "Para mí significa más haber pisado estas escaleras que haber pisado la Luna".

martes, 28 de agosto de 2012

Carta de san Pablo a los Tesalonicenses 1


Pablo, Silvano y Timoteo a los tesalonicenses que forman la Iglesia de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo.


Os deseamos la gracia y la paz de Dios Padre y del Señor Jesucristo.

Es deber nuestro dar continuas gracias a Dios por vosotros, hermanos; y es justo, pues vuestra fe crece vigorosamente, y vuestro amor, de cada uno por todos y de todos por cada uno, sigue aumentando.

Esto hace que nos mostremos orgullosos de vosotros ante las Iglesias de Dios, viendo que vuestra fe permanece constante en medio de todas las persecuciones y luchas que sostenéis.
Así se pone a la vista la justa sentencia de Dios, que pretende concederos su reino, por el cual bien que padecéis.

Nuestro Dios os considere dignos de vuestra vocación, para que con su fuerza os permita cumplir buenos deseos y la tarea de la fe; para que así Jesús, nuestro Señor, sea glorificado en vosotros, y vosotros en él, según la gracia de Dios y del Señor Jesucristo.

Estas palabras de Pablo debemos reflexionarlas con profundidad  todos los cristianos, ya que formamos parte de comunidades que seguimos a Cristo y  pertenecemos a la Iglesia católica.

¿Nuestra fe crece vigorosamente?. ¿Procuramos formarnos?. Cuánto más conozcamos a Jesús, más lo amaremos y más amaremos al Padre.

¿Nuestro amor de cada uno por todos y de todos por cada uno, existe?. Y si existe, ¿procuramos que vaya aumentando cada día?. O por lo contrario, vamos cada uno por nuestro lado y nos limitamos a "cumplir" con nuestras obligaciones dominicales.

¿Damos la paz a nuestros hermanos en la eucaristía, y después cuando los vemos por la calle pasamos de ellos?.  ¿Procuramos ayudar a los componentes de nuestra comunidad?. ¿Nos acercamos a ellos cuando los vemos tristes?.

¿Pablo daría gracias a Dios por nosotros?. Y sobre todo, ¿estamos traicionando a Jesús?.

Ahora no soportamos persecuciones como en tiempos de Pablo, pero sí que en algunas ocasiones no nos comprenden como quisiéramos, ¿ permanecemos firmes en nuestra fe y la defendemos?, o ¿procuramos no implicarnos y pasar desapercibidos?.

Ojalá que nuestras respuestas sean consecuentes con el amor que Dios nos tiene y si tenemos algún fallo, ya que somos humanos, intentemos cada vez más responder al amor de Dios y ser dignos de entrar en su Reino. 
H. Carmen

La falsedad es la marca del diablo. Benedicto XVI


VATICANO, 26 Ago. 12 / 10:05 am (ACI/EWTN Noticias).- En sus palabras previas al rezo del Ángelus, junto a los fieles reunidos en su residencia de Castel Gandolfo, el Papa Benedicto XVI recordó la traición de Judas, que permaneció no por amor sino por venganza, y cuya culpa más grave “fue la falsedad, que es la marca del diablo”.


El Santo Padre señaló que “Judas habría podido irse, como hicieron muchos discípulos; es más, habría debido irse, si hubiese sido honesto. En cambio permanece con Jesús. Permanece no por fe, no por amor, sino con el propósito secreto de vengarse del Maestro. ¿Por qué? Porque Judas se sentía traicionado por Jesús, y decide a su vez traicionarlo”.


“Judas era un zelote, y quería un Mesías vencedor, que guiase una revuelta contra los Romanos. Pero Jesús había desilusionado estas expectativas. El problema es que Judas no se fue, y su culpa más grave fue la falsedad, que es la marca del diablo”.

El Papa indicó que por eso Jesús dijo a los doce apóstoles que “¡uno de ustedes es un diablo!”.

Benedicto XVI señaló que en el Evangelio de hoy indica que muchos seguidores de Jesús se alejaron de Él y dejaron de acompañarlo “porque no creyeron en las palabras de Jesús que decía: Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá eternamente”.

“Para ellos esta revelación permanecía incomprensible, porque la entendían solo en sentido material, mientras en aquellas palabras estaba preanunciado el misterio pascual de Jesús, en el que Él se ha donado a si mismo para la salvación del mundo”.

El Santo Padre recordó que Jesús luego se dirige a los apóstoles y les pregunta si ellos también quieren irse y, “como en otros casos, es Pedro quien responde en nombre de los Doce: ‘Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de Vida eterna. Nosotros hemos creído y sabemos que eres el Santo de Dios’”.

Al concluir, el Santo Padre pidió a la Virgen María que “nos ayude a creer en Jesús, como San Pedro, y a ser siempre sinceros con Él y con todos”.

Etiquetas: Benedicto XVI, Vaticano

LA VUELTA DEL DESCANSO



Jesús gracias por mis vacaciones en este tiempo tú has ocupado un sitio muy importante.

Antes de ir a la playa pasaba por la capilla y hablaba contigo, era la fuerza que me hacía rodar durante todo el día.

Meditaba junto al mar escuchando y miraba a todos en ocasiones sentia tristeza al oir hablar cosas no gratas de la Iglesia que somos todos, me hacia reflexionar cual ha de ser mi comportamiento ante todo y todos , hay que ser sal proyectar la luz de Cristo ante el mundo para que le conozcan los que no le buscan y se manifieste ante los que no preguntan por Él.

Hoy te pido por los alejados los que desearian conocerte y tener esperanza para que sus vidas sean más alegres y no tengan tanta tristeza ante los altos y bajos de su vida, imprégnalos de tu amor para que salgan del desánimo y vean que Tú muerte y resurección es el camino de la salvación.

Isabel

lunes, 27 de agosto de 2012

LA MIRADA DE DIOS


La mirada de Dios me penetra y me envuelve, me rodea y me busca, me invita y me respeta.

