¿Quién no
conoce alguna representación del pasaje evangélico que narra el retorno a casa
del hijo menor? Se ha convertido en el icono de la misericordia y de la
conversión. Y la revelación del amor entrañable de Dios.
Texto bíblico: "Cuántos jornaleros de mi padre tienen
abundancia de pan, mientras yo aquí me muero de hambre. Me pondré en camino
adonde está mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti;
ya no merezco llamarme hijo tuyo: trátame como a uno de tus jornaleros."
Se puso en camino adonde estaba su padre; cuando todavía estaba lejos, su padre
lo vio y se conmovió; y, echando a correr, se le echó al cuello y se puso a
besarlo. (Lc 15, 20)
Francisco, se refiere al texto evangélico, cuando comenta: “La
parábola ofrece una profunda enseñanza a cada uno de nosotros. Jesús afirma que
la misericordia no es solo el obrar del Padre, sino que ella se convierte en el
criterio para saber quiénes son realmente sus verdaderos hijos. Así entonces,
estamos llamados a vivir de misericordia, porque a nosotros en primer lugar se
nos ha aplicado misericordia. El perdón de las ofensas deviene la expresión más
evidente del amor misericordioso y para nosotros cristianos es un imperativo
del que no podemos prescindir” (MV 9).
Pensamiento: Desde las parábolas del Evangelio de San Lucas, no
hay excusa para no volver al abrazo entrañable de la misericordia. Nadie podrá
decir a mí no me alcanza el abrazo de Dios, su perdón.
ORACIÓN: «No insistas en que te abandone y me separe de ti,
porque donde tú vayas, yo iré, donde habites, habitaré. Tu pueblo será mi
pueblo y tu Dios será mi Dios” (Rut 1, 16).
PROPUESTA
Vuelve al
Señor, no te justifiques nunca en tu debilidad. Él es más que tu posible pecado
y se conmueve cuando nos reconocemos menesterosos.
Ángel Moreno de Buenafuente
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