"Nuestra tierra se ha convertido en acogida asquerosa de muertes y
expulsiones injustas"
Y por recoger un texto "católico" pensando en los inmigrantes
de los muchos que deberían acogerse a la necesaria hospitalidad (desde luego
bastantes más de los vergonzosos números oficialmente acogidos), escojo el episodio de Abraham narrado
en el libro del Genesis, (Gn 18.1-3) que hace fecunda la hospitalidad . En
dicho pasaje Abraham acoge junto a su tienda, al mediodía, cuando más calentaba
el sol, a los tres misteriosos personajes, que, en premio a la acogida, dejaron
para él y su esposa la bendición de la fecundidad. Aludiendo a este hecho, la
Carta a los Hebreos recomienda la hospitalidad y añade: "Algunos, sin
saberlo, hospedaron a ángeles" (Hb. 13,2)
Convertise en tierra
hospitalaria es convertirse en tierra fecunda . Además la hospitalidad es exigencia de
humanidad, tanto para quien recibe como para el que es recibido, y por tanto,
exige de ambos que sean ante todo humanos y renuncien a su inhumanidad. No
conoce límites ni fronteras. Comporta acoger al prójimo cercano, pero también
al extraño, al lejano, al desconocido, al extranjero y, en nuestro caso, al
inmigrante y/o refugiado con quien tenemos el deber inmediato de, al menos, de
saber su nombre y su historia; saber las causas por las que huye (hambre y/o
guerra, ¡me da lo mismo!) . Todos ellos entran en mi mundo y se convierten en
prójimos-próximos. La hospitalidad moviliza procesos de reconocimiento
recíprocos. Siquiera por este motivo es la forma primera y última del respeto a
los derechos humanos.
"La hospitalidad de hecho,
vive del dar y del recibir". Dice el papa en
su mensaje de Migraciones de 2016. Y la "Hospitalidad y Dignidad",
unidas ambas, las quiere subrayar también la Comisión Episcopal de Migraciones
enredada con Caritas, Confer , Sector Social de la Compañía de Jesus , y
Justicia Paz en una estrategia común para reconocer, proteger y defender a los
refugiados y emigrantes. Todos con derechos.
Me sumo y firmo esta campaña ( #YoSoyTierraDeAcogida)
porque yo mismo también soy tierra de acogida. La semilla liberadora de
Jesucristo acompasada, en mi caso, al ritmo y a la respiración de Ignacio de Loyola prendió un día en mi vida y
quiere seguir creciendo y multiplicándose - con mis compañeros jesuitas y con
la humanidad entera - regada por el Espiritu.
(José Luis Pinilla sj.)
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