Al principio conténtate con avanzar a pasos pequeños. Más adelante tendrás piernas que no desearán sino correr, mejor aún alas para volar.
Conténtate con obedecer. No es nunca fácil, pero es a Dios a quienes hemos escogido. Acepta ser una pequeña abeja en el nido de las colmena; muy pronto llegarás a ser una de estas grandes obreras hábiles para la fabricación de la miel.
Permanece siempre delante de Dios y de los hombres humilde en el amor. Entonces el Señor te hablará en verdad y te enriquecerá con sus dones.
Las abejas, al atravesar los prados, recorren grandes distancias antes de llegar a las flores que han escogido; seguidamente, fatigadas pero satisfechas y cargadas de polen, vuelven a entrar en la colmena para realizar allí la transformación silenciosa pero fecunda del néctar de las flores en néctar de vida.
Haz tú lo mismo: después de escuchar la Palabra, medítala atentamente, examina los diversos elementos que contiene, busca su significado profundo. Entonces se te hará clara y luminosa, tendrá el poder de cambiar tus inclinaciones naturales, en una pura elevación del espíritu y tu corazón estará cada vez más unido al corazón de Cristo.
San Pío de Pieltrelcina. Fuente: Magníficat
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