jueves, 6 de octubre de 2016

Entre judíos y samaritanos



Después de los reinados de David y Salomón, el pueblo judío se dividió en dos reinos: Judá o Reino del Sur, con su capital en Jerusalén; e Israel o Reino del Norte, con su capital en Siquem (que más tarde se trasladó a Samaria)… Cada uno de los dos reinos sufrió el exilio en distintas ocasiones: Judá a manos de Babilonia; e Israel a manos de Siria… la diferencia entre ambos es que los habitantes de Judá lograron restablecerse sin mezclarse con otras razas, mientras Israel se unió con otros pueblos al regresar del exilio…
Esto fue motivo de escándalo para los habitantes de Judá, quienes dejaron de considerar a los samaritanos como judíos auténticos… De igual manera, los samaritanos dejaron de considerar obligatorio el culto en el Templo de Jerusalén, dando culto a Dios en el monte Garizim…
Los samaritanos creían en Yahvé como único Dios… consideraban a Moisés como el profeta por excelencia y observaban la Ley de la Toráh… pero no reconocían el Talmud (tradición oral judía), ni los Profetas (Nevi’im), ni los libros escritos (Ketuvim)…
Todos sabemos que en el tiempo de Jesús, las relaciones entre judíos y samaritanos eran tensas y conflictivas, llegando hasta el odio y la intolerancia en muchas ocasiones… pero hay tres pasajes muy interesantes que me gustaría mirar brevemente…
Inhospitalidad de los samaritanos (Lucas 9, 51-56)
Samaria quedaba entre Galilea y Jerusalén, de manera que para ir de uno a otro era necesario pasar por Samaria, de otra manera había que dar una gran vuelta para evitar la región… y cuenta Lucas que en uno de sus viajes, Jesús envió mensajeros delante de Él a un pueblo de Samaria para que le prepararan posada… los samaritanos de ese pueblo se negaron a recibirle, porque iba hacia Jerusalén (por tanto, era judío)… y Santiago y Juan (por algo les llamaban “los hijos del trueno”) le preguntaron: «Señor, ¿quieres que digamos que baje fuego del cielo y los consuma?»… pero Jesús les reprendió por tal pensamiento y siguió hacia otro pueblo…

La samaritana, en el pozo de Sicar (Juan 4, 1-42)
En esta ocasión Jesús va de Judea hacia Galilea y se detiene en Sicar (en Samaria)… mientras los discípulos van a comprar comida, Él se queda junto al pozo conversando con una mujer samaritana… el diálogo entre ambos es hermoso y de gran profundidad teológica… lo primero que debemos comentar es la sorpresa de la mujer: «¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy una mujer samaritana?»… Jesús le responde haciendo alusión al «Don de Dios» y le ofrece «agua viva»… esas dos referencias son al Espíritu Santo… luego Jesús le habla de un nuevo culto que no estará sujeto al Templo de Jerusalén ni al Monte Garizim, sino que «llega la hora (ya estamos en ella) en que los adoradores verdaderos adorarán al Padre en espíritu y en verdad»… el relato sigue diciendo que Jesús le habló sobre todo lo que ella había hecho durante su vida… y ella, sorprendida, corrió al pueblo a contárselo a todos: «Venid a ver a un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho. ¿No será el Cristo?»… dice Juan que Jesús se quedó dos días en Sicar… y «fueron muchos más los que creyeron por sus palabras, y decían a la mujer: “Ya no creemos por tus palabras; nosotros mismos hemos oído y sabemos que éste es verdaderamente el Salvador del mundo.”»

Parábola del buen samaritano (Lucas 10, 25-37)
Todos hemos escuchado la parábola del buen samaritano… un doctor de la Ley que, para poner a prueba a Jesús, le pregunta qué debe hacer para tener en herencia la vida eterna… Jesús devuelve la pregunta, preguntando qué es lo que dice la Ley… “Amar a Dios y amar al prójimo”, responde el legista… inconforme con el giro de la conversación, vuelve a preguntar a Jesús que quién es su prójimo (los judíos solamente consideraban como “prójimo” a otros judíos)… esto le da pié a Jesús para contar la parábola del hombre que va de Jerusalén a Jericó y caen en mano de ladrones que le dejan mal herido a la orilla del camino… a su lado pasan un sacerdote y un levita judíos, y ambos siguen de largo sin ayudarle… finalmente, pasa un samaritano que le socorre, cura y cuida… la parábola concluye con un pequeño diálogo entre ambos: Jesús le preguntó, «¿Quién de estos tres te parece que fue prójimo del que cayó en manos de los salteadores? Él dijo: El que practicó la misericordia con él. Díjole Jesús: Vete y haz tú lo mismo.»