Dios no es indiferente ante mi pecado: toma en serio lo que hago y lo que dejo de hacer. No olvida que soy de barro y que necesito ayuda. No ignora lo bueno que Él mismo sembró en mi alma. No deja sin recompensa ese vaso de agua que ofrezco a quien me lo pide.

Así es tu mirada. No sé por qué la rehúyo, como si tuviera miedo de mis faltas, cuando lo que deseas es curar mis heridas. No sé por qué prefiero otros ojos, que un día me miran con aprecio y otro con indiferencia. No sé por qué escucho músicas o veo imágenes cuando podría dejarme envolver por el calor de tus pupilas de Padre bueno.

Pero cuando me dejo traspasar por tu mirada y te permito entrar en mi alma, todo adquiere un color diferente. Porque el mundo tiene sentido si surge desde tu Bondad y sise dirige hacia ti. Porque la vida es maravillosa cuando se explica desde esa palabra grande y sencilla: Amor.

Ante tu mirada todo cambia. Mi pecado se derrite si me acerco a la gran fiesta de la misericordia que se celebra en cada confesión. Mi corazón recobra fuerzas cuando me alimento del Pan de la vida. Mi cuerpo adquiere una luminosidad diferente, si ha quedado purificado desde el agua y la sangre que brotan del Calvario.

También cambia el rostro de quienes me rodean, pues descubro que son hijos tuyos, hermanos necesitados, como yo, de cariño, de perdón y de esperanza.

Este día y toda mi existencia puede ser diferentes si me pongo ahora, simplemente, lleno de confianza, ante tu mirada...

Autor: P. Fernando Pascual.  Fuente: Catholic.net

domingo, 26 de agosto de 2012

Perseverar en la meditación

Ten paciencia y persevera en la práctica de la meditación.

Al principio conténtate con avanzar a pasos pequeños. Más adelante tendrás piernas que no desearán sino correr, mejor aún alas para volar.

Conténtate con obedecer. No es nunca fácil, pero es a Dios a quienes hemos escogido. Acepta ser una pequeña abeja en el nido de las colmena; muy pronto llegarás a ser una de estas grandes obreras hábiles para la fabricación de la miel.


Permanece siempre delante de Dios y de los hombres humilde en el amor. Entonces el Señor te hablará en verdad y te enriquecerá con sus dones.

Las abejas, al atravesar los prados, recorren grandes distancias antes de llegar a las flores que han escogido; seguidamente, fatigadas pero satisfechas y cargadas de polen, vuelven a entrar en la colmena para realizar allí la transformación silenciosa pero fecunda del néctar de las flores en néctar de vida.

Haz tú lo mismo: después de escuchar la Palabra, medítala atentamente, examina los diversos elementos que contiene, busca su significado profundo. Entonces se te hará clara y luminosa, tendrá el poder de cambiar tus inclinaciones naturales, en una pura elevación del espíritu y tu corazón estará cada vez más unido al corazón de Cristo.
San Pío de Pieltrelcina. Fuente: Magníficat
  

sábado, 25 de agosto de 2012

LA DIGNIDAD DEL ANCIANO


No podemos hacernos sordos ni ciegos ante la demanda de atención de los padres viejos, cuya mayor dolencia es la soledad. En todas las culturas humanas y todas las religiones, esta responsabilidad es muy grave; es primero corresponder a la atención y amor recibidos mientras se crecía, con todas las fallas y errores que ello pudiera haber tenido. Salvo casos muy particulares de irresponsabilidad paterna, el saldo de amor y cuidados que recibimos, es muy favorable a los padres. Olvidarlo es tan, tan cómodo... que pensar en ello mortifica el uso de mi tiempo: sacrificar mi ocio tan agradable en pasar tiempo con los viejos... 


La Biblia es muy clara en cuanto a la responsabilidad para con los padres ancianos, con todas sus debilidades, fallas y exigencias. La palabra de Dios es más exigente que cualquier palabra humana sobre el deber ante los padres. Dios no deja de amenazar a quien no lo cumple y de ofrecer recompensa a quien da amor a sus viejos. (Ver Eclesiástico, Cap. III, Vers. 1-18). 

En conclusión: debemos dar a nuestros padres envejeciendo los que necesitan de nosotros, en cosas materiales -lo más cómodo-, pero esencialmente en tiempo, tiempo lleno de calor humano, de cariño y de mucha, mucha comprensión de sus debilidades de ancianidad y de su soledad. De paso, no olvidar que, si no morimos en plenitud de vida, también nos haremos ancianos y requeriremos tiempo de nuestros propios hijos quienes, naturalmente, repetirán lo que nos vieron hacer o dejar de hacer. 

1) Respeta al anciano (Lv 19,32)
En la Escritura, la estima del anciano se transforma en ley: «Ponte en pie ante las canas, [...] y honra a tu Dios» (ibid.). Además: «Honra a tu padre y a tu madre» (Dt 5,16). Una delicadísima exhortación en favor de los padres, especialmente en la edad senil, se encuentra en el tercer capítulo del Eclesiástico (vv. 1-16), que termina con una afirmación muy grave: «Quien desampara a su padre es un blasfemo, un maldito del Señor quien maltrata a su madre». 

2) Nuestros antepasados nos contaron la obra que realizaste en sus días, en los tiempos antiguos (Sal 44 [43])
Cuando Moisés vive la experiencia de la zarza ardiente, Dios se le presenta así: «Yo soy el Dios de tu padre, el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob» (Ex 3,6). Dios pone su propio nombre junto al de los grandes ancianos que representan la legitimidad y la garantía de la fe de Israel. 

