No pronunció la palabra "genocidio". Al menos, por el momento. Pero Francisco sí reconoció que el "martirio" es elemento constitutivo del pueblo armenio, desde sus inicios al momento presente. Desde el siglo III, cuando se convirtió en el primer pueblo que abrazó la fe en Jesús cuando Roma todavía perseguía cristianos, a la actualidad, "el martirio ha sido un elemento constante en la historia de vuestro pueblo".
Armenia es considerado el primer país en declararse cristiano del mundo. Por ello, no fue casualidad que el primer destino del Papa fuera la visita a la catedral apostólica de Erevan, donde le esperaban miles de fieles, que organizaron un improvisado pasillo a la comitiva papal. En un rezo conjunto con el Patriarca supremo de la Iglesia apostólica armenia, Karekin II, en la primera catedral construida de la que se tiene constancia (algunos de los edificios del complejo datan del siglo IV).
Junto a Karenin, Francisco comenzó declarando su "emoción" por cruzar el umbral de la ctedral, "testigo de la historia de vuestro pueblo". "Considero un don precioso de Dios el poder acercarme al santo altar desde el cual se difunde la luz de Cristo en Armenia", inicó Francisco, agradeciendo al Cathólicos "haberme acogido en su casa; este elocuente signo de amor dice, mucho más que las palabras, lo que significan la amistad y la caridad fraterna".
Su primer discuros en tierras armenias fue de agradecimiento a un pueblo que tiene en la fe "su identidad peculiar". "Cristo es vuestra gloria, vuestra luz, el sol que os ha iluminado y dado una nueva vida, que os ha acompañado y sostenido, especialmente en los momentos de mayor prueba", apuntó el Papa, recordando cómo desde el año 301, Armenia fue la primera nación "en acoger el cristianismo como su religión, en un tiempo en el que todavía arreciaban las persecuciones en el Imperio Romano".
"La fe en Cristo no ha sido para Armenia como un vestido que se puede poner o quitar en función de las circunstancias o conveniencias, sino una realidad constitutiva de su propia identidad, un don de gran valor que se debe recibir con alegría, y custodiar con atención y fortaleza, a precio de la misma vida", subrayó el Pontífice. "Que el Señor os bendiga por este testimonio luminoso de fe, que muestra de manera ejemplar la poderosa eficacia y fecundidad del bautismo recibido hace más de mil setecientos años con el signo elocuente y santo del martirio, que ha sido un elemento constante en la historia de vuestro pueblo".
Al tiempo, agradeció el camino emprendido por católicos y apostólicos armenios, "a través de un diálogo sincero y fraterno, con el fin de llegar a compartir plenamente la mesa eucarística. Que el Espíritu Santo nos ayude a realizar esa unidad por la cual pidió Nuestro Señor, para que sus discípulos sean uno y el mundo crea".
"El mundo, desgraciadamente, está marcado por las divisiones y los conflictos, así como por formas graves de pobreza material y espiritual, incluida la explotación de las personas, incluso de niños y ancianos, y espera de los cristianos un testimonio de mutua estima y cooperación fraterna, que haga brillar ante toda conciencia el poder y la verdad de la resurrección de Cristo", apuntó Bergoglio, quien animó a un "compromiso paciente y renovado hacia la plena unidad", vivida "en la caridad y en la mutua comprensión".
En este punto, animó a que el espíritu ecuménico impida "la instrumentalización y la manipulación de la fe, porque obliga a redescubrir las genuinas raíces, a comunicar, defender y propagar la verdad en el respeto de la dignidad de todo ser humano y con modos que trasparenten la presencia de ese amor y de aquella salvación, que se quiere difundir". Todo ello para ofrecer "un convincente testimonio de que Cristo está vivo y operante, capaz de abrir siempre nuevas vías de reconciliación entre las naciones, las civilizaciones y las religiones. Se confirma y se hace creíble que Dios es amor y misericordia".
Jesús Bastante
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