"Estamos llamados ante todo a construir y reconstruir, sin desfallecer, caminos de comunión, a construir puentes de unión y superar las barreras que separan". El Papa Francisco hizo esta mañana un llamamiento a apoyarse en tres bases para construir una vida cristiana auténtica: "Memoria, fe y misericordia".
La primera nación en declararse cristiana no es mayoritariamente católica. Apenas un 9,6% de la población -unos 280.000- forman parte de la Iglesia católica armenia, muy inferior a la dirigida por el patriarca armenio Karekin II, que intervino al comienzo de la Eucaristía. Un auténtico ejemplo de ecumenismo, como se encargó de predicar el propio Karekin en una histórica intervención ante decenas de miles de católicos. Y es que la unidad entre los seguidores de Jesús es, hoy, más posible que nunca. Con gestos, palabras y actos como el de esta mañana en la plaza Vartanants de Gyumri, la principal ciudad católica del país.
En su homilía, pronunciada en italiana y traducida al armenio, Francisco hizo suyas las palabras del profeta Isaías sobre la reconstrucción tras la devastación, y preguntó "¿Qué es lo que el Señor quiere que construyamos hoy en la vida?, y ante todo: ¿Sobre qué cimiento quiere que construyamos nuestras vidas?".
Para ello, el Papa propuso tres bases. "La primera base es la memoria. Una gracia que tenemos que pedir es la de saber recuperar la memoria, la memoria de lo que el Señor ha hecho en nosotros y por nosotros: recordar que, como dice el Evangelio de hoy, él no nos ha olvidado, sino que se «acuerda» (cf. Lc 1,72) de nosotros: nos ha elegido, amado, llamado y perdonado".
Una memoria personal, pero también una memoria colectiva, "la memoria del pueblo. Los pueblos, en efecto, tienen una memoria, como las personas. Y la memoria de vuestro pueblo es muy antigua y valiosa. En vuestras voces resuenan la de los santos sabios del pasado; en vuestras palabras se oye el eco del que ha creado vuestro alfabeto con el fin de anunciar la Palabra de Dios; en vuestros cantos se mezclan los llantos y las alegrías de vuestra historia".
"Pensando en todo esto, podéis reconocer sin duda la presencia de Dios: él no os ha dejado solos. Incluso en medio de tremendas dificultades, podríamos decir con el Evangelio de hoy que el Señor ha visitado a su pueblo", dijo el Papa, "dando testimonio, aun a costa de la sangre, de que el amor de Dios vale más que la vida".
Junto a la memoria, "la fe es también la esperanza para vuestro futuro, la luz en el camino de la vida". Ante ello, Francisco advirtió del peligro de "considerarla como algo del pasado, como algo importante, pero perteneciente a otra época, como si la fe fuera un libro miniado para conservar en un museo".
Sin embargo, "si se la relega a los anales de la historia, la fe pierde su fuerza transformadora, su intensa belleza, su apertura positiva a todos". Frente a ello, el Papa propuso "revivir todos los días este encuentro vivo con el Señor", a través de la oración y el encuentro que nos lleva a la alegría, "una alegría más fuerte que la tristeza, una alegría que resiste incluso ante el dolor, transformándose en paz".
La tercera base, después de la memoria y de la fe, "es el amor misericordioso", sobre la que "el rostro de la Iglesia se rejuvenece y se vuelve atractivo viviendo la caridad". Para el Papa Francisco, "el amor concreto es la tarjeta de visita del cristiano: otras formas de presentarse son engañosas e incluso inútiles, porque todos conocerán que somos sus discípulos si nos amamos unos a otros". Por ello, el Papa recalcó que "estamos llamados ante todo a construir y reconstruir, sin desfallecer, caminos de comunión, a construir puentes de unión y superar las barreras que separan".
Especialmente entre los creyentes, que tienen que dar ejemplo"colaborando entre ellos con respeto mutuo y con diálogo, a sabiendas de que «la única competición posible entre los discípulos del Señor es buscar quién es capaz de ofrecer el amor más grande»".
"Dios habita en el corazón del que ama; Dios habita donde se ama, especialmente donde se atiende, con fuerza y compasión, a los débiles y a los pobres. Hay mucha necesidad de esto: se necesitan cristianos que no se dejen abatir por el cansancio y no se desanimen ante la adversidad, sino que estén disponibles y abiertos, dispuestos a servir; se necesitan hombres de buena voluntad, que con hechos y no sólo con palabras ayuden a los hermanos y hermanas en dificultad; se necesitan sociedades más justas, en las que cada uno tenga una vida digna y ante todo un trabajo justamente retribuido", culminó el Papa, quien comprendió que muchos se pregunten "¿Cómo se puede ser misericordiosos con todos los defectos y miserias que cada uno ve dentro de sí y a su alrededor?".
Como respuesta, puso el ejemplo de san Gregorio de Narek, "palabra y voz de Armenia", un "maestro de vida, porque nos enseña que lo más importante es reconocerse necesitados de misericordia y después, frente a la miseria y las heridas que vemos, no encerrarnos en nosotros mismos, sino abrirnos con sinceridad y confianza al Señor".
Jesús Bastante
Jesús Bastante
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