3) En la vejez seguirán dando fruto (Sal 92 [91], 15)

La potencia de Dios se puede revelar en la edad senil, incluso cuando ésta se ve marcada por límites y dificultades. «Dios ha escogido lo que el mundo considera necio para confundir a los sabios; ha elegido lo que el mundo considera débil para confundir a los fuertes; ha escogido lo vil, lo despreciable, lo que no es nada a los ojos del mundo para anular a quienes creen que son algo. De este modo, nadie puede presumir delante de Dios» (1 Cor 1,27-28). El designio de salvación de Dios se cumple también en la fragilidad de los cuerpos ya no jóvenes, débiles, estériles e impotentes. Así, del vientre estéril de Sara y del cuerpo centenario de Abrahán nace el Pueblo elegido (cf. Rom 4,18-20). Y del vientre estéril de Isabel y de un viejo cargado de años, Zacarías, nace Juan el Bautista, precursor de Cristo. Incluso cuando la vida se hace más débil, el anciano tiene motivos para sentirse instrumento de la historia de la salvación: «Le haré disfrutar de larga vida, y le mostraré mi salvación» (Sal 91 [90], 16), promete el Señor.


4) Ten en cuenta a tu Creador en los días de tu juventud, antes de que lleguen los días malos y se acerquen los años de los que digas: «No me gustan» (Eclo 12,1)
Este enfoque bíblico de la vejez impresiona por su objetividad desarmante. Además, como recuerda el salmista, la vida pasa en un soplo y no siempre es suave y sin dolor. 


5) Abrahán expiró; murió en buena vejez, colmado de años, y fue a reunirse con sus antepasados (Gn 25,7)
Este paso bíblico tiene una gran actualidad. El mundo contemporáneo ha olvidado la verdad sobre el significado y el valor de la vida humana -verdad grabada por Dios, desde el principio, en la conciencia del hombre-, y, con ella, el sentido pleno de la vejez y de la muerte. La muerte ha perdido hoy su carácter sagrado, su significado de cumplimiento. Se ha transformado en tabú: se hace lo posible para que pase inobservada, para que no altere nada. Su telón de fondo también ha cambiado: si se trata de ancianos, sobre todo, se muere cada vez menos en casa y cada vez más en el hospital o en una institución, lejos de la propia comunidad humana. 
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6) Enséñanos a calcular nuestros días, para que adquiramos un corazón sabio (Sal 90 [89], 12)
Uno de los «carismas» de la longevidad, según la Biblia, es la sabiduría; pero la sabiduría no es una prerrogativa automática de la edad. Es un don de Dios que el anciano debe acoger y proponerse como meta, para alcanzar esa sabiduría del corazón que permite «saber contar los propios días», es decir, vivir con sentido de responsabilidad el tiempo que la Providencia concede a cada cual. 

7) A ti, Señor, me acojo; no quede yo avergonzado para siempre (Sal 71 [70], 1)

Este salmo, que destaca por su belleza, es sólo una de las muchas oraciones de ancianos que se encuentran en la Biblia y que dan testimonio de los sentimientos religiosos del alma ante el Señor. La oración es el camino real para una comprensión de la vida según el espíritu, propia de las personas ancianas. La oración es un servicio, un ministerio que los ancianos pueden ejercer para bien de toda la Iglesia y del mundo. Incluso los ancianos más enfermos, o inmovilizados, pueden orar. La oración es su fuerza, la oración es su vida. A través de la oración participan en los dolores y en las alegrías de los demás, y pueden romper la barrera del aislamiento, salir de su condición de impotencia. 



Teniendo en cuenta la gran diversidad de las situaciones y condiciones de vida de los ancianos, la pastoral de la tercera y la cuarta edad debería incluir la realización de iniciativas que permitan el logro de objetivos como los que siguen:

- Dar a conocer mejor las necesidades de los ancianos, incluida y no en último lugar la de poder contribuir a la vida de la comunidad desempeñando actividades apropiadas a su condición peculiar. 

- Ayudar a los ancianos a superar las actitudes de indiferencia, desconfianza y renuncia a una participación activa, a una responsabilidad común.

- Integrar a los ancianos, sin discriminaciones, en la comunidad de los creyentes. 

- Organizar la vida de la comunidad de manera que en ella se favorezca y se promueva la participación de las personas ancianas, valorizando las capacidades de cada una. 

- Facilitar la participación de los ancianos en la celebración de la Eucaristía; darles la posibilidad de acercarse al sacramento de la Reconciliación y de tomar parte en peregrinaciones, retiros y ejercicios espirituales, procurando que no se impida su presencia por la falta de acompañamiento o debido a barreras arquitectónicas.

- Recordar que la atención y asistencia a los enfermos ancianos no autosuficientes, o a los que por debilitamiento senil han perdido las propias facultades mentales, es también una atención espiritual a través de los signos mediadores de la oración y de la cercanía en la fe, como testimonio del valor inalienable de la vida, incluso cuando ésta ha llegado al extremo límite de las fuerzas físicas.

- Otorgar una especial atención a la administración del sacramento de la Unción de los Enfermos y del mismo Viático, dando una preparación catequética adecuada. 

- Contrarrestar la tendencia a dejar solos, sin asistencia religiosa y consuelo humano, a los moribundos. Esta tarea no corresponde sólo a los capellanes, cuyo papel es fundamental, sino también a los familiares y a la comunidad de pertenencia.

- Prestar una atención particular, por un lado, a los ancianos de otras confesiones religiosas, para ayudarles a vivir su propia fe con espíritu de caridad y de diálogo; y, por otro, a los ancianos no creyentes, ante los cuales no se debe dejar de testimoniar la propia fe con espíritu de fraternidad y de solidaridad.

- Recordar que si los ancianos tienen derecho a un espacio en la sociedad, con mayor razón les corresponde un lugar respetable en la familia

- Preocuparse por los ancianos que viven en estructuras residenciales públicas o privadas. 

- No olvidar que entre los ancianos hay sacerdotes, ministros de la Iglesia y pastores de las comunidades cristianas. 

- Educar a los jóvenes pertenecientes a grupos, asociaciones y movimientos presentes en las parroquias, a la solidaridad con los miembros más ancianos de la comunidad eclesial: una solidaridad entre generaciones que se expresa también en la compañía que los jóvenes pueden ofrecer a los ancianos.

