En un clima de fraternidad y alegría ha tenido lugar en Jerusalén la celebración ecuménica, que marcaba la conclusión de las obras de restauración de la edícola que cubre la tumba vacía de Jesús. Este miércoles, a las 10 de la mañana, la ciudad vieja de Jerusalén se vestía de las mejores galas y la plazoleta del Santo Sepulcro era un hervidero de peregrinos e invitados a la ceremonia.
Las tres comunidades responsables de la Basílica -El Patriarcado Griego Ortodoxo de Jerusalén, el Patriarcado Armenio de Jerusalén y La Custodia de Tierra Santa, representando a la Iglesia Católica- firmaron hace exactamente un año el acuerdo para que pudieran realizarse los trabajos de restauración. La profesora Antonia Maropoulou de la Universidad técnica de Atenas, ha sido la encargada de esta delicado trabajo, que se ha terminado en el plazo previsto, antes de la Semana Santa, para que no distorsionarán estas celebraciones.
La restauración se ha llevado a cabo con un presupuesto de 3,5 millones de dólares, todavía no se conoce si esta cifra ha sido respetada o superada. Esta intervención ha sido financiada por las tres confesiones responsables de la Basílica, a los que se han añadido fondos del gobierno griego y benefactores privados, entre ellos la Autoridad Nacional Palestina y el rey Abdallah de Jordania.
Dado que la seguridad de la Edícola no está totalmente asegurada a causa de la humedades, se ha establecido ya una nueva fase de obras. El coste de la nueva fase se ha estimado en 6 millones de dólares. El objetivo sería levantar el pavimento que está en el entorno de la basílica, rehacer las canalizaciones, restaurar las piedras del suelo actual o sustituirla por otras, y de ese modo consolidar la base de la edícola, y garantizar la estabilidad sísmica de la misma. Esto permitiría también completar la exploración arqueológica.Y así los arqueólogos podrían continuar los exploraciones, que inició el Padre Corbo en los años sesenta del siglo pasado. Este es el deseo que expresaba el Padre Eugenio Alliata, arqueólogo franciscano, que ha estado en contacto confínuo con la Ingeniera Marapoulu.
La rotonda de la Anástasis estaba a reventar de autoridades civiles, diplomáticos y numerosos invitados laicos y religiosos. Entre las personalidades más relevantes hay que destacar la presencia del primer ministro del gobierno griego (uno de los principales financiadores del protecto), Alexis Tsipras; el Patriarca Ecuménico de Constantinopolis, Bartolomé I y el Delegado Apóstolico en Jerusalén, Monseñor José Lazzarotto.
En el centro de la multitudinaria asamblea, el Patriarca Griego Ortodoxo de Jerusalén, Teófilo III, con el Padre Custodio, Francisco Patton, a la derecha; y el Patriarca Nourhan Manoughian, a la izquierda. Detrás del Custodio Pierbatista Pizzaballa, el Administrador Apostólico en Jerusalén, que ha tenido un rol decisivo en la firma del acuerdo entre las tres comunidades. El ambiente general era de auténtica satisfacción, dado que el Santo Sepulcro y la Natividad de Belén, han sido muchas veces, a lo largo de la historia, lugares conflictivos. La historia camina gracias a los hombres, y en esta ocasión se han encontrados los hombres justos para el sitio justo.
La celebración se ha iniciado con los cantos de los tres coros masculinos: el griego ortodoxo, el franciscano y el armenio. A continuación los distintos discursos, todos en inglés, excepto el Patriarca Ecuménico, en griego. El primero en intervenir ha sido el patriarca Teofilo III; el padre Patton, Custodio de Tierra Santa; el Patriarca Armenio, Nourhan; Moseñor Pizzaballa, Administrador Apostóloco; el Patriarca Bartolomeo; El Nuncio Lazzarotto, que ha leído un mensaje del Prefecto de la Congregación para las Iglesias Orientales, Leonardo Sandri; y un enviado del Patriarca de todos los Armenios, Karekin II.
(José Luis Ferrando)
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