Veamos… en el primero de estos tres pasajes, Jesús rechaza la actitud de odio y violencia de Santiago y Juan –y los judíos en general– hacia los samaritanos… actitud que hubiera estado bien vista, según las relaciones reinantes entre judíos y samaritanos pero que se opone con el mensaje del Evangelio de amar al prójimo (incluyendo a los “enemigos”)… en el segundo, Jesús no sólo conversa con la samaritana, sino que le ofrece el «Don de Dios», que no es otra cosa que Dios mismo… en adición, se queda entre los samaritanos dos días, anunciándoles el Reino… o sea, que además de hablar con los samaritanos, Jesús se interesa por su salvación y les trata con respeto y misericordia… por último, Jesús utiliza a un samaritano como ejemplo para mostrarle a un legista judío que “prójimo” no es el que comparte mis ideas o mi fe, sino todo aquel que necesite ayuda…
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Pues la actitud de algunos hermanos evangélicos hacia los católicos se parece a la actitud que existía entre judíos y samaritanos: está llena de reproche y condena por el sólo hecho de ser católico… fíjense, en ocasiones he comentado que algunos hermanos evangélicos tienen más respeto y cortesía para con un musulmán o un budista que para un católico… ¡lo vemos aquí mismo en algunos temas!!!
Los valores del Evangelio son humildad, mansedumbre y renuncia… y estos valores nos deben llevar a amar a Dios y al prójimo (y “prójimo” son todos)… no con un amor cualquier, sino con el Amor mismo de Cristo… con un amor tan perfecto, que no deja espacio para nada más…
A ti, hermano evangélico o de otra denominación que me lees…
Cuando veo la actitud que tienes hacia los católicos, no veo el Amor de Jesús reflejado en tus palabras… al contrario, en lugar de humildad, veo soberbia y prepotencia… en lugar de mansedumbre, veo intolerancia y odio… en lugar de renuncia, veo insulto, burla y desprecio… y no se trata de que creamos lo mismo o estemos de acuerdo en todo… pero de la misma manera que los católicos respetamos la manera de pensar de otras iglesias –cristianas y no cristianas– de esa misma forma esperamos que se nos respete nuestra fe…

No sé tú… pero yo no puedo imaginarme a Jesús enviando fuego del cielo para acabar con una ciudad de Samaria… sin embargo, tú nos condenas sin pensar que esa actitud de juicio/condena es rechazada por Dios…
No sé lo que tú piensas… pero mientras Jesús se sentó a dialogar con la mujer samaritana, abriéndole su Corazón para poder alcanzar el de ella… tú te limitas a disparar tres o cuatro textos bíblicos, sin importar lo que yo pueda decir o pensar al respecto… no te interesa escucharme porque ya me has juzgado por lo que te dijeron… y no te interesa conocerme para saber lo que de verdad creo y pienso…
No sé tú… pero cada vez que leo uno de tus comentarios incendiarios, no puedo dejar de preguntarme si alguna vez has pensado que yo soy “tu prójimos”, al igual que tú eres el mío… y que de la misma forma que yo respeto tu fe, también espero que tú respetes la mía…
Entiendo que tú creas que estás por el camino correcto… pero de verdad te digo, lo que tú crees de los católicos… lo que te han dicho o lo que crees haber visto… ¡está equivocado!… yo soy tan cristiano como tú… adoró a Yahvé, él único Dios: Padre, Hijo y Espíritu Santo… y guardo su Palabra con celo apostólico… tan así, que no sólo guardo su Palabra escrita, sino que guardo todo aquello que dijo e hizo Jesús y que no se escribió (como explica Juan al final de su Evangelio)…
No espero que cambies tu forma de pensar o sentir… cada cual es libre de elegir el camino que desea recorrer… y cada cual será responsable de darle cuentas a Dios por sus acciones (o la falta de ellas)… pero igual que tú eres libre, también lo soy yo… y si nuestro Padre respeta la libertad de ambos, ¿por qué no puedes tú respetar la mía?
A pesar de tus palabras y reproches, créeme, te amo como a mi hermano y oro a Dios por ti… no para que te cambie… o te convierta… o te salve… sino para que Su Voluntad se cumpla total y completamente en tu vida … y sobre todo, oro pidiéndole a Dios que te bendiga con su Amor y te conceda esa Paz que viene de morar dentro de su Corazón…
Y tú, hermano católico que me lees…
No permitas que estas actitudes afecten tu relación con Dios o tu forma de ver al prójimo… Lo digo porque a veces pienso que podemos caer en lo mismo… juzgando y condenando, cuando eso solamente le compete a Dios… Si nos insultan o calumnian o difaman… respondamos con caridad y respeto… mostremos la Verdad de nuestra fe… amemos y oremos!!!

Recuerda que Jesús predicó en muchas sinagogas… y levitas y fariseos rechazaron, unos tras otros, el Mensaje de Salvación que se les ofrecía… pero a pesar de eso, algunos oídos oyeron… y algunos corazones acogieron la Palabra… y por esos pocos es que hoy vive nuestra Iglesia… Sembremos la semilla del Evangelio con nuestras palabras… pero sobre todo, con nuestro ejemplo de vida… seamos como Jesús… y el Espíritu Santo se encargará de tocar los corazones que Él desee tocar…
Dios me los bendiga a TODOS… y María Santísima, Madre del Salvador y Madre nuestra, nos acompañe por el camino hacia Jesús…

Romualdo de Tengo Sed de Ti

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