Extraído de  DIRECTORIO FRANCISCANO
Documentos Eclesiásticos

viernes, 24 de agosto de 2012

San Bartolomé o Natanael

El evangelio de San Juan  narra de la siguiente manera: "Jesús se encontró a Felipe y le dijo: "Sígueme". Felipe se encontró a Natanael y le dijo: "Hemos encontrado a aquél a quien anunciaron Moisés y los profetas. Es Jesús de Nazaret". Natanael le respondió: " ¿Es que de Nazaret puede salir algo bueno?" Felipe le dijo: "Ven y verás". Vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él: "Ahí tienen a un israelita de verdad, en quien no hay engaño" Natanael le preguntó: "¿Desde cuando me conoces?" Le respondió Jesús: "antes de que Felipe te llamara, cuando tú estabas allá debajo del árbol, yo te vi". Le respondió Natanael: "Maestro, Tú eres el Hijo de Dios, Tú eres el Rey de Israel". Jesús le contestó: "Por haber dicho que te vi debajo del árbol, ¿crees? Te aseguró que verás a los ángeles del cielo bajar y subir alrededor del Hijo del Hombre." (Jn. 1,43 ). 

Y tan pronto como Jesús vio que nuestro santo se le acercaba, dijo de él un elogio que cualquiera de nosotros envidiaría: "Este sí que es un verdadero israelita, en el cual no hay engaño". El joven discípulo se admira y le pregunta desde cuándo lo conoce , y el Divino Maestro le añade algo que le va a conmover: "Allá, debajo de un árbol estabas pensando qué sería de tu vida futura. Pensabas: ¿Qué querrá Dios que yo sea y que yo haga? Cuando estabas allá en esos pensamientos, yo te estaba observando y viendo lo que pensabas".

Aquélla revelación lo impresionó profundamente y lo convenció de que este sí era un verdadero profeta y un gran amigo de Dios y emocionado exclamó:
"¡Maestro, Tú eres el hijo de Dios! ¡Tú eres el Rey de Israel! ¡Maravillosa proclamación! Probablemente estaba meditando muy seriamente allá abajo del árbol y pidiéndole a Dios que le iluminara lo que debía de hacer en el futuro, y ahora viene Jesús a decirle que El leyó sus pensamientos. Esto lo convenció de que se hallaba ante un verdadero profeta, un hombre de Dios que hasta leía los pensamientos. Y el Redentor le añadió una noticia muy halagadora. Los israelitas se sabían de memoria la historia de su antepasado Jacob, el cuál una noche, desterrado de su casa, se durmió junto a un árbol y vio una escalera que unía la tierra con el cielo y montones de ángeles que bajaban y subían por esa escalera misteriosa. Jesús explica a su nuevo amigo que un día verá a esos mismos ángeles rodear al Hijo del Hombre, a ese salvador del mundo, y acompañarlo, al subir glorioso a las alturas. 

Para San Bartolomé, como para nosotros, la santidad no se basa en hacer milagros, ni en deslumbrar a otros con hazañas extraordinarias, sino en dedicar la vida a amar a Dios, a hacer conocer y amar más a Jesucristo, y a propagar su santa religión, y en tener una constante caridad con los demás y tratar de hacer a todos el mayor bien posible.
De EWTN 

miércoles, 22 de agosto de 2012

Jesús y el joven rico


Jesús invita al joven rico a ir mucho más allá de la satisfacción de sus aspiraciones y proyectos personales, y le dice: «¡Ven y sígueme!». La vocación cristiana nace de una propuesta de amor del Señor, y sólo puede realizarse gracias a una respuesta de amor: «Jesús invita a sus discípulos a la entrega total de su vida, sin cálculo ni interés humano, con una confianza sin reservas en Dios. Los santos aceptan esta exigente invitación y emprenden, con humilde docilidad, el seguimiento de Cristo crucificado y resucitado. Su perfección, en la lógica de la fe a veces humanamente incomprensible, consiste en no ponerse ellos mismos en el centro, sino en optar por ir contracorriente viviendo según el Evangelio»

Siguiendo el ejemplo de tantos discípulos de Cristo, también vosotros, queridos amigos, acoged con alegría la invitación al seguimiento, para vivir intensamente y con fruto en este mundo. En efecto, con el bautismo, Él llama a cada uno a seguirle con acciones concretas, a amarlo sobre todas las cosas y a servirle en los hermanos. El joven rico, desgraciadamente, no acogió la invitación de Jesús y se fue triste. No tuvo el valor de desprenderse de los bienes materiales para encontrar el bien más grande que le ofrecía Jesús.

La tristeza del joven rico del evangelio es la que nace en el corazón de cada uno cuando no se tiene el valor de seguir a Cristo, de tomar la opción justa. ¡Pero nunca es demasiado tarde para responderle!

Jesús nunca se cansa de dirigir su mirada de amor y de llamar a ser sus discípulos, pero a algunos les propone una opción más radical.

También invito, a quienes sienten la vocación al matrimonio, a acogerla con fe, comprometiéndose a poner bases sólidas para vivir un amor grande, fiel y abierto al don de la vida, que es riqueza y gracia para la sociedad y para la Iglesia.

«¿Qué haré para heredar la vida eterna?».

Pero, ¿qué es la «vida eterna» de la que habla el joven rico? Nos contesta Jesús cuando, dirigiéndose a sus discípulos, afirma: «volveré a veros y se alegrará vuestro corazón y nadie os quitará vuestra alegría» (Jn 16,22). Son palabras que indican una propuesta rebosante de felicidad sin fin, del gozo de ser colmados por el amor divino para siempre.

Plantearse el futuro definitivo que nos espera a cada uno de nosotros da sentido pleno a la existencia, porque orienta el proyecto de vida hacia horizontes no limitados y pasajeros, sino amplios y profundos, que llevan a amar el mundo, que tanto ha amado Dios, a dedicarse a su desarrollo, pero siempre con la libertad y el gozo que nacen de la fe y de la esperanza.

