viernes, 12 de febrero de 2016

EL SEÑOR NO DESPRECIA UN CORAZÓN ARREPENTIDO Y HUMILDE

Del Salmo 50:
Un corazón quebrantado y humillado,
Tú, Dios mío, no lo desprecias
Misericordia, Dios mío, por tu bondad,
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado.
Un corazón quebrantado y humillado,
Tú, Dios mío, no lo desprecias
Pues yo reconozco mi culpa,
tengo siempre presente mi pecado:
contra ti, contra ti solo pequé,
cometí la maldad que aborreces.
Un corazón quebrantado y humillado,
Tú, Dios mío, no lo desprecias
Los sacrificios no te satisfacen:
si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
Mi sacrificio es un espíritu quebrantado;
un corazón quebrantado y humillado,
Tú no lo desprecias.

Un corazón quebrantado y humillado,
Tú, Dios mío, no lo desprecias

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