Pablo,
Silvano y Timoteo a los tesalonicenses que forman la Iglesia de Dios, nuestro
Padre, y del Señor Jesucristo.
Os
deseamos la gracia y la paz de Dios Padre y del Señor Jesucristo.
Es
deber nuestro dar continuas gracias a Dios por vosotros, hermanos; y es justo,
pues vuestra fe crece vigorosamente, y vuestro amor, de cada uno por todos y de
todos por cada uno, sigue aumentando.
Esto
hace que nos mostremos orgullosos de vosotros ante las Iglesias de Dios, viendo
que vuestra fe permanece constante en medio de todas las persecuciones y luchas
que sostenéis.
Así se
pone a la vista la justa sentencia de Dios, que pretende concederos su reino,
por el cual bien que padecéis.
Nuestro
Dios os considere dignos de vuestra vocación, para que con su fuerza os permita
cumplir buenos deseos y la tarea de la fe; para que así Jesús, nuestro Señor,
sea glorificado en vosotros, y vosotros en él, según la gracia de Dios y del
Señor Jesucristo.
Estas palabras de Pablo debemos reflexionarlas con
profundidad todos los cristianos, ya que formamos parte de comunidades que
seguimos a Cristo y pertenecemos a la Iglesia católica.
¿Nuestra fe crece vigorosamente?. ¿Procuramos
formarnos?. Cuánto más conozcamos a Jesús, más lo amaremos y más amaremos al
Padre.
¿Nuestro amor de cada uno por todos y de todos por
cada uno, existe?. Y si existe, ¿procuramos que vaya aumentando cada día?. O
por lo contrario, vamos cada uno por nuestro lado y nos limitamos a
"cumplir" con nuestras obligaciones dominicales.
¿Damos la paz a nuestros hermanos en la eucaristía,
y después cuando los vemos por la calle pasamos de ellos?. ¿Procuramos ayudar a los componentes de
nuestra comunidad?. ¿Nos acercamos a ellos cuando los vemos tristes?.
¿Pablo daría gracias a Dios por nosotros?. Y sobre
todo, ¿estamos traicionando a Jesús?.
Ahora no soportamos persecuciones como en tiempos de
Pablo, pero sí que en algunas ocasiones no nos comprenden como quisiéramos, ¿
permanecemos firmes en nuestra fe y la defendemos?, o ¿procuramos no
implicarnos y pasar desapercibidos?.
Ojalá que nuestras respuestas sean consecuentes con
el amor que Dios nos tiene y si tenemos algún fallo, ya que somos humanos, intentemos
cada vez más responder al amor de Dios y ser dignos de entrar en su Reino.
H. Carmen
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