Estamos llamados a la eternidad. Dios nos ha creado para estar con Él, para siempre. Esto os ayudará a dar un sentido pleno a vuestras opciones y a dar calidad a vuestra existencia.
Extraído de una homilía de Benedicto XVI (28 de marzo de 2010)

martes, 21 de agosto de 2012

¿Qué quiere Dios de mí ?


¡Cuántas veces en nuestra vida nos hemos hecho estas preguntas!. ¿Qué debo hacer para complacer a Dios?. ¿Qué es lo que Dios quiere que haga?. ¿Qué quiere Dios de mí?. Dependiendo de la forma de ser de cada uno, estas preguntas pueden ser dolorosas si no encontramos respuestas. Podemos buscar hacer cosas extraordinarias y sin embargo es mucho más fácil. Este artículo del padre Mariano nos puede servir de mucha ayuda.

"La pregunta surge en momentos clave de la propia vida: ¿qué quiere Dios de mí?

En ocasiones, esa pregunta encierra un error de fondo, pues uno llega a imaginar a Dios como un rey arbitrario que ordena y dispone según sus caprichos y sin interesarle el bien de sus "súbditos".

Pero Dios no actúa así: lo que busca es nuestro bien, aquello que nos permita alcanzar una vida plena, sana, justa, bella.

Si nos situamos en una correcta manera de ver a Dios, podemos empezar el camino que nos permita descubrir lo que Dios quiere de cada uno.

El punto de partida correcto es siempre el mismo: reconocer que Dios me ama. En otras palabras, lo primero que Dios quiere es mi propio bien, mi propia felicidad, mi propia existencia. Empezar a vivir es ya una respuesta, la más radical y profunda, a la pregunta sobre lo que Dios desea de mí. Esa es la primera voluntad de Dios para mí: que exista, que viva.

Desde esa primera respuesta, podemos avanzar en la búsqueda de algo más concreto: ¿hacia dónde dirigir mis pasos para recorrer el camino que Dios ha pensado para mí?

Tengo una voluntad libre. Con ella escojo el rumbo de mi vida. La nave humana avanza según las decisiones que cada uno toma cada día.
Aquí se hace más intensa la búsqueda: ¿qué voy a decidir hoy? ¿Cómo reconocer aquellos actos que están de acuerdo con lo que Dios espera de mí? Para responder, contamos con muchas señales. Dos tienen un valor especial y una visibilidad muy concreta.

La primera señal arranca de la misma historia personal, del pasado y de lo que ocurre en el presente. La voluntad de Dios para mí se manifiesta en hechos, en encuentros, en lecturas, en consejos buenos. Identifico así estrellas que iluminan el camino por el que debo avanzar.

Esas señales a veces son difíciles de entender. ¿Qué quiere Dios cuando empieza una enfermedad que me incapacita de golpe o poco a poco? ¿Qué me pide si a mi lado sufre un familiar que necesita continuamente ayuda? ¿Qué me ofrece tras una llamada telefónica que abre un interesante horizonte profesional? ¿Qué me diría ante la propuesta deshonesta de un "amigo" que me invita a colaborar con él en un negocio sucio?

Lo que ocurre cada día da pistas, pero no siempre son suficientes. Por eso necesitamos abrirnos a la segunda gran señal de Dios: su Evangelio. Quien lo toma entre sus manos como un libro vivo, como la enseñanza y el ejemplo de Jesús, Hijo de Dios e Hijo de María, descubrirá todo un mundo de indicaciones, exigentes y hermosas, que nos permiten avanzar, poco a poco, hacia la vida verdadera.

¿Es difícil descubrir la voluntad de Dios? Si tenemos un corazón atento sabremos leer sus mensajes. Si los comprendemos de modo adecuado, estaremos listos para la siguiente etapa, la que rezamos en el Padrenuestro: "hágase tu voluntad". Es decir, estaremos dispuestos a aceptar todo lo que Dios nos pida.
En ocasiones cuesta. Pero si reconocemos que Dios es un Padre bueno, aquello que nos propone será visto como lo que es: un camino para avanzar en el amor, una invitación a vivir un poco aquí en la tierra como viviremos, si actuamos como auténticos discípulos e hijos, eternamente en el cielo."
P. Mariano de Blas

lunes, 20 de agosto de 2012

Oración ante la eucaristía

Te pedimos, Señor,
que nos hagas estar dispuestos a entregarnos
como tú te entregas a nosotros en esta eucaristía.

Te pedimos que nos unas a los sufrimientos
que has soportado por nosotros
y a tu dolorosa agonía.

Tu sacrificio eucarístico
reconcilia cielo y tierra,
nos arranca de nosotros mismos,
nos absorbe en la llamada ardiente del Espíritu.

Haz que, comiendo tu cuerpo
y bebiendo tu sangre,
nos veamos libres de nuestro egoísmo.

¡ Haz que vivamos una existencia semejante a la tuya,
una existencia que anticipe la resurrección
porque lleva en sí la semilla de la inmortalidad
que es la comunión contigo,
Señor mío y Dios mío!

Carlo María Martini

domingo, 19 de agosto de 2012

¡Este es el sacramento de nuestra fe!


Todo lo que Jesús vino a hacer en el mundo para salvarnos, cumpliendo la misión que el Padre le había confiado, lo cumple ahora, en una contemporaneidad cronológica, en la eucaristía, en la inmediatez del encuentro con cada uno de nosotros.

Precisamente por esto, después de elevar el pan y el vino consagrados, el celebrante proclama:"¡Este es el sacramento de nuestra fe!".

Escribía San Ambrosio: "Cada vez que recibimos la eucaristía anunciamos la muerte del Señor. Si la anunciamos, anunciamos también el perdón de los pecados. Si la efusión de la sangre es para la remisión de los pecados, debo recibirlo todos los días para que mis pecados sean siempre perdonados. Entonces, ¿por qué no recibes todos los días este pan cotidiano?. Si lo tomas a diario, cada día es para ti el hoy; si hoy tienes para ti a Cristo, hoy resucita para ti"

Este es el mensaje: la vida cristiana está totalmente centrada en la eucaristía. Podríamos decir que nuestra vida no es otra cosa que asimilar la eucaristía. No hay nada que nos permita crecer en Jesús tanto como el encuentro eucarístico que lleva a cumplimiento el encuentro con la Palabra, la escucha y la meditación del evangelio.

En la eucaristía todo tiene lugar en el resplandor y, al mismo tiempo, en las tinieblas de la fe; es un conocimiento profundo de fe y de amor, de fe que ama y de amor que crece.

Carlo María Martini. Libro: ¡Remad mar adentro!  

sábado, 18 de agosto de 2012

Hacerse como niños


Jesús había dicho a sus discípulos que, para entrar en el reino de Dios, deberían hacerse como niños. 

Él mismo, que abraza al mundo entero, se hizo niño para salir a nuestro encuentro, para llevarnos hacia Dios. 

Para reconocer a Dios debemos abandonar la soberbia que nos ciega, que quiere impulsarnos lejos de Dios, como si Dios fuera nuestro competidor. Para encontrar a Dios es necesario ser capaces de ver con el corazón. Debemos aprender a ver con un corazón de niño, con un corazón joven, al que los prejuicios no obstaculizan y los intereses no deslumbran. Así, en los niños que con ese corazón libre y abierto lo reconocen a él la Iglesia ha visto la imagen de los creyentes de todos los tiempos, su propia imagen. 

Queridos amigos, ahora nos asociamos a la procesión de los jóvenes de entonces, una procesión que atraviesa toda la historia. Juntamente con los jóvenes de todo el mundo, vamos al encuentro de Jesús. Dejémonos guiar por él hacia Dios, para aprender de Dios mismo el modo correcto de ser hombres.  Benedicto XVI, 16 de marzo de 2008.

Cuanto más leo este evangelio, más lo entiendo, sobre todo si me fijo en los niños. Ellos son completamente inocentes, se fían de sus padres con una confianza ciega. De la misma manera que nosotros tenemos que fiarnos de nuestro Padre que está en el Cielo. Ellos no tienen prejuicios, te aman de una manera sana, sin esperar nada a cambio,¡ simplemente te aman y confían en ti!. 
¿Cuántos de nosotros podemos decir lo mismo?. Qué confiamos totalmente en el Señor y que lo amamos sin esperar nada a cambio.
¡Señor ayúdanos a amarte!. Que seas el centro de nuestra vida y nuestro verdadero amor.
 H. Carmen 


jueves, 16 de agosto de 2012

Eucaristía y Generosidad


La generosidad es la virtud de las almas grandes, que encuentran la satisfacción y la alegría en el dar más que en el recibir. La persona generosa sabe dar ayuda material con cariño y comprensión, y no busca a cambio que la quieran, la comprendan y la ayuden. Da y se olvida que ha dado.

El dar ensancha el corazón y lo hace más joven, con mayor capacidad de amar. Cuanto más damos, más nos enriquecemos interiormente.

¿Con quién tenemos que ser generosos? Con todos. Con Dios. Con los demás, sobre todo con los más necesitados.

Manifestaciones de una persona generosa.
Sabe olvidar con prontitud los pequeños agravios.
Tiene comprensión y no juzga a los demás.
Se adelanta a los servicios menos agradables del  trabajo y de la convivencia.
Perdona con prontitud todo y siempre.
Acepta a los demás como son.
Da, sin mirar a quién.
Da hasta que duela.
Da sin esperar.

Hagamos ahora la relación eucaristía y generosidad.

Generoso es Dios que nos ofrece este banquete de la eucaristía y nos sirve, no cualquier alimento, sino el mejor alimento: su propio Hijo. Generoso es Dios porque no se reserva nada para Él.

Generoso es Dios en su misericordia al inicio de la misa, que nos recibe a todos arrepentidos y con el alma necesitada. Generoso es Dios cuando nos ofrece su mensaje en la liturgia y lo va haciendo a lo largo del ciclo litúrgico. 

Generoso es Dios cuando considera fruto de nuestro trabajo lo que en realidad nos ha dado Él; pan, vino, productos de nuestro esfuerzo. Generoso es Dios cuando no mira la pequeñez y mezquindad de nuestro corazón al entregarle esa poca cosa, y Él la ennoblece y diviniza convirtiéndola en el cuerpo y la sangre de su querido Hijo. 

Generoso es Dios que nos manda el Espíritu Santo para que realice ese milagro portentoso. El Espíritu Santo es el don de los dones. Generoso es Dios cuando acoge y recibe todas nuestras intenciones, sin pedir pago ni recompensa. Generoso es Dios cuando nos ofrece su paz, sin nosotros merecerla. 

Generoso es Dios cuando se ofrece en la Comunión a los pobres y ricos, cultos e ignorantes, pequeños, jóvenes, adultos y ancianos. Y se ofrece a todos en el Sagrario como fuente de gracia. 

Generoso es Dios, que va al lecho de ese enfermo como viático o como Comunión, para consolarlo y fortalecerlo. Generoso es Dios que está día y noche en el Sagrario, velando, cuidándonos, sin importarle nuestra indiferencia, nuestras disposiciones, nuestra falta de amor. 

Generoso es Dios que se reparte y se comparte en esos trozos de Hostia y podemos partirlo para que alcance a cuántosvienen a comulgar. Es todo el símbolo de darse sin medida, sin cuenta, y en cada trozo está todo Él entero. Generoso es Dios que no se reserva nada en la eucaristía. 
P. Antonio Rivero

lunes, 13 de agosto de 2012

Asunción de María

Así el privilegio de la resurrección y consiguiente Asunción de María al Cielo se debe al haber sido predestinada para se la Madre de Dios-hecho-Hombre.
El Concilio Vaticano II, tratando ese tema en la Constitución Dogmática sobre la Iglesia,también relaciona el privilegio de la Inmaculada Concepción con el de la Asunción: precisamente porque fue “preservada libre de pecado original” (LG 59), María no podía permanecer como los demás hombres en el estado de muerte hasta el fin del mundo. La ausencia del pecado original y la santidad perfecta ya desde el primer instante de su existencia, exigían para la Madre de Dios la plena glorificación de su alma y de su cuerpo.
Pero oigamos también a nuestro Papa Juan Pablo II tratar el punto de la Asunción de María en la Sagrada Escritura.
En su Catequesis del 2 de julio de 1997 nos decía: “El Nuevo Testamento, aun sin afirmar explícitamente la Asunción de María, ofrece su fundamento, porque pone muy bien de relieve la unión perfecta de la Santísima Virgen con el destino de Jesús. Esta unión, que se manifiesta ya desde la prodigiosa concepción del Salvador, en la participación de la Madre en la misión de su Hijo y, sobre todo, en su asociación al sacrificio redentor, no puede por menos de exigir una continuación después de la muerte. María, perfectamente unida a la vida y a la obra salvífica de Jesús, compartió su destino celeste en alma y cuerpo”.

El Cuerpo de Cristo

El Señor Jesús, que por nosotros se ha hecho alimento de verdad y de amor, hablando del don de su vida nos asegura que "quien coma de este pan vivirá para siempre". Pero esta "vida eterna" se inicia en nosotros ya en este tiempo por el cambio que el don eucarístico realiza en nosotros: "El que me come vivirá por mí". Estas palabras de Jesús nos permiten comprender cómo el misterio "creído" y "celebrado" contiene en sí un dinamismo que lo convierte en principio de vida nueva en nosotros y forma de la existencia cristiana. En efecto, comulgando el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo se nos hace partícipes de la vida divina de un modo cada vez más adulto y consciente. [...] No es el alimento eucarístico el que se transforma en nosotros, sino que somos nosotros los que gracias a él acabamos por ser cambiados misteriosamente. Cristo nos alimenta uniéndonos a él; "nos atrae hacia sí". Benedicto XVI, Exhortación apostólica Sacramentum caritatis, n. 70.

domingo, 12 de agosto de 2012

Si quieres puedes curarme

 
Esta breve y sincera oración quería decir muchas cosas a Jesús: "¿Qué te cuesta, qué le cuesta a quien ha creado un mundo de la nada curar un cuerpo enfermo?"
Hoy te presentas ante Él con el cuerpo y el alma enfermos: Eres la impotencia suplicante de rodillas ante el que lo puede todo. Si quieres... ¿Querrás? ¿Tendrás que pensar mucho si devuelves la salud a un desgraciado? ¿Puede tu amor resistir que un alma salida de tus manos en un gesto de amor, se pierda para siempre? ¿Querrás? ¿Puedes curarme?

 

Más que decírselo a Él, que lo sabe muy bien, debes decirlo y gritarlo a ti mismo, para estar cada vez más seguro de que puede, de que no le cuesta. Si te piden fe, di que la tienes; no tienes salud pero tienes fe, toda la que necesita el milagro para hacerse realidad, pero auméntala hasta que se convierta en un grano de mostaza; entonces moverás montañas.

Si quieres, puedes curarme. Sabes que quiere y sabes que puede; por eso de un momento a otro sentirás sanos tu cuerpo y tu alma. Quiero, queda limpio" esas palabras anhela tu alma.
Y quedó curado el leproso. Así quieres quedar tú curado, el potro leproso del alma. Quieres sentirte limpio y puro, sentir tu alma de niño, como cuando salió de sus manos un día que te amó infinitamente.
P. Mariano de Blas

sábado, 11 de agosto de 2012

Oración a Jesús

Tú, Señor Jesús,
que has instituido el sacramento de la eucaristía
como acción de gracias al Padre,
que ha dispuesto de ti para su glorificación
y para la salvación de los hombres,
concédenos que nuestra celebración
sea una perenne acción de gracias al Padre,
un acto de glorificación por tu amor,
una ofrenda por la salvación de la humanidad,
un grito de esperanza por el pecado de los hombres,
un anhelo de renovación por nuestra sociedad.

Haz, Jesús, que al participar en ti banquete
condemos nuestro egoísmo
y nos alimentemos de la fuerza de tu amor que libera.

Haz que nos sintamos todos unidos,
de modo que nuestros días desemboquen juntos,
finalmente, en el banquete del Reino,
que tú anticipas para nosotros .

Amén.

viernes, 10 de agosto de 2012

Rezar con la Palabra de Dios

Cómo orar con la Palabra de Dios
La lectura orante de la Palabra, más que una reflexión, es una experiencia de encuentro personal e íntimo con Dios, que te ama y sale a tu encuentro. Estos pasos te van llevando al mismo interior de la Palabra.
1. Invoca… 
al Espíritu Santo. Pídele que te ilumine y te abra a la comprensión de la Palabra y que te anime a la respuesta con tu vida.
2. Lee…
 muy despacio el texto bíblico. Vuelve a leerlo. Lee también algún comentario que te ayude a conocer mejor el sentido del texto. Dale tiempo al Señor y escucha el mensaje que Él quiere darte en esta Palabra.
3. Medita… 
qué te dice la Palabra que has leído lentamente. Una vez que hayas captado el sentido del texto, entonces puedes hacerte esta pregunta: qué me dice esta Palabra.
4. Ora… 
respóndele al Señor que te ha dado su mensaje en la Palabra meditada. Tu actitud sea la de la Virgen María: Hágase en mí según tu Palabra.
5. Contempla… 
quédate impresionado, fascinado, en silencio, en calma. Déjate animar por el ardor de la Palabra, como quien recibe el calor del sol.
6. Actúa….
 Haciendo un compromiso que brote de este encuentro con el Señor. Es el salto a la vida. Animado e invadido por la Palabra, regresa a la vida con otra actitud.

Recuerda. “El Evangelio es el libro de la vida del Señor y está escrito para que se convierta en el libro de nuestra vida… No sólo hay que leerlo, sino interiorizarlo. Cada Palabra es Espíritu y vida, y está esperando un corazón hambriento para entrar en él” (M Delbrel).

Si eres fiel a la oración con y desde la Palabra de Dios, tu vida irá cambiando. La Palabra te hará confrontar tus criterios, valores, sentimientos, actitudes y conducta con lo que ella misma te vaya inspirando. Ama la Palabra, estúdiala, déjala que moldee tu personalidad. Te lo deseo vivamente.

jueves, 9 de agosto de 2012

La Eucaristía

En la eucaristía tenemos la concentración de todos los misterios dela redención. Ysi quisiéramos profundizar aúna más en el significado del gesto del pan y del vino como cuerpo y sangre del sacerdote de la nueva alianza, del Hijo entregado, podríamos ver realizada esta actitud en los otros dos vértices del triángulo: Getsemaní ( No se haga mi voluntad, sino la tuya ) y la cruz ( En tus manos encomiendo mi espíritu ). Es decir, lo que la eucaristía expresa se verifica y se realiza en la expresión "No se haga mi voluntad, sino la tuya" y en el hecho de poner la vida en las manos del Padre. 

Hay que controlar juntos los tres vértices o puntas del triángulo, porque se iluminan y se esclarecen mutuamente formando la figura redentora del misterio, revelando el modo en que la Trinidad se manifiesta históricamente en Cristo: desde el cenáculo, pasando por Getsemaní, hasta la cruz se realiza la revelación definitiva del amor del Padre, expresada después en la resurrección.
Carlos María Martini


¡Remad mar adentro!

martes, 7 de agosto de 2012

Hoy te he sentido muy cerca, Señor

Hoy debo darte gracias, como cada día, pero hoy de una forma especial.
Hoy te he sentido muy cerca, tan cerca que casi podía tocarte.
Te he sentido en las olas que se acercaban a la orilla.
En la brisa que acariciaba mi cara.
En el calor del sol, en el azul del cielo y en el azul verdoso del mar.
En las risas de los niños, en la alegría de los abuelos y en el amor de las familias unidas.
He vaciado mi corazón de los problemas, de las angustias y de los miedos y has entrado tú con toda tu fuerza.
Me he sentido unida a ti y he sido feliz, soy feliz, pero con esa felicidad que sólo tú puedes dar.
Gracias Señor.
Pero, también te quiero pedir por todas esas personas que lo están pasando mal, que cambie pronto su vida.  ¡Ayúdales!
H. Carmen


lunes, 6 de agosto de 2012

La mirada del Señor


La Mirada del Señor es espectacular. Desborda Amor, Ternura, Comprensión… Es dulce y sonriente. Acogedora. Uno se siente arropado por ella sabiendo que ya nada malo puede pasar (pase lo que pase). Se queda uno atrapado por esa Mirada sin querer salir de ella, absorbiendo todo cuanto de Ella emana para, de forma inevitable, derramarlo más tarde sobre los demás.

El tiempo se detiene, y uno querría que ese momento no terminara jamás. La Mirada del Señor transforma. Toca el corazón y llega a lo más hondo. Si el corazón está herido o dañado, lo sana.

 Si hay alguna mancha de rencor hacia alguna persona, la borra. Podría decirse que hace una limpieza general y cuando ya está del todo acondicionado, lo llena por completo de una Paz inmensa, de un Amor desbordante y de una Alegría profunda y duradera. La Mirada del Señor es poderosa, porque no sólo toca a quien la recibe sino a todos aquellos que más tarde se cruzan con el elegido. Su Mirada reconforta y alivia de cualquier dolor o pena. Todo lo comprende y todo lo perdona. Da esperanza. Es como un enorme abrazo amoroso, y perderse en ella, abandonarse a ella, supone sumergirse de lleno en el más grande de los amores, el Amor de Dios. 

Es difícil describir con palabras esa Mirada. Pero quienes la hemos sentido directamente sabemos que después ya nada vuelve a ser igual. Me siento tremendamente afortunado, y le doy gracias a Dios de todas las maneras posibles, sobre todo tratando de mirar a los demás como Él me mira a mí: con un Amor incondicional. ¡Gracias Señor por mirarme! Y no apartes de mí tus ojos.

De los Blogs de Religión en Libertad

domingo, 5 de agosto de 2012

Cuadrado mágico de Durero en la fachada de nuestra parroquia

Vanessa nos ha mandado el siguiente mensaje:
Buenas noches, quería saber cuál es el significado de los números que aparecen en el lateral de la parroquia. Gracias.

Esperemos que la explicación te sirva de ayuda. Y sobre todo: MUCHAS GRACIAS POR PARTICIPAR EN EL BLOG.
Todo empezó con:
El cuadrado mágico de Durero
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El cuadrado mágico de Alberto Durero, tallado en su obra Melancolía I está considerado el primero de las artes europeas. En el cuadrado de orden cuatro se obtiene la constante mágica (34) en filas, columnas, diagonales principales, y en las cuatro submatrices de orden 2 en las que puede dividirse el cuadrado, sumando los números de las esquinas, los cuatro números centrales, los dos números centrales de las filas (o columnas) primera y última, etc. y siendo las dos cifras centrales de la última fila 1514 el año de ejecución de la obra.

Algunas disposiciones particulares en el cuadrado mágico de Durero que suman la constante mágica.
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El cuadrado mágico de nuestra parroquia es como el que está en la fachada de la Sagrada Familia  de Barcelona.
Aquí la constante mágica es 33, la edad que 
tenía Jesús en su Pasión.

Algunas propiedades:





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Las horizontales suman 33
Las verticales suman 33
Las diagonales suman 33 ( números rojos y verdes)


                                   
En el siguiente, la suma de los cuatro números de cada cuadrado es también 33 y el del cuadrado central 7, 6, 10, 10 es también 33.
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